Un artículo de L’Onada Serveis

En el trayecto de la vida nos enfrentamos a diversos vientos y corrientes. Algunos nos impulsan hacia momentos de euforia y alegría, pero otros nos conducen a los profundos abismos del duelo.

El duelo es una experiencia universal, altamente emocional e intensa, que sigue a la pérdida de una persona amada, o de alguna forma de cambio significativo. En este artículo trataremos sobre las fases del duelo y los mecanismos que pueden ayudar a superarlo, especialmente en la tercera edad.

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Uno de los desafíos más comunes que enfrentan las personas mayores durante el duelo es la soledad

El duelo es una travesía personal y única

Se trata de un proceso que no tiene una forma predefinida ni sigue una secuencia lineal. Cada persona recorre por su propio camino, enfrentándose a los embates del dolor de forma individual. El duelo puede manifestarse con una mezcla de emociones que van desde la tristeza profunda, la ira, la negación, alternándose con momentos de paz y resignación. Comprender los estadios del duelo y la eventual salida, es esencial para aquellas personas que se enfrentan a esa circunstancia.

Los estadios del duelo

Si bien cada persona vive su duelo de una forma distinta y lo ataja de la manera que le resulta menos dolorosa, se han definido una serie de estadios por los que pasa todo doliente:

  • Negación. Inmediatamente tras la pérdida, la mente se resiste a aceptar la realidad de lo ocurrido. La negación actúa como un escudo temporal, amortiguando el impacto emocional.
  • Ira. Surge a medida que la negación cede. La frustración y el dolor se expresan como ira hacia uno mismo, otros o incluso la propia situación.
  • Negociación. Es un intento de recuperar el control mediante un acuerdo con pensamientos del tipo “si pudiera cambiar algo”. Es una fase de búsqueda de sentido.
  • Depresión. La realidad se asienta y se convierte en una tristeza profunda. Se enfrenta la pérdida real, acompañada de una sensación abrumadora de desolación y anhelo.
  • Aceptación. Finalmente se llega a aceptar la realidad de la pérdida. Esto no implica la desaparición del dolor, pero sí es el inicio de la reconciliación y la adaptación a una “nueva normalidad” a la que habrá que acostumbrarse.

Un viaje a través del duelo en la tercera edad

La tercera edad es la etapa más delicada en lo que a cuestiones relacionadas con el duelo se refiere, y aunque el proceso sigue los mismos estadios, la reflexión puede tomar matices distintos.

La negación inicial puede reflejarse en la incredulidad frente a las pérdidas experimentadas. La confrontación con la mortalidad suele intensificarse en este punto. La ira puede estar marcada por la acumulación de experiencias y la reflexión sobre la injusticia que es perder a seres queridos en distintas etapas de la vida. La negociación se convierte en un proceso de reflexión sobre el propio legado y las contribuciones realizadas a lo largo de la vida. La depresión suele estar vinculada a la confrontación con las oportunidades perdidas y el ajuste a nuevas realidades. Finalmente, la aceptación suele ir acompañada de una sabiduría acumulada por lo ya vivido. La comprensión de la transitoriedad de la existencia se convierte en la parte fundamental de este proceso. 

Acompañamiento sensible y dulcificado para las personas mayores

No hay una forma «correcta» de pasar por el duelo. Cada circunstancia es muy personal. Ahora bien, uno de los desafíos más comunes que enfrentan las personas mayores durante el duelo es la soledad, cuando este se produce por la pérdida de la pareja o de amistades cercanas. Esto puede dejarlas sintiéndose aisladas y desamparadas. Es importante que quienes están pasando por el duelo reciban apoyo y compañía para sobrellevarlo lo mejor posible.

Además, debe tenerse en cuenta la salud física y emocional. Es fundamental contar con el apoyo de profesionales de la salud, como médicos, psicólogos y trabajadores sociales, que puedan brindar el cuidado y la orientación apropiados para superar esta etapa dolorosa.

Otro aspecto a considerar es el impacto del duelo en la calidad de vida de las personas mayores, ya que puede afectar su bienestar emocional y su interacción social. Es fundamental contar con el apoyo familiar, de amigos y cuidadores, que brinden comprensión, paciencia y amor en este trance.

En este sentido, es importante fomentar la creación de espacios de apoyo y comprensión: grupos de apoyo, actividades recreativas y terapias especializadas pueden ser de gran ayuda para hallar consuelo, afrontar el duelo de forma saludable, con herramientas para manejar sus emociones, expresar sus sentimientos y encontrar formas de honrar la memoria de sus seres queridos.

Un viaje de transformación

El acompañamiento invita a un diálogo respetuoso, permitiendo que las personas mayores que viven su duelo compartan sus experiencias, pensamientos y sentimientos, abriendo un espacio para la expresión sincera y descarnada. Todo ello facilita un proceso de duelo más en sintonía con las necesidades del doliente y el estadio en el cual se encuentre.

En momentos de duelo, la compañía se convierte en una red de apoyo vital. Las relaciones y las conexiones con otras personas que han pasado por el mismo proceso pueden ser fuentes inestimables de consuelo y comprensión.

El duelo no es una destinación sino una jornada más del camino. Con el tiempo el duelo se transforma y evoluciona. Las heridas cicatrizan a pesar de la pérdida. Y es fundamental crear recuerdos nuevos y celebrar la vida; y la del ser amado se convierte en esa parte significativa del proceso continuo. El duelo puede, y suele, abrir la puerta a una apreciación más profunda de la vida, recordando la fragilidad y belleza de nuestra existencia.