Un artículo del Dr. Víctor López García,
Médico gerontólogo y miembro de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP)

Introducción

La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad multifactorial de origen en gran parte desconocido que afecta principalmente al cerebro, produciéndose, entre otras cosas, una pérdida manifiesta de neuronas por degeneración y muerte neuronal, dificultades en la comunicación entre las neuronas por pérdida o empobrecimiento de conexiones en los circuitos neuronales (empobrecimiento de la arborización de las dendritas neuronales), depósito de proteínas anormales, como la Beta-amiloide fuera de las  neuronas y Tau dentro de la mismas, y una deficiencia o carencia de ciertos neurotransmisores que son las sustancias químicas que facilitan la neurotransmisión  o la trasmisión del  flujo nervioso entre las neuronas, como es el caso de la acetilcolina.

Asimismo, en los cerebros de los enfermos de Alzheimer se ha encontrado un acúmulo excesivo de radicales libres (que destruyen las neuronas) y fenómenos de inflamación crónica del tejido conectivo o de sostén del cerebro (glía cerebral) y una disregulación de la apoptosis celular (suicidio programado de las células). Todo ello da lugar a una destrucción paulatina del cerebro (atrofia cerebral progresiva), que conduce a un deterioro creciente de la capacidad cognitiva y psicoafectiva con pérdida consiguiente, también a la larga, de la autonomía personal (capacidad de valerse y conducir la vida diariamente por sí mismo). En la esfera cognitiva se da, sobre todo, una pérdida progresiva de la memoria; por eso, se conoce esta enfermedad también, como la enfermedad del olvido.

Todo esto hace que el enfermo de Alzheimer acabe siendo totalmente dependiente de su entorno, de sus familiares y cuidadores, y viva “un eterno presente”, desconectado de la realidad, de su pasado y futuro.

En la génesis de la enfermedad de Alzheimer están implicados factores genéticos, estilo de vida malsano (ingesta excesiva de  alcohol, de sal, de azúcares refinados, de grasas saturadas , de grasas trans, de ácidos grasos omega-6,  hábito pernicioso de fumar, …), dificultades del riego sanguíneo  cerebral, influencias perjudiciales del medio ambiente, estrés crónico, nutrición deficiente sobre todo de ciertos factores protectores de las neuronas y del tejido cerebral, vida sedentaria, falta de actividad mental, carencia de estímulos culturales e intelectuales, infecciones víricas pasadas, antecedentes de traumatismos craneales, presencia excesiva de radicales libres en el tejido cerebral como ya se ha dicho anteriormente…

geriatriarea alzheimer
El futuro del tratamiento de la enfermedad de Alzheimer es prometedor y se esperan grandes cambios en las próximas décadas

Lo que quiere decir, que en su génesis está implicada la salud global del individuo, su personalidad, su conducta, el entorno físico, social y cultural, y toda la biografía de la persona (patobiografía).

En cuanto a la genética del Alzheimer requiere un análisis especifico: ciertas anomalidades o variantes genéticas están ubicadas en ciertos cromosomas del genoma humano y dichas alteraciones que se consideran como marcadores genéticos, predisponen –en mayor o menor grado– dependiendo de si los genes son dominantes o recesivos, a la aparición de la enfermedad de Alzheimer, que puede ser precoz, de evolución rápida (como en el caso de la actriz estadounidense Rita Hayworth), o tardía, de evolución lenta (como el que se dio con el expresidente estadounidense Ronald Reagan).

Planteamiento del diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de Alzheimer desde la visión de la medicina integrativa

Las pautas de actuación sanitaria a lo largo de la vida de una persona y que servirían tanto en plan preventivo –antes que se manifieste la enfermedad– como en plan terapéutico, se puede llevar también al terreno práctico de la enfermedad de Alzheimer. En esta línea de actuación, los expertos en esta enfermedad recomiendan seguir las siguientes indicaciones:

1. Diagnóstico precoz

Hoy en día existen diversos medios y procedimientos diagnósticos (pruebas neuropsicológicas, analíticas específicas, determinación de las proteínas Tau y Beta-amiloide en el líquido cefalorraquídeo, pruebas de neuroimagen (TAC, Resonancia magnética nuclear, PET, SPECT, etcétera) y también métodos predictivos (test, análisis genéticos) en casos determinados. Pero, hay que entender, que esta enfermedad sólo puede ser diagnosticada con seguridad y certeza con biopsia cerebral o autopsia. Ayudaría mucho en alcanzar un diagnóstico precoz una cultura sanitaria de concienciación y conocimiento de esta enfermedad en la ciudadanía, para facilitar la detección precoz de los signos y síntomas de la aparición o manifestación de la misma. Y también, sería aconsejable, perderle el miedo a la enfermedad, ya que el miedo a padecerla, tanto por parte de los familiares, como en los propios pacientes, hacen retrasar el diagnóstico.

