Un artículo de María Julia Xifra, María del Carmen Del Biaggio y Graciela Zarebski

El presente artículo pretende describir las experiencias de intervención desde Terapia Ocupacional, en el campo interdisciplinar de la gerontología. Desde la psicogerontología, el envejecimiento se concibe como un proceso activo y heterogéneo, que continúa transformándose a lo largo del curso vital. Esta perspectiva se aleja de miradas centradas únicamente en el deterioro y reconoce que la trayectoria en el curso de vida se encuentra atravesada por aspectos subjetivos, vinculares, históricos y culturales que intervienen y condicionan cómo se vive esta etapa.

En este marco, se destaca el concepto de IDENTIDAD FLEXIBLE (Zarebski, 2019), entendido como un factor psíquico protector fundamental del cual se derivan los demás factores que permiten un envejecimiento saludable. La flexibilidad identitaria alude a la capacidad de reorganizar experiencias, integrar cambios, sostener sentidos vitales y movilizar recursos internos ante transiciones, pérdidas o desafíos. Este funcionamiento flexible se vincula con procesos de pensamiento, regulación emocional, creatividad, plasticidad cognitiva y apertura para construir o resignificar vínculos y proyectos.

Comprender la REMINISCENCIA desde el enfoque psicogerontológico implica reconocerla como un recurso que impulsa procesos protectores, favorece la reorganización subjetiva y contribuye al bienestar en la vejez. Desde esta perspectiva, la reminiscencia trasciende la evocación literal o meramente nostálgica, y se concibe como un proceso que habilita la revisión de la propia trayectoria vital, la recuperación de significados y la construcción de nuevos sentidos que sostienen la identidad.

En este marco, se activa un trabajo interno que promueve la autoindagación, la simbolización y la integración subjetiva del pasado en diálogo con el presente (Zarebski, 2008).

La reminiscencia constituye un recurso valioso para el trabajo con personas mayores desde la Terapia Ocupacional

Entre los factores psíquicos protectores vinculados a la reminiscencia, destaca el denominado PÉRDIDAS, VACÍOS Y COMPENSACIÓN CON GANACIAS (Zarebski, 2019). Las pérdidas propias de la vejez demandan la capacidad de elaborar duelos y habilitar procesos de reacomodamiento emocional. Las estrategias de compensación, lejos de limitarse a suplir limitaciones, implican la posibilidad de generar nuevas formas de vinculación, proyectos y modos de ocupar el tiempo, promoviendo una resignificación activa de aquello que ya no está.

En este sentido, los recuerdos reminiscentes pueden fortalecer la autoestima y favorecer la continuidad subjetiva, mientras que los recuerdos nostálgicos tienden al estancamiento y la idealización del pasado.

La reminiscencia también cumple una función central en el bienestar psíquico, ya que contribuye al fortalecimiento de la identidad y al procesamiento emocional de los cambios vitales. Al revisar y reorganizar experiencias pasadas, las personas mayores encuentran nuevas formas de comprender transiciones, integrar pérdidas y reorientar significados.

En condiciones afectivas propicias, este ejercicio promueve además un aumento de la AUTOINDAGACIÓN Y ESPERA REFLEXIVA, entendido como la capacidad de profundizar en el mundo interno, conectar con deseos y explorar significados personales.

Otro aspecto relevante se vincula con la articulación temporal entre pasado, presente y futuro. La retrospección permite identificar trayectorias, comprender transformaciones y reconstruir un relato coherente sobre la propia existencia. Esta integración temporal favorece la organización subjetiva y sostiene la continuidad narrativa a lo largo del curso de vida.

Asimismo, la reminiscencia facilita la ELABORACIÓN ANTICIPADA DE LA FINITU, ya que, al revisar la vida en perspectiva, la persona mayor puede acercarse a la propia muerte desde un lugar menos amenazante, integrándola como parte del curso vital (Zarebski, 2008).

Finalmente, otra función protectora que la reminiscencia potencia es la transmisión de legado, que caracteriza al factor protector de VÍNCULOS INTERGENERACIONALES, especialmente significativa en el contexto de talleres de Terapia Ocupacional. El vínculo con las coordinadoras y con el grupo habilita un espacio para compartir experiencias, saberes y significados entre generaciones.

