Un artículo de Sanitas Mayores

El envejecimiento suele ir acompañado de cambios en la memoria, dificultades de concentración y una menor agilidad mental. Aunque muchos de estos procesos forman parte de una evolución natural, en ciertos momentos pueden interferir en la vida diaria e indicar señales de deterioro cognitivo. Estas circunstancias, habituales entre las personas mayores, llevan a muchas familias a buscar opciones que complementen los abordajes clínicos tradicionales.

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Las terapias no farmacológicas ofrecen múltiples beneficios, como la ralentización del deterioro cognitivo

En este contexto, las terapias no farmacológicas se entienden, desde el ámbito médico, como intervenciones que no recurren a medicamentos, sino a actividades organizadas para estimular la mente, el movimiento y las emociones. Además, se adaptan de manera individual a las capacidades y preferencias de cada persona para evitar la frustración y reforzar su autoestima.

Estas intervenciones deben utilizarse como complemento de los tratamientos farmacológicos, no como sustitutos. Su aplicación puede contribuir a mejorar los resultados en salud y, en algunos casos, a mitigar los efectos secundarios de la medicación. Cuando las causas se detectan a tiempo, es posible frenar su progresión y diseñar estrategias personalizadas que favorezcan la autonomía de la persona.

Estos métodos están adquiriendo un papel cada vez más relevante en la atención sanitaria, respaldados por una creciente evidencia científica. Se integran de forma natural en un modelo de atención que contempla no solo los aspectos físicos y cognitivos, sino también la dimensión emocional y social de cada persona.

Se ha comprobado que estas intervenciones generan efectos muy positivos. Entre los más destacados se encuentran:

  • la mejora del bienestar general
  • la ralentización del deterioro cognitivo
  • el mantenimiento de la autonomía en las actividades de la vida diaria
  • un impacto favorable en el estado de ánimo

En personas mayores con deterioro cognitivo leve o demencia en fase inicial, por ejemplo, contribuyen a preservar rutinas, mantener el contacto social y fomentar la participación en actividades significativas. De manera indirecta, también pueden ayudar a reducir episodios de agitación, mejorar la calidad del sueño y facilitar la adaptación a los entornos residenciales.

Desde Sanitas Mayores mantenemos un firme compromiso con este tipo de terapias, ofreciendo actividades adaptadas a las necesidades de cada persona. Entre las terapias no farmacológicas más destacadas se encuentran talleres de estimulación cognitiva o neurorrehabilitación, en los que usamos pantallas táctiles o el dispositivo Alexa, que consigue una mayor adhesión con los residentes, además de realizar debates de actualidad o gimnasia.

En definitiva, el objetivo de este enfoque es avanzar hacia un modelo en el que cada persona sea protagonista de su propio bienestar. Hoy, más que nunca, se presenta como una vía centrada en acompañar, estimular y cuidar desde la cercanía y la evidencia científica, demostrando que no todos los desafíos de la salud se resuelven únicamente con medicamentos.