Un artículo de Essence,
compañía especializada en el diseño de soluciones IoT de teleasistencia, seguridad y domótica

Las personas mayores son uno de los colectivos más vulnerables ante el coronavirus. Sin embargo, no es la enfermedad en sí la única amenaza para ellas. Muchos mayores se enfrentan a una situación de soledad creciente debido a la necesidad de quedarse en casa, a la creciente escasez de profesionales en residencias de ancianos y a la restricción en las visitas de trabajadores sociales.

La soledad supone una amenaza muy real para nuestros mayores; los riesgos para la salud del aislamiento prolongado se han comparado con fumar 15 cigarrillos al día. Durante estos días observamos cómo se incrementa la preocupación de las familias por el bienestar de sus miembros más mayores, impotentes ante la restricción de sus propios desplazamientos.

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La teleasistencia avanzada es una solución tremendamente coste-eficiente para garantizar que las personas mayores puedan seguir siendo atendidas adecuadamente

Desde el inicio de esta crisis hemos visto cómo las videoconferencias han ayudado a muchas personas a aliviar el aislamiento. Sin embargo, de nuevo vemos cómo una gran parte de los mayores no puede aprovechar este tipo de soluciones al no encontrarse cómodos con este tipo de tecnologías, por no hablar de las personas con demencia. No obstante, ante esta situación vemos cómo otro tipo de tecnologías implícitas en la teleasistencia avanzada pueden desempeñar un papel fundamental en el cuidado de las personas mayores, permitiendo garantizar su bienestar al tiempo que aportan una mayor tranquilidad a familiares y cuidadores.

Las tecnologías de teleasistencia avanzada pueden actuar en varios frentes:  

Monitorización de actividad

Mediante la instalación de distintos tipos de sensores en el hogar, las familias y prestadores de servicios de teleasistencia pueden saber cuándo el usuario se ha levantado de la cama, ha comido, se ha aseado… Todo ello redunda en una mayor tranquilidad para los propios mayores y sus familiares.
La monitorización de actividad nos permitiría incluso detectar una disminución del apetito potencialmente provocada por un cuadro de fiebre y tos, síntomas típicos del COVID-19. En general, nos permitiría desplazarnos a un escenario de salud preventiva permitiéndonos identificar desviaciones en el comportamiento habitual que podrían estar anticipando un problema de salud en una etapa muy temprana.

Envío de alarmas

La monitorización de actividad no solo es importante para la tranquilidad de los familiares, sino que los cambios en la rutina generan alarmas de emergencia que llegan a los profesionales que prestan servicio, pudiendo activar el protocolo de actuación correspondiente de forma inmediata.
Además, estas soluciones pueden complementarse con otros tipos de dispositivos de alarma como detectores de caídas o dispositivos activados por la voz, que garantizan que el usuario siempre podrá hacer llegar una alarma a los servicios profesionales ante cualquier situación de riesgo.

Un uso novedoso de la teleasistencia avanzada durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus es la posibilidad de ofrecer hospitalización domiciliaria. Mediante el uso de las capacidades de la tecnología, los pacientes que sufren los efectos del coronavirus podrían ser tratados en sus propios hogares. Esto ayudaría a preservar el aislamiento y evitar la sobredemanda de recursos en el hospital, al tiempo que se garantiza la atención adecuada.

Esta solución sería viable no solo para personas mayores, sino para cualquier persona afectada por el virus. El coronavirus nos está enfrentando a innumerables dificultades y nos empuja a actuar con especial celo a la hora de gestionar los recursos. Hoy más que nunca, la teleasistencia se posiciona como una solución tremendamente coste-eficiente para garantizar que las personas mayores puedan seguir siendo atendidas adecuadamente. Aislados para protegerse del coronavirus, pero nunca solos.