Esta dimensión otorga un destinatario concreto a la propia historia y sitúa a la persona mayor en un rol activo de producción de sentido: no solo recordar, sino hacer algo con ese recuerdo, darle forma y transmitirlo.

En el campo de la Terapia Ocupacional, la reminiscencia se articula con la dimensión ocupacional, permitiendo conectar biografía, participación, hacer y ocupación. Para las y los terapeutas ocupacionales, la reminiscencia puede constituirse en un recurso valioso para la intervención, ya que aborda tanto la continuidad interna (identidad) como la externa (rol social y productividad).

Cuando se incluye dentro de talleres sociopreventivos con personas mayores, puede combinarse con distintos recursos cognitivos, expresivos, sensoriales y relacionales, favoreciendo propuestas situadas, contextualizadas y sensibles a la singularidad del grupo y cada persona mayor.

Aunque la Terapia Ocupacional incorporó históricamente la prevención en su quehacer, los cambios demográficos y el envejecimiento poblacional han vuelto aún más relevante su papel en la promoción de la salud y el bienestar. En el trabajo con personas mayores, esto implica diseñar intervenciones que fortalezcan la participación, sostengan la continuidad ocupacional y favorezcan modos de vida significativos, apoyando tanto la autonomía como los procesos adaptativos propios del envejecimiento (Xifra, 2023).

Como refieren Comesaña & Del Biaggio (2025), hoy existe evidencia satisfactoria sobre la eficacia de las intervenciones no farmacológicas preventivas y para el abordaje de los trastornos neurocognitivos en personas mayores. Las autoras subrayan la importancia de las propuestas grupales e individuales de intervención cognitiva para mantener y/o estimular las capacidades remanentes de la persona, conociendo la historia ocupacional y habilidades previas, fundamentales para planificar los objetivos terapéuticos.

En la búsqueda de despertar la motivación de las y los participantes en actividades de estimulación cognitiva se sugiere tener en cuenta los intereses personales y la trayectoria vital. Aquí es dónde la REMINISCENCIA puede presentarse como una propuesta de intervención.

La memoria remota por lo general es la que se haya mayormente conservada, inclusive en personas mayores con trastorno neurocognitivo mayor. Por ello trabajar evocando eventos pasados puede ser un buen recurso que despierte la conversación espontánea, el lenguaje, fluidez verbal, y la atención. Las propuestas reminiscentes pueden utilizar fotografías, música, videos y objetos.

A continuación, describiremos dos intervenciones no farmacológicas, que tuvieron como objetivo utilizar el recurso de la reminiscencia, en dos Organizaciones de Mayores (OMA), un centro de jubilados y una Asociación de Emigrantes denominada Centro de Castilla y León en la ciudad de Mar del Plata, a partir de dispositivos preventivo promocionales.

Una de las actividades propuestas se desarrolló en un Taller de Multiestimulación, coordinado por una Terapeuta Ocupacional, en un Centro de jubilados, de la ciudad de Mar del Plata, Pcia de Buenos Aires. En estas organizaciones de mayores (OMA) se brindan talleres preventivo-promocionales al cual suelen concurrir adultos mayores independientes, sin diagnóstico de trastorno cognitivo mayor, que manifiestan preocupación o quejas subjetivas acerca de su memoria y, por iniciativa propia, eligen participar en estos espacios para mantener y fortalecer sus funciones cognitivas.

El taller de Multiestimulación se brinda todos los días viernes por la mañana y concurren aproximadamente 12 mujeres. La actividad consistió en escuchar la canción Deseo de cosas imposibles (La Oreja de Van Gogh, 2003), interpretada por Abel Pintos. Luego se compartió una copia de la canción con partes faltantes, a cada una de las participantes. Se solicitó leer atentamente su letra para completar las frases incompletas.

A partir de esta experiencia, se invitó al grupo a identificar términos que asociaran con amor, reflexionar acerca del sentido general de la canción y sobre aquello que el autor pretende transmitir, y reconocer acciones que pudieran vincularse con distintas emociones expresadas en la letra. Asimismo, se promovió que cada participante explorara posibles experiencias en su trayectoria de vida evocadas por la canción y que considerara si le otorgaría un título alternativo, explicando cuál elegiría y por qué.

