Recuperar la funcionalidad previa a la pandemia en las personas mayores con dolor crónico es un reto para los profesionales sanitarios. Y es que las personas mayores han sido las más afectadas por la pandemia causada por el SARS-CoV-2. Son las que han asumido más riesgos por su contagio, pero también las que, librándose de él, han padecido la falta de atención de otras patologías debido al colapso generado en el Sistema Nacional de Salud.

Así lo afirma, la doctora Cristina Alonso, moderadora del seminario online ‘Entorno pandemia ¿Cómo ha afectado a las personas mayores con dolor crónico?’, organizado por Grünenthal y avalado por la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG). Según esta especialistas, las personas mayores aquejadas de otras patologías quedaron en un segundo lugar por el colapso del Sistema Nacional de Salud durante la primera y segunda ola, a lo que se sumó las recomendaciones médicas que confinaron a los mayores en casa y el miedo de estos a contagiarse si acudían al médico.

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Lograr que las personas que sufren dolor crónico recuperen la funcionalidad y, por tanto, la calidad de vida, es un reto para los profesionales sanitarios

A pesar de que los profesionales sanitarios no cuentan todavía con estudios concretos, empiezan a percibir las consecuencias de esta pandemia y la inmovilidad en las personas que sufren dolor crónico debido a diferentes patologías. «No tenemos datos todavía, pero sabemos por estudios previos que la inmovilidad y la disminución de la actividad física empeora el control del dolor y favorece el deterioro físico y cognitivo. Creemos que los pacientes con dolor crónico se han visto afectados de manera negativa», advierte la Dra. Alonso.

Por este motivo, considera indispensable la organización de sesiones enfocadas a mejorar la atención a estos pacientes para solventar este problema, destacando que «el principal reto que tenemos los profesionales sanitarios, es lograr que las personas que sufren dolor crónico recuperen la funcionalidad y, por tanto, la calidad de vida que tenían antes de la llegada del coronavirus».

Pautar los diferentes fármacos para el tratamiento de la osteoporosis

Grünenthal también ha organizado el seminario online ‘Terapia secuencial sí, ¿pero en qué orden?’, en el que se ha abordado la fractura osteoporótica. Una de las principales conclusiones de este encuentro es que en una enfermedad como la osteoporosis, no importan solo los medicamentos que se prescriben al paciente, sino que también resulta determinante el orden en el que se pautan.

La osteoporosis es una enfermedad crónica en la que se produce una disminución de la densidad de masa ósea. Así, los huesos se vuelven más porosos y aumenta el número y el tamaño de las cavidades que existen en su interior, por lo que se vuelven más frágiles y resisten peor los golpes. El abordaje de esta enfermedad requiere un tratamiento a largo plazo, diseñado de manera individualizada y secuencial.

En la práctica clínica, los facultativos se ven en la tesitura de establecer el tratamiento más adecuado para cada paciente, lo que incluye pautar el orden en el que se deben utilizar los diferentes fármacos que hay disponibles para conseguir un tratamiento exitoso. “El tratamiento de los pacientes con alto riesgo de fractura suele ser prolongado, por lo que para minimizar en lo posible sus efectos adversos, la mayoría de estos pacientes realizarán tratamiento con más de un fármaco. Es, por lo tanto, lógico, plantearse si una secuencia de tratamiento es más efectiva que otra y si esto es así en todos los pacientes”, explica la Dra. Carmen Gómez Vaquero, del Servicio de Reumatología del Hospital Universitari de Bellvitge, y moderadora de la sesión.

Además de estudiar estas pautas, las novedades científicas que se vienen produciendo en este ámbito hacen que los médicos que atienden a estos pacientes deban actualizarse. “Nos encontramos en un período de evolución entre los profesionales que se dedican al metabolismo óseo, en el que se pretende mejorar la selección de los pacientes que requieren tratamiento farmacológico –que son los que tienen mayor riesgo de fractura– y la selección de los tratamientos que debemos pautarles”, señala la Dra. Gómez.

El “cambio de paradigma se debe tanto a la mejoría del conocimiento sobre la cronología de la presentación de las fracturas por fragilidad y de la concienciación sobre el riesgo inminente de fractura, como a la evidencia en ensayos clínicos de que los tratamientos anabólicos disminuyen la incidencia de nuevas fracturas de forma más efectiva que los bifosfonatos orales”. El objetivo terapéutico es la prevención de fracturas por fragilidad. “Como este objetivo debe mantenerse en el tiempo, una medida de desenlace a medio plazo que nos ayuda en nuestras decisiones terapéuticas es conseguir una ganancia significativa de densidad mineral ósea”, concluye la especialista.