Un artículo de Dolores Villalobos Tornero y José López Sánchez, del Centro Europeo de Neurociencias (CEN)

Nuestro cerebro funciona como cualquier otro órgano de nuestro cuerpo, siendo éste el más complejo de todos ellos. El envejecimiento cerebral se produce por diversos cambios morfológicos, bioquímicos, metabólicos y circulatorios, que se evidencian en cambios funcionales en nuestro día a día. Del alcance de este envejecimiento depende el desarrollo o no de deterioro cognitivo (Borrás Blasco y Viña Ribes, 2016).

La plasticidad cerebral permite que, aun habiendo deterioro del cerebro a distintos niveles provocado por el envejecimiento, estos no se traduzcan en pérdida de las capacidades funcionales del mismo. Sin embargo, cuando el daño supera unos determinados límites puede aparecer el desarrollo de diversas enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer. La genética, junto con el estilo de vida, la alimentación, factores ambientales, etc. pueden precipitar la aparición de estas enfermedades que cursan, entre otros aspectos, con deterioro cognitivo.

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La terapia intensiva está enfocada en crear hábitos de vida saludables

Asimismo, conviene aclarar un término que habitualmente aparece relacionado en estos contextos y es el de demencia. Estaremos ante un caso de demencia cuando una enfermedad neurodegenerativa u otra enfermedad sobrevenida afecte de forma significativa al estado del paciente, provocando un marcado deterioro de sus capacidades físicas, cognitivas, emocionales y/o conductuales que afecten a sus actividades diarias.

De esta manera, más allá de aquellas variables y factores fuera de nuestro alcance, las personas cuando envejecemos somos también agentes activos de nuestro modo de envejecimiento y nuestra conducta repercute en cómo éste se va desarrollando. La actividad física, así como la actividad cognitiva en edades avanzadas, constituye un estilo de vida saludable. En estas edades es la propia vida activa la terapia intensiva necesaria. Las personas mayores que empiezan a sufrir deterioro cognitivo o que desgraciadamente comienzan a ver las secuelas de una enfermedad neurodegenerativa, necesitan mantener un estilo de vida adecuado que les permita mantener sus capacidades preservadas el mayor tiempo posible.

Por tanto, en estos casos y con esta población, la terapia intensiva está enfocada en crear hábitos de vida saludables. De esta manera, al margen de la actividad que se puede realizar cuando se acude a un centro especializado, es necesario implementar buenos hábitos en el día a día, con el asesoramiento y la supervisión de profesionales. Esto, además, es más sencillo en la actualidad gracias a las nuevas tecnologías, que permiten monitorizar y supervisar el trabajo en casa.

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Los pacientes con deterioro cognitivo, o en fases iniciales de una demencia, no deben ser relegadas a estilos de vida inactivos, que aceleren además el desarrollo de sus déficits

Actualmente tenemos a nuestro alcance plataformas que permiten al profesional especializado (por ejemplo, neuropsicólogo) diseñar un plan de entrenamiento cognitivo individualizado, con diferentes actividades para cada paciente, que le permitan realizarlas desde casa, implantando esa rutina activa en el domicilio, la cual podrá ser supervisada por el profesional y ajustada a los cambios y necesidades. Este tipo de actividades permiten a la persona trabajar, a través de ejercicios amenos y motivantes, funciones como la atención, la memoria, el lenguaje o la planificación. Un artículo de revisión reciente pone de manifiesto las oportunidades del uso de estas plataformas de estimulación cognitiva y las posibilidades que ofrecen con estas poblaciones (Irazoki et al., 2020).

Existen distintos sistemas que permiten el diseño de un programa individualizado de terapia física a distancia, que puede ser monitorizado por un profesional para adaptarlo a las necesidades de la persona. En los últimos años se han desarrollado numerosos estudios que demuestran que el ejercicio físico activo, individualizado y monitorizado por profesionales, tiene una influencia positiva en cuatro aspectos fundamentales: neuroplástico, reparativo, cardiovascular y metabólico (Ploughman & Kelly, 2016).

Los pacientes con deterioro cognitivo, o en fases iniciales de una demencia, no deben ser relegadas a estilos de vida inactivos, que aceleren además el desarrollo de sus déficits. Adquirir rutinas en el día a día que les mantengan activos y motivados es fundamental y va a ayudar al enlentecimiento de su deterioro. Mantener las relaciones sociales, aprender cada día algo nuevo, participar en las actividades de casa, tomar decisiones e iniciar hábitos, son conductas que van a ayudar a conseguir estos objetivos. Así mismo, profesionales de la neurorrehabilitación pueden ayudar a los pacientes y sus familias a instaurar y mantener estas rutinas, así como otras más específicas y centradas en el estado y las necesidades, de forma controlada y supervisada.

Dolores Villalobos Tornero – linkedin.com/in/loles-villalobos-tornero
Jose López Sanchez – linkedin.com/in/loles-villalobos-tornero

Referencias

Borrás Blasco, C., and Viña Ribes, J. (2016). Neurofisiología y envejecimiento. Concepto y bases fisiopatológicas del deterioro cognitivo. Rev. Esp. Geriatr. Gerontol. 51, 3–6. doi:10.1016/S0211-139X(16)30136-6.

Irazoki, E., Contreras-Somoza, L. M., Toribio-Guzmán, J. M., Jenaro-Río, C., Van Der Roest, H., and Franco-Martín, M. A. (2020). Technologies for cognitive training and cognitive rehabilitation for people with mild cognitive impairment and dementia. A systematic review. Front. Psychol. 11. doi:10.3389/fpsyg.2020.00648.

Ploughman Michelle, and Kelly P. Liam (2016). Four birds with one stone? Reparative, neuroplastic, cardiorespiratory, and metabolic benefits of aerobic exercise poststroke. Curr Opin Neurol 2016, 29:000–000. DOI:10.1097/WCO.0000000000000383