Cada vez más familias se enfrentan a un diagnóstico que, aunque no siempre llega de forma inesperada, transforma por completo la vida del paciente y de quienes le rodean: el deterioro cognitivo. Ya sea por Alzheimer, ictus, Parkinson o esclerosis múltiple, estas enfermedades neurológicas generan una pérdida progresiva de las capacidades físicas y mentales en la persona, alterando su autonomía y calidad de vida, como señalan desde Fundación Siel Bleu.

Frente a este escenario desafiante, el ejercicio físico adaptado (EFA) emerge como una de las herramientas más eficaces -y esperanzadoras- para ralentizar los efectos de estas patologías. Así lo demuestran más de dos décadas de experiencia de la Fundación Siel Bleu, entidad pionera en España en diseñar programas de actividad física segura y personalizada para personas con enfermedades neurológicas.

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El ejercicio físico adaptado (EFA) es una de las herramientas más eficaces para ralentizar los efectos de deterioro cognitivo

“Nuestro objetivo no es solo mejorar la movilidad, sino preservar la dignidad de la persona, porque el ejercicio adaptado, cuando está bien diseñado, puede cambiar vidas”, asegura Guillaume Lefevbre, director de la Fundación Siel Bleu. Para ello, la Fundación cuenta con entrenadores expertos en actividad física y salud, que colaboran estrechamente con profesionales del ámbito de la neurología para asegurar una intervención segura y eficaz en el paciente.

Un enfoque integrador 

El deterioro cognitivo puede abarcar desde dificultades leves en la memoria, hasta una pérdida severa de funciones como el habla, la orientación o el razonamiento. En fases avanzadas, la persona puede depender totalmente de un cuidador, para tareas básicas como comer, asearse o vestirse solo.

A esto se suman consecuencias físicas que no siempre se visibilizan: problemas de equilibrio, caídas recurrentes o fatiga crónica. Porque enfermedades como el Alzheimer, el ictus o la esclerosis múltiple no afectan solo al cerebro, sino al cuerpo en su conjunto.

Lejos de limitarse a la fisioterapia tradicional, los programas de EFA diseñados por Siel Bleu combinan ejercicio cardiovascular, fuerza, equilibrio y coordinación; todo ello adaptado al nivel, las capacidades y los gustos de cada paciente. Así, se consigue una recuperación funcional que va más allá de la mejora muscular.

Con evidencia científica 

El estudio “Percepciones, experiencias y creencias sobre la actividad física de adultos mayores con deterioro cognitivo leve o enfermedad de Alzheimer y sus cuidadores” (Bechard et al., 2020) revela que tanto pacientes como cuidadores valoran la actividad física como algo positivo, accesible y beneficioso, incluso cuando ya existe el diagnóstico.

Precisamente, uno de los programas más destacados de la Fundación es Activ’Alzheimer, que ha demostrado ser especialmente útil en fases iniciales o moderadas de la enfermedad. Según Lefebvre, “muchos cuidadores nos cuentan que su familiar con Alzheimer vuelve a reconocer rutinas, mejorar su humor o realizar actividades que ya había abandonado, lo cual tiene también un impacto enorme a nivel emocional”.

De forma similar, los programas Activ’Ictus, Activ’EM y Activ’Parkinson se ajustan a los síntomas específicos de cada enfermedad: debilidad muscular, temblores, fatiga, espasticidad, entre otros, con unos impactos muy positivos en el paciente.

Así lo confirman usuarios como Alejandro Soler, beneficiario con Ictus: “El cambio que he tenido gracias a la actividad física es bestial. Hoy tengo total independencia. Definitivamente, hacer gimnasia es lo que da vida”. Otro caso es el de Mariluz González, participante del programa para personas con Parkinson: “Hacemos ejercicios muy variados. He mejorado en estabilidad, movilidad y hasta ejercitamos la memoria. Encima, nos lo pasamos bien”.

Estos testimonios dan voz a una realidad que a menudo pasa desapercibida: el impacto positivo del movimiento, no solo en lo físico, sino en lo anímico y social, dado que estos programas se realizan -en su mayoría- en asociaciones de pacientes.

Cuidar también al cuidador

Pero el deterioro cognitivo no solo afecta a quien lo sufre. El desgaste emocional y físico del cuidador no pueden ignorarse. Por ello, la Fundación Siel Bleu ha desarrollado I2Care, un programa de formación digital para cuidadores familiares y profesionales, apoyado por la Comisión Europea. Su propósito: ofrecer herramientas prácticas, formación emocional y una red de apoyo para los cuidadores.