Ansiedad, agitación, vulnerabilidad o desorientación son algunos de los sentimientos que puede desarrollar una persona que está hospitalizada sin la compañía de un familiar o una persona allegada. Por ello, descde el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (COPAO) destacan la importancia de contar con supervisión de profesionales de la psicología en estos momentos de hospitalización en los que los protocolos Covid exigen esta medida.

La pandemia está provocando que los pacientes que tienen que ser hospitalizados por cualquier motivo tengan que permanecer aislados, sin acompañantes, y ello está afectando, desde el punto de vista psicológico, tanto a los enfermos como a sus familiares. Y es que, tal y como advierte Ángeles Ortiz, miembro de la Sección Profesional de Psicología Clínica y de la Salud del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental (COPAO), “el estrés ya es una realidad intrínseca de cualquier tipo de hospitalización, por lo que en el entorno Covid-19 agrega una mayor vulnerabilidad del paciente, debido al contexto social y al exceso de noticias al que estamos sometidos diariamente (infodemia)”.

El COPAO advierte que la hospitalización sin acompañante, como medida de contención de la Covid-19, puede afectar en la recuperación del paciente

En este sentido, Ángeles Ortiz recuerda que el hecho de que el paciente que no cuente con acompañamiento de un familiar o persona allegada durante el proceso de hospitalización “hace que se desarrollen sentimientos como ansiedad y agitación, que se hacen especialmente agudos en los casos de pacientes con procesos de demencia, deterioro cognitivo, trastornos psicológicos o en recuperación de un proceso de delirium (síndrome confusional agudo); bajada de ánimo ante la falta de control de la situación, sentimiento de incertidumbre e indefensión; desorientación espacial y temporal; y un sentimiento de dependencia excesiva ante el hecho de dejar de hacer cosas que anteriormente podría hacer por sí mismo”.

De la misma manera, los enfermos por hospitalización en esta situación señalan “una sensación de irrealidad debido al aislamiento, el silencio de los pasillos -normalmente muy concurridos con visitas y familiares- y la frialdad por los equipos de protección (EPI)”.

Estos sentimientos tienen una incidencia clara sobre la adherencia a los tratamientos y repercuten en la recuperación del paciente y su pronóstico a medio-largo plazo. “Es un aspecto vital en las personas ancianas, en las que se observan procesos reactivos a la hospitalización y susceptibles de sufrir cuadros depresivos y/o demencias”, señala la experta del COPAO. En este sentido, hay que tener en cuenta que involucrar a la familia suele crear un ambiente menos adverso y favorece el proceso de rehabilitación del paciente.

Otro aspecto a tener en cuenta es el síndrome ‘post-UCI’ que afecta a la persona en sus dimensiones física, psicológica y cognitiva manifestando cuadros de depresión, ansiedad y estrés postraumático, así como estados confusionales, dificultades de atención y de memoria”, indica Ángeles Ortiz.

Sentimientos recurrentes de impotencia y estrés en los familiares

Desde la Sección Profesional de Psicología Clínica y de la Salud del COPAO se incide también en el caso de los familiares que se ven obligados a dejar a sus seres queridos solos y en los que, en términos generales, pueden aparecer sentimientos recurrentes de impotencia y estrés, ante la sensación de ‘estar abandonando’ al paciente.

Ante este tipo de situaciones, desde el COPAO se ofrecen una serie de pautas para gestionar esta situación de estrés:

  1. Utilizar estrategias de afrontamiento apropiadas: estamos en una época anómala. No es mi responsabilidad ni mi culpa el no poder estar allí.
  2. Asumir qué se puede controlar y qué no: asegurarse de que el familiar tenga acceso a enseres básicos de higiene, sistemas de audición y gafas, garantizando que el personal sanitario atienda al paciente en todas sus necesidades.
  3. Tratar de normalizar la situación con el paciente y el resto de la familia: las nuevas tecnologías nos pueden servir de apoyo en este tipo de situaciones, ofreciendo una comunicación más fluida con nuestro ser querido por medio de llamadas, mensajes de voz, videollamadas, etc. 
  4. Descargar las emociones intensas no deseadas como la tristeza, el miedo o la ira, buscando el apoyo en el resto de la familia.
  5. Reducir la actividad o las situaciones que puedan sobrecargarnos o generar estrés.
  6. Emplear técnicas de relajación y de respiración para manejar el nivel basal de ansiedad.
  7. Solicitar al personal sanitario una mayor comunicación o más frecuente
  8. Transmitirle al paciente los buenos deseos y afecto de toda la familia y personas allegadas.

Esos sentimientos también se pueden ver reconfortados a medida que el personal sanitario se muestra más afectuoso y cercano en las informaciones que ofrece ya que el familiar percibe que no sólo es proveedor de cuidados médicos, sino que es un canal de contacto con su ser querido. “Cuando la comunicación con el personal sanitario es cercana, fluida y amigable, tanto pacientes como familias pueden acompañar su miedo natural con sentimientos de confianza y seguridad”, asegura Ángeles Ortiz.

Con respecto a los familiares, desde el COPAO se recomienda recurrir al apoyo entre familiares y allegados durante los tiempos de espera de información. Momentos susceptibles de que se generen sentimientos como miedo, angustia y ansiedad. “Es importante asumir que es natural y legítimo temer por la seguridad del ser querido y expresarlo abiertamente. Los pensamientos negativos y el ‘algo ha ido o está yendo mal’ son sintónicos de la situación y hay que tratar de no llevarlos al catastrofismo ya que, conforme el estado emocional de ansiedad va avanzando, se producen sesgos cognitivos como el pensamiento catastrofista o la interpretación emocional de la realidad, lo que puede llevar a un nivel mayor de ansiedad”, subraya Ángeles Ortiz.

Preparar al paciente para asumir, en solitario, la recepción de información sobre su pronóstico

Otra de las realidades de la hospitalización sin acompañante es que el paciente debe asumir, en solitario, la recepción de información sobre su pronóstico o estado y, a la vez, transmitirla a sus familiares al otro lado del teléfono. Según la psicóloga del COPAO, “para determinadas personas con un alto grado de autonomía, esto puede suponer un reto o desafío. En cambio, para aquellas que presentan una mayor vulnerabilidad o dificultades en la toma de decisiones, se recomienda contar con la supervisión de profesionales de la psicología ya que la información se recibe bajo condiciones de un alto estrés y, dependiendo del carácter de la información, puede ser vivido como un evento traumático”. Asimismo, no todas las personas se sienten o se perciben a sí mismas como preparadas para tomar decisiones con respecto a su enfermedad.

En este sentido, desde el COPAO se considera que se debe trabajar en preparar al paciente y que asuma esa información como propia. Una vez madurado ese aspecto, se lo contará a la familia. Por supuesto, el personal sanitario debe estar formado en la correcta comunicación de la información y ayudar a tomar decisiones. Se debe comprobar que la persona ha entendido lo que se le ha informado y que es capaz de resolver sus dudas en un clima de seguridad y confianza.