2. Tratamiento integral precoz

Tan pronto se diagnostique la enfermedad, habría que encauzar un tratamiento integral especializado e individualizado bien dirigido, basado en lo siguiente:

A) Seguimiento de un estilo de vida saludable que abarque:

  • Nutrición correcta, saludable, variada y equilibrada (que aporte una cantidad suficiente de proteínas de alta calidad biológica, antioxidantes, vitamina E, vitamina C, vitamina B1, B6, ácido fólico, vitamina B12, fosfolípidos, ácidos grasos esenciales omega-3, etcétera). Todo lo cual serviría para conseguir una nutrición óptima de las neuronas y del tejido nervioso y mejorar la neurotransmisión, a lo largo de toda la vida de la persona.
  • Ejercicio físico regular adecuado (con un cierto estímulo aeróbico). Las investigaciones han podido determinar que los efectos del ejercicio físico van más allá de lo físico, muscular, articular…es decir, influyen también sobre la neurotransmisión entre las neuronas, activación y eficiencia de las neuronas, estructura cerebral, neurogénesis, neuroprotección, etcétera, así como en la esfera psíquica: el ejercicio físico mejora el estado de ánimo, infunde la confianza en sí mismo, despeja las preocupaciones, facilita un sueño reparador, etcétera.

    Con solo practicar una caminata de una hora dos veces al día, con un cierto estimulo aeróbico- claro, teniendo en cuenta las limitaciones y dificultades de cada persona- se puede retrasar el deterioro cognitivo y la demencia precoz. Ciertos neurólogos alemanes han detectado que el ejercicio físico continuado- como hábito de vida- como el caminar, mejora la microcirculación cerebral haciendo que los capilares y las pequeñas arteriolas del cerebro se destaponen y se vuelvan más flexibles; y, de esta manera se consigue una mejor nutrición de las neuronas.
  • Psicoestimulación, actividad mental, entrenamiento mental, juegos, lectura, conversación, manejo del ordenador, del móvil, etcétera. Interés por la vida y la cultura, curiosidad intelectual por la vida y las cosas, etcétera. Entrenar la mente y la memoria, utilizando la vida misma como taller de aprendizaje, o bien, recurriendo a ejercicios monitorizados a través de cursos y talleres apropiados.

    El ejercicio/ entrenamiento mental es muy necesario para que el cerebro se mantenga en forma. De tal manera es así, que cuando el cerebro no se entrena se atrofia, y pierde facultades. Recuerdo aquellos principios clásicos a este respecto: “Todo órgano que no se ejercita se atrofia” “La función hace al órgano” “¡O, lo usas o lo pierdes!”…
  • Sueño profundo y reparador (al menos unas 7- 8 horas). El sueño profundo y de calidad limpia el cerebro, lo ordena, y elimina los recuerdos inservibles. Algunos neurofisiólogos opinan que el sueño es el mejor alimento del cerebro.

    Con una privación crónica o persistente del sueño (insomnio crónico) el cerebro envejece, se deteriora y puede llegar incluso a una pérdida de la capacidad cognitiva y de la memoria, induciendo la aparición de una demencia precoz.
  • Actividades lúdicas, recreativas, de expansión o de esparcimiento. Muchas de ellas se deberían practicar al aire libre. Recuérdese los efectos beneficiosos de los jardines terapéuticos para los enfermos de Alzheimer en Escocia. En dichos jardines al aire libre (cuando hace buen tiempo y protegidos del sol) los enfermos de Alzheimer están ocupados cuidando plantas y flores, bajo la vigilancia y seguimiento de los monitores.
  • Socioactivación, socioanimación, convivencia social, bailes, amigos, comidas, centros culturales, centros cívicos… Las personas se enriquecen, se estimulan, se entretienen mucho cuando se comunican y se tratan entre sí. Esto puede darse también con los enfermos de Alzheimer, pero, hay que tener en cuenta las posibilidades y el grado evolutivo de la enfermedad en cada paciente.

