Un artículo de Los Nogales
En los últimos años, los centros de Los Nogales han integrado cada vez más terapias no farmacológicas, cuya presencia va ganando protagonismo en la atención sanitaria. Numerosos estudios y guías clínicas destacan su capacidad para mejorar el bienestar, prevenir complicaciones y complementar tratamientos médicos, especialmente en enfermedades crónicas y trastornos neurológicos.

En el ámbito de la geriatría, estas terapias adquieren un papel clave. Los entornos residenciales son conscientes de la importancia de implementar estrategias que van más allá de los medicamentos, buscando fomentar el envejecimiento activo, mantener la autonomía y mejorar la calidad de vida de sus residentes. Entre estas intervenciones, la jardinería terapéutica destaca por su combinación de actividad física ligera, estimulación cognitiva, interacción social y conexión con la naturaleza.
Además, la evidencia científica respalda su efectividad. Un metaanálisis reciente publicado en la revista Frontiers mostró que estas actividades reducen de forma significativa los síntomas depresivos en personas mayores institucionalizadas. Asimismo, revisiones sistemáticas indican que los adultos mayores mejoran su autoestima, su sensación de autoeficacia y su capacidad física tras participar en intervenciones hortícolas. Otros estudios destacan beneficios adicionales en memoria, atención, interacción social y reducción del estrés, reforzando el valor de la jardinería terapéutica como estrategia integral de bienestar.
Aunque la jardinería terapéutica comenzó a desarrollarse de forma estructurada en países del norte de Europa, como Suecia, donde se integró en programas de salud pública con un enfoque pionero, en España su implantación ha crecido de manera notable en los últimos años. Cada vez más centros residenciales como Los Nogales incorporan espacios verdes adaptados, actividades hortícolas guiadas y profesionales formados en este ámbito, impulsados por la evidencia científica, la demanda de modelos de cuidado más humanizados y la voluntad de promover un envejecimiento activo y significativo. Como resultado, estas terapias se están consolidando como parte natural de la atención integral a las personas mayores en nuestro país.
Beneficios que se cultivan día a día
- Beneficios emocionales
El contacto con plantas y la realización de tareas en el jardín generan un profundo sentido de logro al ver crecer lo sembrado, cuidar algo vivo o planificar las actividades. Esto refuerza la autoestima, al tiempo que reduce la ansiedad o el estrés, y favorece la motivación. Para muchas personas mayores, participar en estas dinámicas supone reconectar con un propósito y sentirse útiles.
- Beneficios cognitivos
Las actividades de jardinería requieren planificar, recordar pasos (cuándo regar, cuándo trasplantar) y tomar decisiones (qué plantar, dónde). Esto estimula funciones cognitivas como la memoria, la atención y la orientación. En personas con deterioro cognitivo, estas tareas pueden ayudar a mantener algunas capacidades y favorecer la interpretación del entorno.
- Beneficios físicos y sociales
Desde el punto de vista físico, trabajar en un jardín implica movimiento suave, coordinación manual, la posibilidad de caminar, agacharse o estirarse. Además, estas intervenciones promueven la interacción social, ya que los residentes colaboran, conversan, comparten experiencias, lo que reduce el aislamiento. Esa dimensión comunitaria es un factor clave en la salud global.

Bienestar cultivado con propósito en Los Nogales
En Los Nogales, la jardinería terapéutica no es solo una actividad, sino una manera de acompañar, de crear rutinas significativas y de conectar a las personas mayores con la naturaleza y consigo mismas. Forma parte de la programación de actividades habitual de los centros y se adapta siempre a las capacidades físicas y cognitivas de cada residente, permitiendo que todos, de un modo u otro, puedan participar y disfrutarla. Además, desde los centros observan que las personas residentes muestran motivación para participar, perseverancia en las tareas y satisfacción por los resultados obtenidos.
Los jardines exteriores y los huertos en mesa, accesibles para personas con movilidad reducida, se convierten en escenarios donde cada gesto tiene sentido como preparar la tierra, cuidar una planta, observar los cambios de estación o compartir elogios ante un brote nuevo.
Entre los talleres y dinámicas más habituales se incluyen los siguientes:
- Siembra de plantas y flores en macetas personalizadas.
- Mantenimiento de huertos en mesa: plantar, trasplantar, regar y recolectar.
- Actividades sensoriales: reconocer plantas por textura, aroma y color.
- Planificación colectiva: decidir qué plantar, cómo distribuir los espacios y organizar los cuidados.
Dentro de esta experiencia, se está desarrollando el Jardín Sensorial de Los Nogales Pacífico, un espacio seguro y tranquilo diseñado para estimular los sentidos y activar distintas áreas cerebrales. A través de plantas, texturas y aromas, el jardín refuerza la estimulación cognitiva, la evocación de recuerdos y el bienestar emocional.
Tal como explica Ana Belén Marín Prada, psicóloga clínica en Los Nogales Pacífico, este entorno tiene un impacto especialmente significativo en personas con Alzheimer: “para estos pacientes, supone un apoyo adicional muy valioso en el proceso de evolución de la enfermedad. Este proyecto está pensado para reducir cambios y alteraciones conductuales, ayudando con la pérdida de juicio o las confusiones y mitigando las conductas disruptivas. Además, a través de la estimulación emocional, contribuye a la mejora de procesos neurológicos como la memoria.”