Ante la hipótesis de que las personas mayores deban quedarse en casa durante más tiempo que el resto durante el próximo proceso de desconfinamiento de la población, la Fundación Pilares para la Autonomía Personal alerta sobre la vulneración de derechos que esta discriminación por la edad puede suponer.

En este sentido, ante el hecho que las personas mayores deban permanecer durante más tiempo que el resto en casa en el marco del proceso de desconfinamiento, la Fundación Pilares para la Autonomía Personal se aportan una serie de consideraciones con el propósito de ayudar a la reflexión sobre este tipo de medidas.

1. En primer lugar, desde esta entidad se destacar que las personas adultas mayores gozan de la condición plena de ciudadanía como cualquier otro grupo de población, a excepción de quienes tengan la capacidad modificada judicialmente, circunstancia que igualmente puede producirse a cualquier otra edad. Por tanto, tienen derecho tanto a la seguridad como también a la libertad a tomar sus propias decisiones, y ambos derechos constitucionales deben ser respetados de forma ponderada.

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La Fundación Pilares alerta sobre la vulneración de derechos que supone que las personas mayores deban permanecer en casa más tiempo durante el desconfinamiento

2. En caso de estimarse la necesidad de que se garantice la seguridad de algunos grupos mediante las medidas de protección pertinentes, estas deberían estar determinadas, no por la edad de las personas, sino por otros factores como ciertas enfermedades, situaciones de inmunodeficiencia u otras causas vinculadas a la salud que pudieran suponer un riesgo directo de contagio. En este sentido, Fundación Pilares considera que nunca debe establecerse un criterio de edad porque ello linda con la vulneración de los derechos individuales y podría incurrirse en una discriminación. «Eso sí, todos estamos obligados a conocer que, además del derecho a tomar decisiones, también nos compromete el deber ciudadano de tener una actitud responsable para cuidar nuestra propia salud y también la salud pública».

3. Resulta necesario recordar que, fruto de décadas de educación para la salud promoviendo el envejecimiento activo, se ha logrado incorporar como hábito saludable generalizado la práctica del ejercicio físico, desde la convicción de que, en el caso de las personas mayores y de las personas con determinadas patologías cardiovasculares, osteoarticulares, respiratorias, musculares y otras, caminar diariamente de 30 a 45 minutos actúa como elemento preventivo en todos los casos. Además del abandono forzoso de esta actividad, el confinamiento prolongado, que dura ya 5 semanas, comienza a pasar factura en el estado psíquico y anímico de todos los grupos de edad, y esto no excluye a la población mayor, que también sufre estrés por la situación de encierro.

4. Asimismo, se insiste en que el ejercicio de los derechos individuales no está reñido con el cumplimiento de los deberes de solidaridad y civismo en el cumplimiento de las medidas y recomendaciones de las autoridades sanitarias. Las personas mayores han dado sobradas muestras de saber ponerse al frente de los cuidados y de la defensa del bienestar de sus familias y comunidades a lo largo de la historia, advirtiendo «no las tutoricemos ahora como si no supieran cuidar de sí mismas».

5. Por todo ello, esta Fundación insta a que el Gobierno tenga en cuenta la opinión de equipos multidisciplinares y que, además de abordar las cuestiones epidemiológicas que indudablemente requiere la pandemia del COVID 19, se consulte a las entidades de personas mayores, a las asociaciones profesionales, fundaciones, sociedades científicas, etc., que centran sus actividades y su razón de ser en las personas de más edad, y se consideren también los aspectos psicológicos, sociales y los conocimientos que la gerontología y la geriatría aportan.

6. Por todo lo anterior, se pide que se respeten los derechos de las personas mayores, que han sido las que más se han visto afectados por esta pandemia, y no se restrinja su salida del confinamiento con medidas diferentes al resto de la población, lo que significaría someterlas a una “sobreprotección” paternalista que podría incurrir en una nueva forma de discriminación (edadismo).

7. Por último, la Fundación Pilares para la autonomía personal ratifica la necesidad de que se reconozca la condición de ciudadanía de pleno derecho que las personas adultas mayores tienen, recordando que lo que debe propiciarse, tal como recomienda la OMS, es la distancia física entre las personas y no la distancia social porque la cercanía de la comunidad es la que nos permite desarrollar la empatía y el compromiso para que nadie se quede atrás en la salida de esta pandemia.