/p>El gluten se ha convertido, junto con la lactosa, en uno de los alimentos más demonizados de la última década. No obstante, en el caso del gluten, como mínimo, las afirmaciones no tienen rigor científico. “No hay ninguna evidencia que demuestre que el gluten es perjudicial para la salud en términos generales o a largo plazo”, afirma Pilar García Lorda, profesora de Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. Es necesario un diagnóstico médico que justifique su exclusión, ya que al eliminarlo de la dieta se podrían suprimir otros micronutrientes beneficiosos para nuestro organismo.
gluten
“La dieta sin gluten se ha mitificado y se le han atribuido mejoras en la condición física o en la pérdida de peso. Sin embargo, por ahora no hay ninguna evidencia científica de que exista una relación causal entre eliminar el gluten y la pérdida de peso”, afirma la profesora de Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC Alicia Aguilar

De hecho, un reciente estudio realizado por investigadores de Harvard y publicado por la Asociación Americana del Corazón establece que las personas que, sin ser celíacas, dejan de ingerir gluten, tienen un 13% más de probabilidades de tener diabetes de tipo 2 que las que consumen productos con gluten de forma generalizada. “El estudio señala que los individuos en observación que hacían una dieta libre de gluten consumían menos productos ricos en fibra procedentes de los cereales y que este es un factor que contribuye a la prevención de la diabetes de tipo 2”, matiza Alicia Aguilar, profesora de Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC.
La dieta, pues, debe ser equilibrada. A menudo, cuando se restringe el consumo de gluten, también se eliminan lácteos y otros grupos de alimentos. Si esto no se compensa, puede desembocar en dietas con un exceso de proteínas o hidratos de carbono simples”, asegura Anna Bach, profesora del máster de Nutrición y Salud de la UOC.
Por lo tanto, si no existe ninguna reacción adversa relacionada con el consumo de alimentos que contienen gluten, se recomienda seguir las pautas de la pirámide de alimentación saludable y la dieta mediterránea, que indican que hay que consumir cereales (arroz, pan, pasta…) a diario y mejor si son integrales.