Por qué este mineral podría ser clave para mantener la memoria con los años
El magnesio, un mineral presente en muchos alimentos cotidianos, desempeña funciones esenciales en el cerebro: participa en la memoria, el aprendizaje, la comunicación entre neuronas y el equilibrio eléctrico del sistema nervioso.
En los últimos años, científicos de distintas partes del mundo han puesto la mirada en su posible relación con la salud cognitiva. Esto es lo que sabemos hasta ahora.

1. El magnesio y la edad: un descenso silencioso
Con el paso del tiempo, el organismo pierde capacidad para absorber y retener magnesio. A esto se suma, con frecuencia, una alimentación menos variada. Como resultado, muchas personas mayores pueden tener niveles insuficientes sin darse cuenta. La fatiga, el sueño irregular o la dificultad para concentrarse suelen atribuirse al envejecimiento normal, cuando en realidad pueden reflejar un déficit de este mineral (1).
Ese descenso no es trivial: el magnesio ayuda a combatir la inflamación y el estrés oxidativo, dos procesos biológicos asociados con el deterioro de las neuronas y con enfermedades como el Alzheimer (2).
2. Qué dice la ciencia sobre magnesio y cognición
La investigación actual se basa en dos grandes líneas: los estudios poblacionales —que observan miles de personas durante años— y los ensayos clínicos, que analizan qué ocurre al suplementar magnesio en condiciones controladas.
2.1. Evidencia de estudios experimentales y ensayos clínicos
Concretamente una forma de magnesio, el magnesio L‑treonato (de patente Magtein®) ha mostrado en animales mejorar la plasticidad sináptica, la memoria y reducir la inflamación en el hipocampo (8, 9, 14). En humanos, ensayos clínicos de tamaño moderado, han observado mejoras en memoria de trabajo, atención, velocidad de procesamiento y calidad del sueño tras suplementación con Magtein® durante varias semanas (10, 13). Aunque hay más de diez estudios clínicos al respecto con resultados prometedores, se esperan más investigaciones en los próximos años con nuevas conclusiones que sustenten su eficacia.
2.2. Estudios realizados en grandes poblaciones
Una revisión sistemática y metaanálisis reciente (2024), basada en 12 estudios de cohorte y 3 ensayos clínicos con magnesio, encontró que la relación magnesio-cognición adopta una forma de “U”: tanto niveles bajos como niveles muy altos se asocian con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, siendo óptimos los que rondan los 0,85 mmol/L (3).
Los datos del conocido estudio ARIC, con más de 12.000 participantes, mostraron que quienes tenían menos magnesio en sangre presentaban un 24 % más de riesgo de desarrollar demencia (4). Resultados similares aparecieron en el Rotterdam Study (5). Además, un subanálisis del ARIC reveló que niveles más altos dentro del rango normal se relacionaban con mayor volumen cerebral y menor daño vascular, dos factores que influyen directamente en la función cognitiva (6).
3. La alimentación: el primer paso para mantener niveles adecuados
Por mucha investigación que exista sobre suplementos, los expertos coinciden en un punto: la base es la dieta.
Incorporar alimentos ricos en magnesio —como frutos secos, semillas, legumbres, verduras de hoja verde, cereales integrales, cacao puro, aguacate o plátano— es una forma sencilla y segura de mantener niveles saludables. Esto es especialmente importante en personas mayores, que con frecuencia consumen menos variedad y absorben el magnesio con más dificultad.
Además, algunos estudios recientes señalan que el equilibrio entre magnesio y calcio también puede influir en la salud cognitiva, reforzando la importancia de una alimentación equilibrada.
4. Precauciones y limitaciones
Aunque los estudios avanzan a pasos agigantados y se han extraído importantes conclusiones que avalan el uso de determinadas formas de magnesio para apoyar la salud cognitiva y cerebral, todavía hay mucho camino por recorrer en lo que a investigación se refiere. También hay que tener en cuenta que factores como la salud renal, la medicación, la dieta y las enfermedades previas influyen en las necesidades individuales. Por ello, cualquier decisión sobre suplementación debe tomarse con asesoramiento profesional.
5. Conclusión
Los estudios actuales —desde grandes cohortes hasta ensayos clínicos— apuntan a que mantener niveles de magnesio dentro de los rangos adecuados puede favorecer un envejecimiento cerebral más saludable. La alimentación sigue siendo la herramienta fundamental, mientras que los suplementos, especialmente el magnesio L-treonato, podrían tener un papel importante en casos concretos, siendo necesario estudios más amplios y prolongados para comprender por completo el potencial de este mineral en la prevención del deterioro cognitivo.
Referencias bibliográficas
- Gröber et al. Magnesium in Prevention and Therapy. Nutrients. 2015.
- DiNicolantonio et al. Magnesium Deficiency and Increased Stress. Nutrients. 2021.
- Barbagallo et al. Magnesium and Cognitive Health in Adults: A Systematic Review and Meta-Analysis. Nutrients. 2024.
- Chen et al. Serum Magnesium Levels and Risk of Dementia: ARIC Study. J Am Geriatr Soc. 2020.
- Kieboom et al. Serum Magnesium and the Risk of Dementia: Rotterdam Study. Neurology. 2017.
- Shivappa et al. Serum Magnesium, Brain Volumes, and Cerebrovascular Disease: ARIC Neurocognitive Study. Nutrients. 2021.
- Maier et al. Magnesium and Neuroinflammation. Front Endocrinol. 2024.
- Li et al. Magnesium L-threonate Prevents Neurodegeneration in Alzheimer’s Mouse Models. Front Aging Neurosci. 2022.
- Slutsky et al. Enhancement of Learning and Memory by Elevating Brain Magnesium using Magnesium-L-threonate (Magtein®). Neuron. 2010.
- Liu et al. Cognitive Effects of Magnesium L-threonate in Older Adults. Nutrients. 2023.
- Hausenblas et al. Magnesium-L-threonate Improves Sleep Quality and Daytime Functioning in Adults with Self-Reported Sleep Problems. Sleep Med X. 2024.
- Jiao et al. Magnesium-L-threonate Modulates the Microbiota–Gut–Brain Axis in Alzheimer’s Disease Models. Neural Regeneration Research. 2024.