Un artículo de Aurelio López-Barajas de la Puerta, CEO de SUPERCUIDADORES

A medida que la esperanza de vida aumenta y la población envejece, la salud mental de las personas mayores se ha convertido en una cuestión esencial. Más allá de la atención física, es imprescindible cuidar las emociones, la mente y el estado anímico de quienes transitan la última etapa de su vida. La salud mental no debe ser un aspecto secundario, sino parte central de cualquier abordaje integral del cuidado.

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La salud mental debe ser parte central de cualquier abordaje integral del cuidado

El desafío silencioso

La depresión, la ansiedad, el aislamiento social o el deterioro cognitivo afectan a una parte importante de la población mayor. A menudo, estas problemáticas se invisibilizan o no se abordan adecuadamente, ya sea por falta de formación específica, por estigmas culturales o por normalizar ciertas conductas como parte del proceso de envejecimiento. Sin embargo, sentirse solo, sin propósito o desconectado del entorno no es parte inevitable de la vejez.

Reconocer los signos tempranos de malestar emocional y saber actuar puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida de las personas mayores. Acompañarlas desde la empatía, el respeto y la escucha activa es clave para preservar su bienestar emocional.

Herramientas para el bienestar mental

Abordar la salud mental de forma efectiva implica contar con herramientas prácticas y cotidianas que permitan a las personas mayores mantener una vida activa, conectada y significativa. Algunas de las claves más importantes incluyen:

  • Rutinas estructuradas
    Ofrecer estructura y previsibilidad ayuda a reducir la ansiedad y el desconcierto.
  • Fomento de las relaciones sociales
    El contacto humano, la conversación y la participación en actividades compartidas son fundamentales para combatir la soledad.
  • Estímulo del propósito vital
    Todos necesitamos sentirnos útiles. Implicar a las personas mayores en decisiones cotidianas y reconocer sus aportaciones mejora su autoestima.
  • Ejercicio físico y alimentación equilibrada
    Está comprobado que ambos factores tienen un impacto directo en la salud emocional.
  • Estimulación cognitiva
    Actividades como leer, escribir, realizar pasatiempos o aprender cosas nuevas mantienen la mente activa y previenen el deterioro.

Además, una comunicación cercana, sincera y empática es uno de los pilares del buen cuidado. Saber escuchar, validar emociones y ofrecer compañía son gestos que, aunque sencillos, tienen un efecto terapéutico profundo.

La formación como aliada

Una parte importante del bienestar emocional de las personas mayores depende de cómo se les cuida. Disponer de conocimientos actualizados y habilidades socioemocionales permite detectar con antelación señales de alarma, actuar con sensibilidad y ofrecer un acompañamiento más humano y respetuoso.

Cada vez más personas, tanto del ámbito familiar como profesional, están tomando conciencia de la importancia de formarse para ofrecer una atención de mayor calidad. Existen recursos accesibles y flexibles que permiten adquirir competencias clave para abordar el cuidado emocional desde una perspectiva integral y centrada en la persona.

Un reto compartido

Promover la salud mental en la vejez no es solo responsabilidad del sistema sanitario o de los cuidadores. Es una tarea colectiva que interpela a familias, comunidades, instituciones y a la sociedad en su conjunto. Implica derribar barreras, combatir la soledad estructural y construir entornos que acojan, valoren y respeten la diversidad emocional de las personas mayores.

Cuidar de la salud mental es, en definitiva, cuidar del derecho a una vida plena en cualquier etapa. Hacerlo posible exige voluntad, formación y una mirada comprometida con la dignidad.