Un artículo del Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM)

El 83% de las personas mayores entre 65 y 79 años no cumple con las recomendaciones mínimas sobre la práctica de ejercicio de fuerza. Esta es una de las conclusiones que más atención merece y que se extraen del informe de la dirección general de salud pública de la Comunidad de Madrid sobre hábitos de salud en la población mayor (1).

Recordemos que la organización mundial de la salud dentro de sus recomendaciones sobre actividad física y ejercicio físico para adultos mayores incluye realizar ejercicio de fuerza mínimo 2 días a la semana (a poder ser más) (2). Cada vez es mejor sabido tanto por profesionales sanitarios como por la población general la importancia capital que tiene incluir esta modalidad de ejercicio físico en la rutina semanal de nuestros mayores. Es importante por el incontable número de beneficios que aporta para la salud pero especialmente por su papel en la prevención y en el tratamiento de la sarcopenia.

Geriatricarea- Sarcopenia y ejercicio de fuerza en adultos mayores
La presencia de sarcopenia aumenta el riesgo de sufrir eventos adversos para la salud, tales como caídas, fracturas o discapacidad

La sarcopenia es considerada una enfermedad muscular caracterizada por un nivel más bajo de lo normal tanto de la masa muscular como de la fuerza que la persona puede generar (3). En la práctica clínica puede detectarse mediante cuestionarios específicos como el Sarc-F y mediante pruebas físicas y funcionales cómo la dinamometría de mano, el test de levantarse repetidas veces de una silla y otras pruebas que determinan el nivel de capacidad funcional como la batería corta de desempeño físico (SPPB por sus siglas en inglés) (3).

A medida que se envejece se va perdiendo de manera progresiva masa y fuerza muscular y además los niveles de actividad física tienden a disminuir por diferentes razones, lo que pone en riesgo al adulto mayor de desarrollar este problema de salud. La presencia de sarcopenia pone en riesgo a la persona de sufrir una variedad importante de eventos adversos para la salud, tales como caídas, fracturas o discapacidad (4).

Además sí esa persona tuviese que pasar por algún proceso quirúrgico o un proceso de hospitalización por cualquier motivo tendría mayor riesgo de sufrir eventos adversos y de que su periodo de hospitalización se prolongase en comparación con una persona sin sarcopenia.

Pero los beneficios del ejercicio de fuerza no se limitan únicamente a mejorar el nivel de fuerza y la masa muscular. Investigaciones recientes han descubierto que el músculo actúa como un órgano endocrino y que al contraerse libera una serie de sustancias que acaban viajando por el torrente sanguíneo hasta otras partes remotas del cuerpo y que implican beneficios muy importantes para ellos (5).

El ejercicio de fuerza, así como el ejercicio aeróbico, genera mejoras significativas en la salud ósea y metabólica, potencia la capacidad cognitiva, previene y ralentiza la progresión de enfermedades cómo el Alzheimer y el Parkinson y ayuda a mantener un buen estado anímico provocando sensación de bienestar.

Todos estos beneficios hacen del ejercicio de fuerza una herramienta magnífica no solo para la prevención de diferentes enfermedades en el adulto mayor pero también lo convierten en una herramienta clave en el tratamiento de muchos problemas de salud.

La fisioterapia lleva utilizando el ejercicio de fuerza como herramienta terapéutica desde los orígenes de la profesión, tradicionalmente englobado dentro de las técnicas de cinesiterapia y actualmente como una forma de ejercicio terapeútico. El ejercicio de fuerza es un pilar clave en el tratamiento no solo de la sarcopenia, también en otros muchos problemas de salud, como la fractura de cadera, el ictus, o en los programas de rehabilitación cardiaca y pulmonar.

Esta modalidad tiene una importancia especial en personas institucionalizadas y hospitalizadas por cualquier motivo, ya que en estos entornos los periodos de inactividad son más frecuentes y más prolongados, elevando el riesgo de desarrollar sarcopenia o de agravarla en caso de que ya se sufra. Son entornos en los que se hace todavía más necesaria la prescripción de programas de ejercicio multicomponente individualizados que potencien la práctica de ejercicio de fuerza entre la población mayor.

Además de ser útil en la prevención y tratamiento de la enfermedad y especialmente de la sarcopenia, el ejercicio de fuerza juega un rol importantísimo para prevenir y para revertir el deterioro funcional y la fragilidad.

Un nivel adecuado de fuerza muscular es clave para poder mantener la autonomía y la independencia y para mejorar los niveles de esperanza de vida con buena calidad de vida. Envejecer estando fuerte se traduce en una mayor capacidad para participar en el entorno familiar y comunitario y una mejor calidad de vida.

Bibliografía

Dirección General de Salud Pública. Servicio de Epidemiología. Hábitos de salud en la población mayor. Resultados del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo Asociados Enfermedades No Transmisibles en población mayor (SIVFRENT-M). Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid. Nº 2. Volumen 27. Marzo – Abril 2022.

Organización Mundial de la Salud. Directrices de la OMS sobre actividad física y comportamientos sedentarios [Internet]. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2021.

Cruz-Jentoft AJ, Bahat G, Bauer J, Boirie Y, Bruyère O, Cederholm T, et al. Sarcopenia: revised European consensus on definition and diagnosis. Age Ageing. 2019;48(1):16-31.

Cruz-Jentoft AJ, Sayer AA. Sarcopenia. The Lancet. 2019;393(10191):2636-46.

Hoffmann C, Weigert C. Skeletal Muscle as an Endocrine Organ: The Role of Myokines in Exercise Adaptations. Cold Spring Harb Perspect Med. 2017;7(11):a029793.