Las escaras o úlceras por presión representan uno de los problemas de salud más frecuentes en personas mayores con movilidad reducida. Estas lesiones cutáneas aparecen cuando la presión constante sobre ciertas zonas del cuerpo interrumpe el flujo sanguíneo, especialmente en áreas donde los huesos están más cerca de la piel como el sacro, glúteos, talones y omóplatos.
El tratamiento efectivo de las escaras requiere una limpieza adecuada con suero fisiológico, la aplicación de apósitos especializados y cambios de posición cada dos horas para reducir la presión sobre las zonas afectadas. La detección temprana es crucial, ya que las escaras evolucionan desde un simple enrojecimiento hasta heridas profundas que pueden comprometer músculos y huesos si no se tratan correctamente.
En esta guía encontrarás un enfoque paso a paso para curar escaras existentes, técnicas de prevención respaldadas por profesionales sanitarios, y respuestas a las preguntas más comunes sobre este tema. También aprenderás a identificar las diferentes etapas de las escaras y cuándo es necesario buscar atención médica especializada.

Cómo curar escaras en personas mayores paso a paso
El tratamiento efectivo de las úlceras por presión requiere una evaluación precisa de la etapa de la lesión y la aplicación de técnicas específicas de limpieza, desinfección y cuidado de heridas. La combinación de tratamientos médicos especializados con remedios naturales complementarios puede acelerar el proceso de cicatrización.
Identificación y evaluación de las escaras
La identificación temprana de las escaras en personas mayores es crucial para un tratamiento exitoso. Debes examinar diariamente las zonas de mayor riesgo como cóccix, talones, codos y caderas.
Etapa I (Piel rosa): La piel presenta enrojecimiento persistente que no desaparece al retirar la presión. El área puede sentirse más caliente o más fría que el tejido circundante.
Etapa II (Piel roja): Aparece una úlcera superficial con pérdida parcial del grosor de la piel. La lesión se presenta como una ampolla abierta o una herida poco profunda.
Etapa III (Piel amarillenta): Se observa pérdida total del grosor de la piel con daño del tejido subcutáneo. La úlcera aparece como un cráter profundo.
Etapa IV (Exposición ósea): Hay pérdida total del grosor de la piel con destrucción extensa. Son visibles músculos, huesos o tendones.
Limpieza y desinfección de las lesiones
La limpieza adecuada de las llagas posturales previene infecciones y favorece la cicatrización. Lava tus manos antes de manipular cualquier herida.
Utiliza jabón médico neutro y agua tibia para limpiar suavemente el área afectada. Evita frotar vigorosamente para no dañar más el tejido.
Seca cuidadosamente con toques suaves usando una gasa estéril. No uses algodón ya que las fibras pueden adherirse a la herida.
Aplica soluciones antisépticas según las indicaciones médicas. Evita el uso de alcohol, peróxido de hidrógeno o yodo en heridas abiertas.
Frecuencia de limpieza:
- Etapas I-II: Una vez al día
- Etapas III-IV: Dos a tres veces al día
Si detectas mal olor, secreción purulenta o signos de infección, busca atención médica inmediata. El desbridamiento profesional puede ser necesario para remover tejido necrótico.
Aplicación de apósitos y cremas especializadas
Los apósitos especializados protegen las úlceras por presión y mantienen un ambiente húmedo favorable para la cicatrización. Selecciona el tipo apropiado según la etapa de la escara.
Crema Sufrexal con ketanserina es efectiva en etapas iniciales. Aplícala dos veces al día después de limpiar la zona, siempre que la abertura no exceda el ancho de un dedo.
Los parches hidrocoloides como Duoderm son ideales para etapas I y II. Córtalos dejando medio centímetro adicional alrededor de la herida para asegurar adherencia completa.
Proceso de aplicación:
- Limpia y seca completamente el área
- Corta el apósito al tamaño adecuado
- Retira el protector adhesivo
- Aplica sin crear arrugas o burbujas de aire
- Cambia cada 3-7 días según indicaciones
Para lesiones con exudado abundante, usa apósitos de espuma o alginato. En casos severos, pueden requerirse antibióticos tópicos u orales bajo supervisión médica.