B) Farmacoterapia específica antiAlzheimer (simple o combinada). Debe ser individualizada, lo más actualizada posible, lo más precoz posible.

C) Cuidados familiares y profesionales: “la enfermedad golpea el cerebro del paciente y el corazón de los familiares y cuidadores”. Por ello, hay que evitar “quemarse”. “Síndrome del cuidador quemado” Hay que asociarse a grupos de autoayuda, ayuda mutua (Asociaciones de enfermos de Alzheimer y otras demencias), participar en redes de apoyo, y disfrutar de un despliegue social y lúdico adecuados “Buscar respiros”, “Repartir la carga”.

D) Saber aplicar y utilizar bien los recursos espirituales. Las creencias religiosas sinceras tienen un efecto consolador y relajante tanto en los pacientes incipientes como en los familiares agobiados que cuidan a los enfermos de Alzheimer.

E) Actitud positiva ante la vida, la vejez y ante la propia enfermedad. Esta actitud filosófica-psicológica optimista y confiada hay que mantenerla activa durante toda la vida de la persona.

F) Disfrute de una actividad sexual sana y gratificante (dentro de lo posible)

E) Cultivo y disfrute de las humanidades, bellas artes, música, sentido del humor y risa. Un efecto muy positivo tiene la música en los enfermos de Alzheimer, en sus diversas formas y aplicaciones. A título de ejemplo: se ha comprobado que la música estimula o calma al enfermo de Alzheimer, según el tipo de música que se escuche, y hace al enfermo más cooperativo y empático con las instrucciones provenientes de los cuidadores/ monitores.

Resumen y conclusión

El futuro del tratamiento de la enfermedad de Alzheimer es prometedor y se esperan grandes cambios en las próximas décadas dentro del  presente siglo XXI, en el que ya estamos inmersos, y se está investigando y ensayando incesantemente nuevos recursos en múltiples frentes (vacuna antiAlzheimer, limpiar el cerebro de proteínas anómalas como la Beta- amiloide y Tau, implantes de células madre, mejora de los medicamentos antiAlzheimer existentes y síntesis de nuevos medicamentos…), pero, hasta que llegue ese momento, tenemos que apoyarnos en los puntos que he referido en este artículo, y que se basan fundamentalmente en la medicina integral -medicina natural integrativa- que sería la alianza de la medicina oficial con la medicina natural científica, además de las aportaciones de  la gerontología preventiva y los conocimientos de las neurociencias,.

Todo ello se traduce por seguir permanentemente un estilo de vida saludable a lo largo de la vida, evitando el estrés crónico, la autoagresión cerebral (mental), los tóxicos, tabaquismo, exceso de alcohol, insomnio crónico,  ingestión de contaminantes y metales pesados en cantidades excesivas (como el aluminio, cinc), la vida sedentaria, etcétera, protegiendo  continuamente nuestro cerebro y estimulando permanentemente nuestra mente, nuestra curiosidad, creatividad e ilusión y aplicando lo antes posible los fármacos antiAlzheimer, cuando sea necesario. En los estadios incipientes puede ayudar algo los antioxidantes como la vitamina E y la vitamina C, la planta medicinal Ginkgo Biloba, la lecitina, etcétera.

Para terminar, quiero significar que es importantísimo a lo largo de la vida del ser humano, para evitar este tipo de dolencias neurodegenerativas, que al cerebro le llegue en todo momento una cantidad suficiente de sangre limpia, bien oxigenada (de ahí, la gran importancia de respirar bien, un aire no contaminado) y que esté repleta de antioxidantes, y sustancias vivificadoras, energéticas y regenerativas de las neuronas y del tejido cerebral… Y acompañado de una buena tranquilidad cerebral (mental), libre de emociones negativas, estrés mental, etcétera, tan abundantes en el mundo actual, cada día más artificial y superestresado. Todo lo cual se puede conseguir más fácilmente con los modernos recursos y procedimientos que proporciona la medicina natural científica integrativa.

Y antes de despedirme quiero transmitir un mensaje final: cuidemos nuestro cerebro con gran esmero durante toda nuestra vida, pues es el órgano principal dónde se asienta nuestra personalidad, nuestro bienestar, nuestras emociones positivas, nuestra capacidad de gozar, nuestras expectativas favorables, nuestra creatividad y, en definitiva, nuestra felicidad.