Letra: “Igual que el mosquito más tonto de la manada, Yo sigo tu luz, aunque me lleve a morir, Te sigo como les siguen los puntos finales A todas las frases suicidas que buscan su fin (…) Me callo porque es más cómodo engañarse, Me callo porque ha ganado la razón al corazón, Pero pase lo que pase Y aunque otro me acompañe, En silencio te querré tan solo a ti”. (La Oreja de Van Gogh, 2003)

Una de las integrantes del grupo, Dearsha1, compartió la siguiente producción, en la cual pudo narrar su historia personal.

Lo que no fue

Cada tanto vuelven los recuerdos, y me pregunto ¿por qué? Pero todo en la vida, a pesar del tiempo, se sabe la verdad. Tenía 16-17 años, mi madre y su esposo (no era mi padre) en ese entonces se vinieron a vivir a Mar del Plata. A mí me dejaron en la casa de un hermano de mi padrastro en Buenos Aires. Allí era feliz ya que como la llamaba Tía Chola, era muy buena y siempre tenía sobrinos en su casa. Ella tenía un varón, una mujer, más los sobrinos y yo.

Casi sin darnos cuenta nos fuimos enamorando. Era el mayor de los primos, tenía 20 años y un buen trabajo. En unos meses lo llamaron al servicio militar, fue muy triste saber que no nos veríamos tan seguido. Nos prometimos escribirnos semanalmente y así fue cada semana, cada uno tenía la carta del otro.

Pero cuando mi madre y su esposo se enteraron de nuestro noviazgo, vino mi padrastro a buscarme. Así me regresé a Mar del Plata. Demás está decir, que lloré las 8 hs. que tardaba el micro en esos años. No recuerdo cuanto tiempo pasó que las cartas no eran tan seguidas, de pronto la nada, nunca más recibí otra. Yo seguí escribiendo, pero no había respuesta.

Pasó el tiempo, y cada uno hizo su camino. Me casé, tuve hijos y comencé a trabajar, haciendo una suplencia a una amiga.

En el verano, esos años, traían micros de Bs As, a reforzar nuestro transporte. Una mañana subo al colectivo y el chofer era él, mi amor perdido en mi adolescencia. Ni pudimos hablar, solo un saludo.

Un buen día regresaba del trabajo yendo a la parada del micro, al doblar en la esquina estaba esperándome. Empezamos a hablar y contarnos qué pasó, que nos dejamos de escribir. Allí le dije que le escribía todas las semanas, contesté yo igual.

Allí nos dimos cuenta que mi madre no me daba sus cartas y la Tía Chola no le daba las mías. Entonces supimos la verdad 30 años después. ¿Nos contamos nuestra realidad, pero más quedó la duda de por qué lo hicieron? ¿Por qué nos separaron? Siempre lo recordé, él me dijo lo mismo. Coincidencia, la empresa que venía se agregaba a la línea que yo tenía que viajar. Una herida que ha dejado en mi vida una cicatriz imborrable., a pesar de saber la verdad 32 años después. Hasta lo asocio con un Vals cada vez que lo oigo “Romance del barrio”, y “por qué no fue posible nuestro amor”.

El relato de Dearsha constituye un ejemplo significativo del potencial de la reminiscencia en la vejez. Su narración no se limita a evocar un recuerdo romántico de la adolescencia, sino que habilita un proceso más complejo: revisar la propia historia, otorgar nuevos sentidos y, sobre todo, integrar un fragmento vital que había quedado suspendido durante décadas.

Desde la psicogerontología, este tipo de evocaciones se inscriben en procesos de integración subjetiva, imprescindibles para sostener una identidad flexible (Zarebski, 2008). Dearsha no narra solo “lo que no fue”: narra lo que ese acontecimiento significó en su trayectoria, cómo lo atravesó y qué huellas afectivas quedaron cristalizadas. Al poner en palabras su experiencia, convierte un recuerdo que podría haberse fijado como nostalgia en un acontecimiento que puede ser elaborado, comprendido y reposicionado en su vida presente.

En este sentido, la reminiscencia opera como un puente entre pasado y presente. Le permite revisar un suceso emocionalmente sentido, comprender las circunstancias que lo condicionaron (el silencio epistolar, la imposibilidad de elegir, una distancia marcada por otras personas), y reconocer cómo esa historia habilitó otras experiencias significativas que la constituyeron posteriormente: su matrimonio, sus hijos y sus vínculos actuales.

