Cerca del 90% de la población que sufre disfagia no está diagnosticada ni correctamente tratada. Y eso pese a que la dificultad para tragar agua, alimentos o la propia saliva conlleva graves consecuencias para la salud, como problemas de deshidratación, desnutrición, complicaciones infecciosas respiratorias e incluso episodios de asfixia y muerte.

La disfagia afecta a más de 40 millones de personas en Europa y a dos millones en España. Quienes la padecen, presentan dificultad para tragar, ya sean alimentos sólidos y/o líquidos como el agua, pastillas e incluso la propia saliva. Además, se ha podido observar que cerca del 90% de la población que sufre este trastorno no está ni diagnosticada ni correctamente tratada.

Las consecuencias de la disfagia pueden derivar en problemas de deshidratación, desnutrición, complicaciones infecciosas respiratorias e incluso episodios de asfixia y muerte.

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Cerca del 30% de los ingresos hospitalarios está relacionado con un trastorno de deglución, que supone un aumento del 40% de la estancia hospitalaria y del gasto sanitario global. Añadido a esto, los pacientes que presentan disfagia y reciben el alta tienen aproximadamente cuatro veces más probabilidades de ser reingresados dentro de los 30 días posteriores y un aumento del riesgo de mortalidad intrahospitalaria aumentada trece veces, tal y como advierte la doctora Paola Díaz Borrego, médica rehabilitadora y presidenta de la Sociedad de Rehabilitación Foniátrica (Sorefon), filial de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef).

Esta experta señala que «la disfagia es un trastorno que puede afectar a la persona a cualquier edad, desde el nacimiento hasta edades avanzadas. Sus causas son múltiples; desde patologías neurológicas, oncológicas y/o del desarrollo en el niño, prematuridad, de origen quirúrgico del sistema nervioso central, otorrinolaringología, maxilo-facial, cirugía general. Puede estar en relación con la edad avanzada, como es la presbifagia, por sarcopenia e inmovilización prolongada (como en ingresos en UCI), de causa farmacológica, e incluso multifactoriales o idiopáticas«.

La presidenta de Sorefon recalca que «la disfagia tiene un efecto doble sobre la persona que la padece, además de su repercusión sobre la familia y/o cuidadores del paciente. La presencia de atragantamientos frecuentes, la necesidad de una adaptación de la dieta o de una vía alternativa de alimentación (sonda), la falta de disfrute de los alimentos y la reducción de la participación en actividades cotidianas. Como consecuencia de dichos síntomas puede conducir a aislamiento social, con importantes consecuencias psicológicas para el individuo, sus cuidadores y su familia».

Los médicos especialistas en Medicina Física y Rehabilitación atienden desde hace años a estos pacientes en sus consultas y unidades, tal y como detalla Díaz Borrego. «Los trastornos de la deglución generan una discapacidad que debe de ser manejada por el equipo rehabilitador de forma precoz y orientada a recuperar y habilitar la capacidad de alimentación de forma segura y eficaz. El abordaje inter y multidisciplinar de la disfagia reduce las complicaciones, la morbilidad y la mortalidad, el gasto sanitario y mejora la calidad de vida de los pacientes a nivel bio-psico-social».

«Se debería trabajar para alcanzar una mejora en la coordinación de los profesionales del ámbito sanitario, a todos los niveles. Son muchos los profesionales implicados en el diagnóstico y tratamiento de los pacientes con disfagia», subraya la doctora.

«Es fundamental su prevención, donde juega un papel muy importante la Atención Primaria en el diagnóstico de la disfagia, la visión de los cuidadores y lo screenigns con los que se pueden prevenir ingresos, complicaciones y los casos más severos», añade.

El 70% de los médicos rehabilitadores pertenecen a unidades específicas

Recientemente se ha realizado un análisis desde Sorefon, de cómo los médicos rehabilitadores atienden a dichos pacientes. Sus resultados muestran que el 49% de la muestra atiende pacientes en edad adulta, aunque el 35% valora pacientes tanto adultos como pacientes en edad pediátrica. Suelen ser profesionales que trabajan en un hospital de tercer nivel (65,8% de los casos) y en menor frecuencia en hospitales comarcales (el 22%) y realizan un abordaje en cerca del 76% de los encuestados.

Cerca del 70% de los médicos rehabilitadores que contestaron la encuesta pertenecen a unidades específicas dentro del Servicio de Rehabilitación, o bien a unidades de Foniatría y/o de Disfagia. La media de días que se le dedica a la semana al tratar la disfagia es de uno (52,2%) o dos días (20,9%), aunque el 14,9% de los encuestados llegan a dedicar hasta los cinco días a la semana a dicha área.

Entre las técnicas diagnósticas que se aplican para valorar al paciente los métodos estandarizados en la evaluación clínica, pasando por otros como las pruebas instrumentales como la videofluoroscopia (VDF) o la evaluación fibroendoscopica de la Deglución (FEES). Dichas herramientas las aplican los médicos rehabilitadores en alrededor del 50% de los encuestados, con predominio de la FEES.

El médico rehabilitador que se dedica a la disfagia orofaríngea suele trabajar en equipo con otros profesionales en cerca del 97% de los casos, generalmente con logopedas adscritos al centro de trabajo (no externos).