El bienestar emocional y la contaminación ambiental son importantes factores de riesgo cardiovascular emergentes, tal y como señala la Fundación Española del Corazón (FEC), que recuerda la importancia de prevenir la aparición de las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en el mundo.

Se estima que el 10% de la población española padece al menos un trastorno emocional y que algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida. Según datos de 2020, el 5,4% de los españoles; es decir, unos dos millones de personas, sufre algún tipo de cuadro depresivo, trastorno que incrementa en un 60% las posibilidades de sufrir enfermedades cardiacas, advierte la Fundación Española del Corazón (FEC).

Además, la prevalencia de depresión es tres veces mayor en los pacientes con infarto de miocardio que en la población general y está infradiagnosticada. “En estos casos la depresión no es transitoria, sino que es a menudo crónica y recurrente. Además, los pacientes con depresión diagnosticada durante un síndrome coronario agudo muestran una peor evolución y más eventos cardiacos durante el seguimiento que aquellos sin depresión”, explica la Dra. Bárbara Izquierdo.

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La salud mental y contaminación son dos factores de riesgo cardiovascular emergentes

A diferencia de lo que ocurre con la depresión, en el caso de la ansiedad existe más controversia respecto a su relación con la patología cardiaca. Algunos estudios han encontrado que puede ser un factor asociado tanto a complicaciones durante un ingreso hospitalario, como a complicaciones a largo plazo y a un aumento de la mortalidad en pacientes con infarto de miocardio. Sin embargo, otros estudios no han encontrado dicha asociación.

El mayor estudio realizado hasta la fecha en 52 países referente a factores psicosociales e infarto de miocardio sostiene que los niveles elevados de estrés se relacionan con un aumento del riesgo de aparición de infarto.

La Fundación Española del Corazón recuerda también que existen varios estudios que relacionan los trastornos del sueño (insomnio) con una mayor incidencia de enfermedad cardiovascular. Un análisis acumulativo para todos ellos muestra que los sujetos con insomnio tienen un 45% más de riesgo de desarrollar o morir de enfermedad cardiovascular que aquellos que no refieren alteraciones del sueño.

Por el contrario, ser positivo mejora la salud cardiovascular. En algunos estudios, el optimismo disposicional parece reducir a la mitad el riesgo de infarto frente al pesimismo, que supone un aumento del riesgo cardiovascular. Del mismo modo:

  • mejora la evolución en caso de eventos cardiovasculares
  • reduce las probabilidades de tener una recaída
  • ayuda al mejor funcionamiento del sistema inmunológico y del sistema nervioso autónomo
  • facilita la adquisición y mantenimiento de hábitos de vida saludables
  • favorece el desarrollo y mantenimiento de mejores relaciones sociales y familiares

Contaminación ambiental

La contaminación ambiental es otro de los factores de riesgo cardiovascular emergentes. De hecho, ocupa ya el cuarto lugar en la lista de factores agravantes o desencadenantes de enfermedades cardiovasculares, solo por detrás de la hipertensión, el tabaquismo y la mala alimentación. Por ello, en torno a la contaminación ambiental lleva meses trabajando el Grupo SEC-FEC Verde.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica puede estar relacionada con el 25% de todas las muertes por cardiopatía isquémica. Como advierte la Dra. Violeta Sánchez, coordinadora del Grupo SEC-FEC Verde, “la contaminación favorece la trombosis, la inflamación, el estrés oxidativo y la disfunción endotelial. “Entre el 40 y el 80% de los efectos nocivos de la contaminación afectan al sistema cardiovascular”, señala la experta.

“Si queremos reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular son necesarias políticas que inviertan en un transporte público más limpio, hogares energéticamente eficientes, acceso a combustibles y tecnologías limpias y una adecuada gestión de los residuos municipales, apunta la Dra. Sánchez.

Individualmente, también podemos intentar reducir el impacto de la contaminación en la salud cardiovascular a través de pequeñas acciones como caminar o ir en bicicleta en lugar de conducir, comprobar los niveles de contaminación atmosférica y evitar zonas muy contaminadas, así como hacer ejercicio regularmente en rutas verdes”, señala la coordinadora del Grupo SEC-FEC Verde.