El proceso de vacunación en las residencias de personas mayores ha reducido drásticamente el número de contagios y fallecidos por Covid-19. Pero las consecuencias de la pandemia para el personal de estos centros y para las personas institucionalizadas seguirá teniendo una gran afectación a nivel cognitivo, emocional y funcional, tal y como quedó reflejado en el webinar «Residencias inmunizadas: ¿y ahora qué?», organizado por la Fundación Edad&Vida.

Los expertos reunidos en este foro online señalaron que para recuperar el bienestar y la calidad de vida de sus usuarios es imprescindible reactivar la actividad de los centros, sus hábitos y sus rutinas, el contacto con familiares y las salidas a la calle. Además, para que las residencias vuelvan a ser centros de vida debe brindarse el trato más personalizado posible, y una participación más activa de las personas mayores en los procesos de toma de decisiones que les afectan, buscando el equilibrio entre la seguridad ante la pandemia, y el bienestar emocional de cada persona.

Los expertos reunidos en este foro online señalaron que para recuperar el bienestar y la calidad de vida de sus usuarios es imprescindible reactivar la actividad de los centros

Presentado por Joaquim Borrás, presidente de Edad&Vida, el webinar contó con la participación de la Dra. Sacramento Pinazo, doctora en psicología, profesora universitaria e investigadora del Estudio RESICOVID; Mercè Mas, de FATEC, la Federació d’Associacions de Gent Gran de Catalunya; Josep de Martí, director de Dependencia.info; y Josep Valls, CEO de Anticimex.

Los profesionales padecen fatiga pandémica

Durante su intervención, la Dra. Sacramento Pinazo presentó los resultados preliminares del Estudio RESICOVID, aún en marcha, que analiza la situación de los profesionales residenciales y de las personas mayores, tanto las que viven en estos centros como en sus domicilios. «Los profesionales han padecido y siguen padeciendo lo que denominamos fatiga pandémica: sobrecarga emocional, estrés, ansiedad, saturación, incertidumbre, enorme responsabilidad… todo ello sumado al hecho de sentirse poco reconocidos a nivel económico y laboral, pero también a nivel social. Es imprescindible atender sus necesidades desde todos estos puntos de vista», señaló la Dra. Pinazo.

En cuanto a las personas mayores, la Dra. Pinazo destacó que el estudio «detecta diferencias muy significativas entre los estadios cognitivos, emocionales y funcionales previos a la pandemia y los actuales. La soledad, el aislamiento, la ruptura de sus rutinas, los cambios de hábitos constantes o la falta de contacto con sus seres queridos, entre otros, han afectado enormemente a las personas institucionalizadas. Todo ello sumado a una gran discriminación, en términos edadistas, tanto de las administraciones públicas y los medios de comunicación, como de la sociedad en general. Ahora es el momento de hablar de todas estas consecuencias».

En este mismo sentido, Mercè Mas, de FATEC, alertó del gran repunte del edadismo, advirtiendo que «además de estigmatizar a las personas mayores, todas las medidas adoptadas han sido en función de la edad, y no de la persona. Desde FATEC siempre hemos insistido que el trato debe ser personalizado, que deben tenerse en cuenta las necesidades, derechos, deseos y preferencias de cada persona».

La representante de la Federació d’Associacions de Gent Gran de Catalunya también puso en valor el trabajo de los centros residenciales, afirmando que «se ha dado una visión muy negativa de las residencias, cuando la realidad nos indica que se han hallado infinitud de soluciones creativas, dentro de las limitaciones, para personalizar al máximo. Insistimos, el camino a seguir es el de la personalización. Las residencias no son hospitales, nadie quiere vivir en un hospital. Las residencias deben ser centros de vida, con una mayor integración social y sanitaria, pero deben ser sus hogares»

Para Josep de Martí, director de Dependencia.info, las personas que viven en residencias deben tener mucho más poder de decidir por ellos mismos. «Lo que realmente afecta negativamente a las personas institucionalizadas, y a las mayores en general, son la soledad, el aburrimiento y el sentimiento de inutilidad. Dentro de las posibilidades de la pandemia y de la situación personal de cada persona, debe encontrarse un equilibrio entre las medidas de seguridad y su salud emocional. Es necesario el debate de cómo hacer que las personas estén más empoderadas, que tengan mayor capacidad de decidir por ellas mismas. Abriendo este debate nacen nuevas alternativas y soluciones para que las residencias sean o vuelvan a ser centros de vida», resaltó.

Las personas interesadas pueden visualizar aquí al completo el webinar «Residencias inmunizadas: ¿y ahora qué?», organizado por la Fundación Edad&Vida.