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Un artículo de Ana Soto Ruíz,
Técnico Superior en Audiología Protésica en Audika España

Con el paso de los años, escuchar bien se convierte en mucho más que una cuestión de salud auditiva: es una puerta abierta a seguir participando, compartiendo y disfrutando de la vida. Oír con claridad nos permite mantener conversaciones, expresar emociones y conservar esos vínculos que dan sentido a la rutina diaria. Por eso, cuidar la audición es también cuidar nuestra mente, nuestras relaciones y, en definitiva, nuestra calidad de vida.

Cuando hablamos de deterioro cognitivo, solemos asociarlo a problemas de memoria, atención o lenguaje, así como a enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, existen otros factores como la depresión, el aislamiento social o la pérdida auditiva que juegan un papel clave en este proceso.

Tratar la pérdida auditiva mejora la vitalidad, el estado de ánimo y la agilidad mental

Cómo afecta la pérdida auditiva al cerebro

El oído interno transforma las ondas sonoras en señales nerviosas que viajan al cerebro para ser interpretadas. Este proceso requiere un flujo constante de estímulos. Cuando la audición falla, el cerebro deja de recibir información completa y debe realizar un esfuerzo extra para comprender lo que escucha.

Las consecuencias más habituales son:

  • Sobrecarga cognitiva: el cerebro se centra en descifrar sonidos, restando capacidad a la memoria, la atención o el razonamiento.
  • Aislamiento social: la dificultad para participar en conversaciones hace que las personas mayores con pérdida auditiva reduzcan sus interacciones, reuniones o actividades, lo que reduce la estimulación cerebral.
  • Cambios cerebrales estructurales: la falta de estímulos auditivos puede reducir la actividad cerebral. Cuando hay pérdida auditiva, el cerebro se fatiga más debido al sobreesfuerzo que debe hacer para interpretar los sonidos. Este fenómeno se conoce como fatiga auditiva o sobrecarga cognitiva.  El cerebro tiene que redirigir recursos de otras funciones cognitivas, como la memoria o la atención, para intentar comprender sonidos incompletos o distorsionados. Esto genera un esfuerzo mental constante que lleva a que muchas personas con pérdida auditiva eviten situaciones sociales por el desgaste que implican, lo que puede derivar en aislamiento y afectar su bienestar emocional y social.

La hipoacusia, por tanto, no es un problema exclusivamente sensorial, sino que también compromete la salud cerebral.

Impacto de la audición en la vida de las personas mayores

La pérdida auditiva no tratada puede generar frustración, aislamiento social, fatiga e inseguridad. Quien no oye bien suele evitar reuniones sociales, desconectándose de conversaciones familiares y limitando su vida social.

Este aislamiento favorece la aparición de síntomas depresivos, deterioro cognitivo y pérdida de autonomía. Por el contrario, tratar la audición de forma temprana ayuda a mejorar la autoestima, la motivación y la participación activa en la vida diaria.

Tratar la pérdida auditiva marca la diferencia. En Audika lo comprobamos a diario: personas mayores que al principio eran reticentes a llevar audífonos experimentan mejoras significativas no solo en la comunicación, sino también en su vitalidad, ánimo y agilidad mental.

Los audífonos no son simples amplificadores de sonido. Hoy son una herramienta terapéutica que protege el cerebro. Además, mejoran la calidad de vida, ya que una buena audición favorece la comunicación, la participación social y la estimulación mental, elementos fundamentales para un envejecimiento activo y saludable.

Escuchar y comunicarse con los demás cuando se tiene pérdida auditiva puede ser un reto. Si una persona escucha mejor, por ejemplo, con ayuda profesional o soluciones auditivas adaptadas, su cerebro no necesita esforzarse tanto para entender los sonidos. Esto libera recursos mentales para otras tareas y puede mejorar la atención, la memoria o el estado de ánimo.

Señales de alerta en la tercera edad

Muchas personas esperan entre 7 y 10 años antes de consultar a un especialista por problemas auditivos. Algunas señales de alarma que no deben pasarse por alto y que deben alertar a familiares y cuidadores son:

  • Subir con frecuencia el volumen de la televisión.
  • Dificultad para seguir conversaciones, especialmente en entornos ruidosos.
  • Necesidad de pedir que se repitan frases a menudo.
  • Desinterés en reuniones sociales o familiares.

Ante cualquiera de estas señales, es recomendable realizar una revisión auditiva. Incluir la audiometría en los chequeos geriátricos periódicos es una medida sencilla y muy eficaz para proteger la salud cerebral.

Prevención y envejecimiento saludable

El cuidado de la audición debe entenderse como parte inseparable de la salud global en la tercera edad. Igual que se controlan la tensión, la glucosa o la visión, la revisión auditiva debe formar parte de los protocolos de envejecimiento activo.

Un abordaje multidisciplinar que incluya a geriatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales y audioprotesistas es clave para detectar de forma temprana la pérdida auditiva y frenar el deterioro cognitivo. La hipoacusia no tratada podría multiplicar el riesgo de deterioro cerebral, mientras que el uso de audífonos ofrece una solución eficaz y preventiva.

Cuidar la audición es cuidar la memoria, la independencia y la calidad de vida de nuestros mayores. Las revisiones periódicas, la detección precoz y el acceso a soluciones auditivas son la clave para promover un envejecimiento saludable, activo y pleno.

A partir de los 55 años, y especialmente en pacientes con enfermedades crónicas, se recomienda realizar una audiometría anual. Además, es fundamental ofrecer acompañamiento emocional y asesoramiento personalizado.

Cuidar de la audición de las personas mayores no es solo mejorar su capacidad de comunicación, es proteger su memoria, su independencia y su calidad de vida.