Un artículo de Accent Social, entidad orientada a mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas

El dolor permanente, que deriva de enfermedades crónicas asociadas a la edad como artrosis, enfermedades cardiovasculares o neuropatías, entre otras, es un factor común en la población de más de 65 años. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, el 11% de la población sufre dolor crónico.

Se considera dolor crónico aquel que tiene una persistencia mayor a seis meses y carece de curación. Generalmente, este tipo de dolor se localiza en las articulaciones de la espalda, las piernas y los pies. A menudo, este tipo de dolor interfiere en el día a día de las personas que lo experimentan, ocasionándoles cambios en el estado de ánimo, malestar y estrés, y de un modo agravado en aquellos casos en que además concurre la incapacidad de describir cómo es su dolor.

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El dolor crónico provoca cambios en el estado de ánimo, malestar y estrés

Por ello, desde Accent Social creemos que el acompañamiento es esencial para aquellas personas que sufren enfermedades crónicas con dolor asociado, ya que requieren un apoyo físico y emocional específico, personalizado y continuo.

Técnicas especializadas y personalizadas en favor de la calidad de vida

Tal y como explica Beatriz Borrego, fisioterapeuta del Centro de Día de la Pobla de Mafumet, que gestionamos en Accent Social, “en cualquier momento y a cualquier edad podemos padecer un episodio de dolor físico. Actualmente con el aumento de la esperanza de vida es frecuente encontrarnos con personas mayores que refieren tener dolor continuo o intermitente, desde hace meses o incluso años. Para intentar paliarlo existen diferentes tipos de tratamiento.

Una de las técnicas que emplea nuestro equipo de fisioterapeutas para tratar de reducir el dolor crónico es la electroterapia. A través de corrientes eléctricas se logra estimular los mecanismos del organismo encargados de regular la sensación del dolor, para que este disminuya.

Por otra parte, también existe la cinesiterapia activa, activo-asistida o pasiva, un método basado en la ejecución de movimientos activos y pasivos del cuerpo, con el que tratamos las rigideces y los anquilosamientos, intentando atenuar las retracciones y ampliando el rango de movimiento.

En los centros de día y domicilios también se realizan ejercicios específicos para dolores de zonas corporales concretas, siempre adaptados a cada una de las personas usuarias, ya que ninguna persona es igual a otra, aunque refieran la misma patología.

Del mismo modo, a través de masoterapia, un conjunto de masajes terapéuticos, conseguimos una relajación muscular que disminuye los espasmos, las contracturas… y así, las personas mayores pueden percibir un alivio en su dolor.

Acompañamiento profesional para aprender a gestionar el dolor

Si bien las terapias físicas constituyen un factor fundamental en la minimización del dolor, el acompañamiento personal resulta clave para favorecer una mejora en la calidad de vida de las personas.

Maite Blanco, psicóloga del Centro de Día de la Pobla de Mafumet, explica que desde el área de la psicología se pueden llevar a cabo diferentes estrategias para intervenir sobre el dolor crónico. Dada la elevada prevalencia del dolor, y la grave afectación que produce no sólo a nivel físico, sino también a nivel emocional, por el sentimiento de limitación que genera, resulta importante potenciar la autonomía y trabajar la autoestima, favoreciendo así, un sentimiento de empoderamiento a través de algunos ejercicios.

“Una de las actividades que realizamos es el taller de relajación. La aplicación de esta técnica se fundamenta en la idea de que el dolor provoca tensión y frecuentemente ansiedad, lo que puede provocar un aumento del dolor. Lo que tratamos de hacer es disminuir esta tensión y ansiedad a través de ejercicios de relajación que nos sirven para modificar la sensación de dolor y contribuir a mejorar el bienestar, explica Maite.

La intervención psicológica sirve para modificar conceptos erróneos relacionados con el dolor y que interfieren con la calidad de vida. En Accent Social también realizamos talleres de psicoeducación sobre hábitos de sueño, ya que favorecer un mejor descanso es un factor clave que contribuye a reducir el dolor.

A pesar de dirigir todos nuestros esfuerzos en mejorar la calidad de vida de las personas usuarias, somos conscientes de la complejidad que supone experimentar dolor constante y de la dificultad de reestablecer las rutinas previas a su aparición. Por ello, desde Accent Social seguiremos buscando nuevas fórmulas de proporcionar bienestar a las personas que atendemos, especialmente, a aquellas que conviven con el dolor y el malestar en su día a día.