El tratamiento de ictus no concluye con el alta hospitalaria. Las secuelas físicas, cognitivas y emocionales pueden persistir durante años, afectando significativamente la autonomía, las relaciones personales y la reintegración laboral y social de los afectados, tal y como se expuso en la undécima edición del ciclo de conferencias Espacio Ictus de la Fundación Freno al Ictus.

En este foro, la Dra. Patricia Simal, representante del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), subrayó que “el ictus es una enfermedad devastadora, pero también un reto ante el que existe esperanza: es prevenible, tratable y, con la rehabilitación adecuada, tiene potencial de recuperación.

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En este encuentro de remarcó que la rehabilitación tras sufrir ictus requiere el trabajo coordinado de un equipo multidisciplinar

“Sin embargo, nuestra labor no finaliza con el tratamiento del primer episodio. Prevenir un segundo ictus es una prioridad absoluta, ya que sus consecuencias suelen ser mucho más graves. Para ello, es fundamental realizar un diagnóstico exhaustivo que permita identificar las causas y factores de riesgo específicos de cada paciente. Solo así podremos personalizar los tratamientos y reducir significativamente el riesgo de recurrencia”, advierte la experta.

“La recuperación no es un camino individual: requiere el trabajo coordinado de un equipo multidisciplinar que trasciende el ámbito hospitalario, integrando a profesionales sanitarios y sociales. Juntos, como una red de apoyo, acompañamos al paciente y su familia en la construcción de la mejor vida posible tras el ictus”, recalca la representante del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN.

Por su parte, la Dra. Inmaculada Gómez, directora gerente del CEADAC, afirmó que “a lo largo de los 23 años de vida del Ceadac (Imserso), ha quedado patente la necesidad de abordar las secuelas del Daño Cerebral Adquirido (DCA), especialmente del ictus, desde un modelo transdisciplinar y holístico. Es fundamental desarrollar programas individuales, centrados en la persona, que permitan su integración en la comunidad en las mejores condiciones posibles. Esto implica contemplar todas las áreas de la vida con el objetivo de preservar la mayor autonomía”.

El Dr. Joan Ferri, presidente de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación (SENR), destacó que “la neurorehabilitación ya no es una disciplina en discusión: hoy sabemos, con base científica, que es una herramienta clave en la recuperación tras un ictus. Nuestro reto ahora es crear una verdadera cultura de la rehabilitación, que garantice continuidad asistencial desde la unidad de ictus hasta la reintegración en el entorno social y familiar”.

“La rehabilitación debe ser precoz, intensiva y mantenerse en el tiempo. Pero para lograrlo, es imprescindible que los sistemas sanitario y social trabajen coordinados y se apoyen en herramientas digitales que conecten procesos, midan resultados y aseguren una atención equitativa y centrada en la persona”, remarcó.

Desde una perspectiva social, Claudia Trujillo, responsable de proyectos en la Fundación Freno al Ictus, hizo hincapié en el papel del entorno, destacando los desafíos y barreras sociales, económicas y emocionales a los que se enfrentan las familias tras el alta hospitalaria. “Es clave integrar la intervención social especializada desde el primer momento para garantizar una atención realmente holística y centrada en la persona.”