La pérdida no anuló la capacidad de Dearsha de construir una vida plena. La reminiscencia, en este caso, permite mantener la continuidad narrativa e identitaria entre la adolescente que fue y la mujer mayor que hoy se recrea, compensando aquellas pérdidas con las experiencias que dan sentido identitario. La producción de esta mujer implica un acto creativo. Ella pone en palabras, asocia su historia con una música, elige un título arma una narrativa propia que exhibe apropiación y subjetivación, es decir, un envejecimiento saludable.

La segunda experiencia que se desea describir en este artículo fue desarrollada en un dispositivo en la Asociación de Emigrantes denominada Centro de Castilla y León2. Allí se ofrecen talleres, cursos y actividades destinados a personas mayores. Aquí también, las personas mayores concurren por iniciativa propia, eligiendo participar en estos espacios para mantener/fortalecer sus funciones cognitivas y generar redes de apoyo. El taller de Estimulación cognitiva se brindó semanalmente, los días lunes y concurrieron aproximadamente 17 personas, de las cuales una era varón y el resto mujeres.

La actividad propuesta consistió en invitar a una de las personas participantes a relatar un acontecimiento significativo de su historia de vida, seleccionado libremente. Durante la narración, se incorporó de manera simultánea una ambientación sonora compuesta por música y distintos estímulos auditivos, con el objetivo de ejercitar la atención auditiva dividida.

Una vez finalizado el relato, cada participante debió realizar un registro escrito en el que consignó los aspectos de la historia que había logrado retener, así como los sonidos o canciones que escuchó e identificó.

En esta ocasión se ofreció Nilda3 a realizar el relato al cual denominó Confitería Las Violetas

Yo tenía 18 años y mucho no me dejaban salir. Era carnaval y mis primos vinieron a hablar con mi papá para que me diera permiso para ir a un baile en el Club Hípico de Palermo, después de tres días finalmente aceptó. Muy emocionada yo, ya que íbamos con mi amiga Mariquita, su hermana, mis dos primos y un amigo de ellos, con quien estaba haciendo el servicio militar (a quien no conocía). ¡Toda una preparación!

Cuando llegamos lo vi, al amigo de mi primo: 1,90mts. Rubio, con los ojos más celestes que vi en mi vida. Empezamos a bailar y Carlos (así se llamaba) no se movía de la silla. Yo estaba segura que miraba a una de mis amigas. En un instante que nos quedamos solos, muy tímidamente me invito a bailar. ¡No lo podía creer! ¡La verdad, era muy mal bailarín! Cuando terminó la fiesta y nos estábamos yendo se acercó y me invito al día siguiente a tomar el té a las Violetas. Yo volví a mi casa en el aire. Casi no pude pegar un ojo.

Me levanté temprano y estuve casi todo el día preparándome. Me estrené una pollera azul plato que me había hecho mi tía, con una camisa marfil. Salí con tiempo para llegar puntual. Estaba impecable. Justo en la esquina, enfrente a la confitería, me acomodo la pollera y me agacho para pasar el dedo por mi zapato. Cuando me levanto, lo siento…fue como un click, o como si me soltaran un pellizco… te explico, ¡antes las bombachas… ¡bombachones más bien! Eran de tela, sostenidas por un elástico en la cintura… y ese click fue que se cortó ese elástico y, automáticamente, ¡cayó la bombacha a mis pies!

Me agaché disimuladamente, la tomé, ¡la metí en la cartera y me fui tan rápido como pude! ¡Segura que no lo volvería a ver… qué vergüenza! Me encerré en mi habitación sin consuelo.

Como a las 7 de la tarde mi mamá me llamó que tenía teléfono. ¡Milagrosamente era el! ¡Y era para disculparse por haberme dejado plantada! No le habían permitido salir del destacamento. Yo me hice un poco la ofendida y pactamos un nuevo encuentro para el día siguiente.

Así fue que con el tiempo nos comprometimos y nos casamos. Después de la fiesta, nos preparamos para irnos de luna de miel. Nos fuimos a Mendoza en tren. Mi noche de bodas iba a ser en un vagón de tren. Tenía unos nervios… curiosamente Carlos parecía más nervioso que yo.

