Es fundamental saber identificar los factores que pueden influir en la aparición del ictus para así poder tomar las medidas de prevención adecuadas, También es importante conocer e identificar sus síntomas rápidamente para acudir a urgencias lo antes posible, tal y como señala el equipo científico de Melio.es, plataforma online de análisis de sangre.

El ictus o accidente cerebrovascular es la segunda causa de mortalidad mundial (sin contar con la pandemia de por medio), solo detrás de las enfermedades isquémicas del corazón (cómo el infarto de miocardio). Consiste en la alteración del flujo sanguíneo que irriga el cerebro de forma brusca y este trastorno puede producirse de dos formas:

  • por oclusión arterial, es decir, por obstrucción de un vaso sanguíneo
  • por hemorragia, rotura de un vaso sanguíneo

En ambos casos, la circulación sanguínea se ve limitada y el cerebro no recibe el aporte constante de oxígeno y nutrientes que necesita y le suministra normalmente la sangre. Los principales efectos que conlleva el ictus es el envejecimiento y daño neuronal y depende del tiempo que dura el trastorno y la zona afectada.

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El dolor de cabeza muy intenso, diferente a los dolores habituales, es uno de los síntomas de ictus

Por ello, desde Melio.es ofrecen una guía con los factores de riesgo que predisponen a una persona a sufrir un ictus y que permiten realizar una prevención primaria, así como los síntomas de su aparición y modo de actuación.

Factores de riesgo en el ictus

Existen dos tipos de factores de riesgo: los no modificables y los modificables. Los factores no modificables son invariables y no es posible adoptar medidas para cambiarlos o eliminarlos. Conocer los factores de riesgo no modificables permite identificar a las personas que tienen un mayor riesgo y poder aplicar estrategias preventivas para controlar los factores de riesgo que sí son modificables. Los principales factores de riesgo no modificables son:

  • Edad
    Es el factor de riesgo no modificable más importante ya que el ictus en pacientes jóvenes es poco frecuente (solo el 5% de los ictus ocurren en pacientes menores de 45 años). La incidencia aumenta exponencialmente con la edad y a partir de los 55 años se duplica con cada década que pasa. La mayor incidencia ocurre en personas mayores de 65 años.
  • Sexo
    A pesar de que la incidencia es tres veces mayor en hombres que en mujeres, son ellas quienes tienen una mayor mortalidad por enfermedad cerebrovascular (un 16% de la mortalidad en las mujeres).
  • Herencia
    Los antecedentes de ictus en familiares de primer grado también se han relacionado con una mayor incidencia de ictus. Al riesgo vinculado a la herencia también deben considerarse otros factores hereditarios como son la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y la diabetes familiar.
  • Etnias
    La incidencia y prevalencia del ictus es dos veces superior en la raza negra. Los individuos de raza negra presentan su primer ictus a una edad más temprana.

También existen otros factores no modificables, aunque tienen una menor asociación con el ictus isquémico son la localización geográfica (factores ambientales, los servicios sociosanitarios de la zona, dieta, etc.) y el clima.

Por su parte, los factores modificables sí permiten medidas para ser modificados. Los principales son:

  • Hipertensión arterial
    Es el factor de riesgo modificable de mayor peso en la prevención del ictus. El riesgo de ictus aumenta proporcionalmente al aumento de la tensión arterial, que aumenta también con la edad: aproximadamente un 60-70% de la población mayor de 60 años sufre hipertensión.
  • Marcadores de aterosclerosis
    La aterosclerosis consiste en un estrechamiento y endurecimiento de la pared arterial debido a una acumulación de grasas, células del sistema inmune y otros componentes. Existen varios factores de riesgo de desarrollar aterosclerosis. Además de los factores de riesgo clásicos y mayormente conocidos: hipertensión arterial, el sedentarismo, la obesidad, la diabetes y la dislipemia (alteraciones en los niveles de lípidos en la sangre, como el colesterol); existen determinados biomarcadores no tan conocidos, pero que también están implicados en el riesgo de sufrir aterosclerosis y accidentes cerebrovasculares como:
  • Llipoproteína A
    Es un tipo de partícula de LDL que se asocia con una tendencia protrombótica aumentada, inflamación y la activación del sistema inmune en la pared vascular. Aproximadamente el 20% de la población tiene valores elevados de Lp(a), que están determinados genéticamente.
  • La homocisteína
    Es una molécula intermediaria en el metabolismo de los aminoácidos. Niveles elevados de homocisteína en sangre tienen un efecto aterogénico y protrombótico y se han asociado con enfermedades vasculares, cardíacas y cerebrales. El déficit de ácido fólico, vitamina B6 y vitamina B12 está asociado a un aumento de la homocisteína.
  • Diabetes
    Aumenta entre 1,5 y 3 veces el riesgo de sufrir un ictus. Esta enfermedad se relaciona con la afección de pequeños vasos sanguíneos y con un incremento de las proteínas glicosiladas (proteínas a las cuales se ha unido glucosa libre que se encontraba en la sangre). Las proteínas glicosiladas aceleran la formación de placas de ateroma y favorecen la trombosis, pues aumentan la agregación y adhesión de las plaquetas.
  • Cardiopatías embolígenas
    Determinadas alteraciones del corazón aumentan el riesgo de ictus. La fibrilación auricular es la alteración cardíaca más frecuentemente asociada a ictus isquémico. Los pacientes de otras cardiopatías como estenosis mitral, insuficiencia cardiaca, infarto agudo de miocardio, endocarditis o portadores de prótesis valvulares deben tener un mayor control y vigilancia del resto de factores debido a un mayor riesgo.


Síntomas y modo de actuación

Los síntomas del ictus suelen aparecer de forma brusca y repentina, y varían en función de la zona del cerebro que se vea afectada durante el accidente cerebrovascular. Sin embargo, los más habituales son el dolor de cabeza muy intenso, diferente a los dolores habituales; alteración del lenguaje, dificultad para hablar, comprender y comunicarse; pérdida de la sensibilidad y aparición de hormigueos, generalmente en una mitad del cuerpo; pérdida de la fuerza normalmente en un lado del cuerpo, que se manifiesta principalmente en la cara y/o las extremidades; alteraciones de la visión como: visión doble, pérdida de la visión de un ojo o dificultad para apreciar objetos en ciertas zonas del campo visual; o pérdida brusca de la coordinación y/o el equilibrio.

En caso de detectar alguno de los síntomas en una persona los especialistas de Melio.es indican que se deben seguir tres pasos:

  1. Acomodar al enfermo: crear un ambiente tranquilo y sin ruidos, procurar que respire bien (desabrochar la camisa, quitar la bufanda…)
  2. Llamar al 112: llamar a emergencias y explicar los síntomas que se han detectado y la hora a la que empezaron.
  3. Tumbar al enfermo con los hombros y la cabeza un poco levantados.

Y si hay pérdida de consciencia se debe comprobar si el enfermo sigue respirando y colocarlo en la posición lateral de seguridad, en caso de no respirar, iniciar la respiración cardiovascular.