Uso de remedios naturales y complementarios
Los remedios naturales pueden complementar el tratamiento médico convencional de las escaras en ancianos. Siempre consulta con un profesional antes de aplicarlos.
El aceite de oliva tiene propiedades hidratantes y antiinflamatorias. Aplica pequeñas cantidades en la piel circundante para mantenerla flexible y prevenir nuevas lesiones.
El ajo posee propiedades antimicrobianas naturales. Prepara una pasta con ajo machacado y miel, aplicándola únicamente en heridas superficiales durante 15-20 minutos.
Miel de manuka acelera la cicatrización y reduce la inflamación. Úsala en lesiones limpias, aplicando una capa fina antes del apósito principal.
Aloe vera puro alivia el dolor y favorece la regeneración tisular. Extrae el gel directamente de la planta y aplícalo en lesiones de etapas I y II.
Precauciones importantes:
- No uses remedios caseros en heridas infectadas
- Suspende su uso si aparece irritación
- Combínalos siempre con tratamiento médico apropiado
Cuidados y prevención de nuevas escaras en personas mayores
La prevención efectiva requiere cambios posturales regulares, superficies especializadas y cuidados específicos de la piel. Una nutrición adecuada y el control de factores de riesgo son igualmente fundamentales para evitar úlceras de decúbito.
Cambio postural y uso de superficies antiescaras
Los cambios posturales cada 2 horas son esenciales para pacientes encamados. Esta rotación previene la presión prolongada sobre zonas vulnerables como el coxis, la cadera y los tobillos.
Para personas en silla de ruedas, realiza cambios de posición cada 15-30 minutos. Utiliza técnicas de inclinación lateral o elevación del cuerpo para redistribuir el peso.
Superficies antiescaras recomendadas:
- Colchones de aire alternante
- Cojines viscoelásticos para sillas de ruedas
- Protectores de talón y tobillos
- Almohadas posicionadoras
Los colchones de presión alterna cambian automáticamente los puntos de apoyo. Los cojines especializados reducen hasta un 60% la presión en zonas de riesgo.
Evita las superficies tipo «dona» ya que aumentan la presión en los bordes. Las superficies deben distribuir el peso uniformemente sobre toda la superficie corporal.
Cuidado de la piel y hábitos de higiene
Mantén la piel limpia y seca en todo momento. Utiliza agua tibia y jabones suaves con pH neutro para evitar irritaciones en personas mayores.
Rutina diaria de cuidado:
- Limpieza suave sin frotar vigorosamente
- Secado por presión, no por fricción
- Aplicación de cremas hidratantes sin alcohol
- Inspección visual completa de la piel
Revisa diariamente las zonas de mayor riesgo: coxis, cadera, tobillos, talones y omóplatos. Busca enrojecimiento, cambios de temperatura o textura en la piel.
Utiliza productos barrera en caso de incontinencia. Las cremas con óxido de zinc protegen contra la humedad excesiva.
Evita masajes directos sobre prominencias óseas. Los masajes pueden dañar los tejidos ya comprometidos en escaras en adultos.
Nutrición y factores de riesgo asociados
Una nutrición adecuada es fundamental para la cicatrización y prevención. Las proteínas, vitamina C y zinc son especialmente importantes para mantener la integridad de la piel.
Requerimientos nutricionales clave:
- Proteínas: 1.2-1.5 g/kg de peso corporal
- Vitamina C: 75-90 mg diarios
- Zinc: 8-11 mg diarios
- Hidratación: 30-35 ml/kg de peso
Identifica factores de riesgo modificables como la diabetes, anemia o desnutrición. El control glucémico adecuado mejora la cicatrización en un 40%.
La deshidratación reduce la elasticidad de la piel. Asegura una ingesta hídrica suficiente, especialmente en personas mayores que pueden tener menor sensación de sed.
Considera suplementos nutricionales si la dieta regular es insuficiente. Los suplementos proteicos pueden acelerar la recuperación tisular en pacientes de alto riesgo.