Y llegó el momento, y el daba vueltas y vueltas…yo cada vez más nerviosa. Hasta que se sentó y me dijo: “Te engañé. Y si no te lo digo no voy a poder seguir con esto. Lo único que espero es que me puedas perdonar”. ¡Imagínense mi cara! Casi lloraba, no sabía que decir. Y entonces me dijo: “Yo te mentí, pero te juro que fue porque estaba seguro que no te volvería a ver. Yo estaba en las Violetas aquel día, y vi cuando se te cayo la bombacha…entonces inventé lo del plantón para que nos podamos ver nuevamente…”

¡Yo me empecé a reír… porque imaginaba una declaración peor! Estuvimos juntos por 37 años, hasta que la muerte nos separó…”

Este relato, compartido por Nilda permitió al grupo abrir conversaciones espontáneas sobre primeros amores, rituales sociales de cortejo, vestimentas de época y cambios culturales en torno a la sexualidad y los roles de género, desplegando, no solo memoria autobiográfica, sino también memoria colectiva e histórica.

Desde la Terapia Ocupacional, este tipo de dinámicas evidencia cómo la reminiscencia articula lo ocupacional (los modos de reunirse, vestirse, salir, participar socialmente) con lo emocional y lo cognitivo, favoreciendo la participación activa, la fluidez verbal y la cohesión grupal.

La potencia de la reminiscencia, en estos casos, radica en que permite que una situación aparentemente menor —una salida frustrada a una confitería— se transforme en un relato identitario, donde la persona reordena su experiencia, integra el humor, resignifica un episodio vital y se encuentra con otras a través del intercambio de sentidos.

Consideraciones finales

Las experiencias presentadas muestran cómo la REMINISCENCIA constituye un recurso valioso para el trabajo con personas mayores desde la Terapia Ocupacional, especialmente en intervenciones grupales preventivo promocionales y comunitarias. Su utilización permite articular memoria autobiográfica, emociones, historia ocupacional y participación social, favoreciendo procesos de integración subjetiva que fortalecen la identidad y la continuidad vital.

Desde la Terapia Ocupacional, el trabajo con la reminiscencia se constituye en un recurso central para promover un rol activo, significativo y productivo en las personas mayores. Su valor no reside únicamente en evocar recuerdos, sino en la posibilidad de transformarlos en acción, evitando quedar adherido al pasado y habilitando procesos de renovación del sentido.

Esta perspectiva se inscribe en el marco más amplio de las terapias no farmacológicas, donde la disciplina aporta un enfoque integral orientado a fortalecer capacidades, promover la participación y sostener la construcción de vínculos y proyectos.

En este sentido, los talleres preventivo promocionales constituyen un dispositivo fundamental, ya que permiten desplegar múltiples recursos terapéuticos que integran dimensiones cognitivas, emocionales, sociales y creativas. La reminiscencia, incorporada en este tipo de propuestas, potencia la exploración de la propia historia desde un lugar activo y relacional. Se trata de producir algo nuevo a partir de lo vivido: un relato, una narrativa compartida, una creación, una acción con sentido.

La elaboración de productos creativos a partir de las memorias, como álbumes, relatos, collages, registros escritos, producciones audiovisuales, opera como un puente entre pasado, presente y futuro, al mismo tiempo que convierte la experiencia recordada en una ocupación con propósito. Esta dimensión productiva refuerza la identidad, estimula la expresión emocional y habilita la circulación de la palabra en un espacio grupal que sostiene, comparte y acompaña.

Para concluir consideramos que la incorporación de la reminiscencia como recurso en los talleres preventivo promocionales contribuye a consolidar factores protectores asociados a:

  • la continuidad narrativa
  • la integración de pérdidas
  • el sentido de pertenencia
  • la posibilidad de transmitir un legado

Desde Terapia Ocupacional, trabajar con recuerdos no es un ejercicio meramente retrospectivo, sino una oportunidad para generar participación, promover creatividad y favorecer un envejecimiento saludable, ampliando los repertorios ocupacionales y resignificando los modos de estar en el mundo. En este sentido, Memorias que resisten exhibe recuerdos que no quedan fijados en el pasado, sino que se transforman en acción, creación y sentido compartido.

Referencias: