Un artículo de Victoria Eugenia Criado Montoya,
Odontólogo-Periodoncista. Profesora de la Cátedra de Periodoncia de la Facultad de Odontología de la Universidad Central de Venezuela
En el proceso de envejecimiento, la relación bidireccional entre salud mental y salud bucal adquiere especial relevancia, configurando un escenario clínico complejo que requiere una atención multidisciplinar. Estudios recientes demuestran que los adultos mayores enfrentan desafíos particulares en esta interacción, donde factores psicológicos, fisiológicos y sociales se entrelazan de manera significativa.1,2,3
El envejecimiento es considerado como un cambio natural que se caracteriza por alteraciones a nivel psicológico, físico y social, como consecuencia de los cambios propios de la edad.4 De igual manera, la salud mental se define como un estado de bienestar en el cual un individuo que es consciente de sus capacidades, puede hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de manera productiva y contribuir a su comunidad.Este concepto resalta la importancia de la salud mental en el funcionamiento diario y en la calidad de vida de las personas.5

Por otra parte, la salud oral no sólo se refiere a tener dientes y encías saludables, sino que también incluye la ausencia de dolor crónico, cáncer oral, infecciones bucales y otros trastornos que afectan la cavidad bucal. Al respecto, según el último informe sobre la situación mundial de la salud bucodental, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 45% de la población del mundo sufre algún tipo de enfermedad bucal, y a escala global afecta a casi tres mil quinientos millones de personas.6 En este sentido, el vínculo entre la salud bucal y la mental es complejo y heterogéneo.5,6
Efecto de la salud bucal sobre la salud mental
La salud bucal es una parte integral de la salud general de una persona y altera todos los aspectos de su vida personal, social y psicológica, especialmente en los adultos mayores. Ésta influye directamente en el cuerpo y en la mente de las personas. A su vez, las interacciones sociales, el tipo de dieta, el peso, la apariencia y la capacidad de comer, inciden en la salud bucal de los adultos mayores.7
La enfermedad periodontal (EP) es una de las dos principales enfermedades bucales que afectan a la población; la otra es la caries dental. Esta última es causada por una fermentación bacteriana de los hidratos de carbono de la dieta, que conduce a la destrucción del diente y, eventualmente, a su pérdida (edentulismo). Por el contrario, la enfermedad periodontal es un trastorno inflamatorio causado por la acumulación y disbiosis de la biopelícula dental, afectando a los tejidos que rodean y sostienen los dientes y que, en última instancia, también puede provocar edentulismo.8
La inflamación crónica de la cavidad bucal, a menudo asociada a la periodontitis, puede tener implicaciones de largo alcance que se extienden más allá de los confines de la boca. Los efectos sistémicos de la inflamación oral persistente pueden afectar a varios aspectos de la salud física, incluido el funcionamiento del sistema nervioso.
El aumento de la inflamación daría lugar a un mayor crecimiento de especies colonizadoras que, al saturarse en el espacio subgingival, pasan al torrente sanguíneo donde son capaces de liberar citoquinas de la inflamación como: IL-1α, IL-1β, IL-6, (factor de necrosis tumoración α (TNF-α), y metaloproteínas (MMP).
La investigación ha indicado que los mediadores inflamatorios y los subproductos asociados con la enfermedad periodontal y las infecciones orales pueden atravesar potencialmente la barrera hematoencefálica y ejercer efectos sobre la salud cerebral y la función neurológica. Los estudios coinciden al sugerir que, un estado de inflamación crónica podría conducir a una neuroinflamación, que afecta a las células nerviosas, deteriorándolas, resultando en una enfermedad neurodegenerativa como, la Enfermedad de Alzheimer (EA).
Esta conexión subraya la importancia de la salud dental no sólo en el contexto del bienestar bucal, sino también en su posible influencia en otros sistemas más amplios, incluido el nervioso. 9,10,11
Además, la inflamación crónica y otros problemas dentales asociados, pueden contribuir a aumentar los niveles de estrés y malestar, lo que a su vez alteraría el funcionamiento del sistema nervioso y contribuiría a un mayor estado de tensión físico y emocional. La exposición prolongada o recurrente a estos episodios podría repercutir en el bienestar general y en el equilibrio emocional de una persona.
Por lo tanto, el tratamiento de la inflamación oral crónica y la prevención de los problemas dentales asociados son esenciales no sólo para conservar la salud dental, sino también para la promoción del bienestar integral, incluidos la salud y el equilibrio del sistema nervioso.
De esta manera la presencia de problemas bucales, puede exacerbar ciertos trastornos mentales, por ejemplo, el dolor dental crónico, las ausencias dentales y la movilidad dental, contribuyen a aumentar los niveles de estrés, de ansiedad e incluso, de depresión. Todo esto unido a las posibles implicaciones sociales y psicológicas de tales afecciones, puede pasar factura al bienestar mental de una persona. Por lo tanto, es crucial reconocer la intrincada interacción entre la salud bucal y la salud mental, y abordar estos aspectos de forma integral, con un enfoque holístico de la atención al paciente.1
La asociación entre la salud oral y el bienestar mental es complicada e impactante. El estado de nuestros dientes, encías e higiene bucal en general, puede influir significativamente en nuestra resistencia emocional, autoestima y equilibrio psicológico.12,13
Efecto de la salud mental sobre la salud bucal
La relación entre la salud mental y la bucal es polifacética. Las personas con trastornos como depresión, ansiedad, estrés y diversas enfermedades mentales suelen tener dificultades para mantener una buena salud de su boca. Además, el impacto de estos trastornos mentales en los niveles de energía y motivación de una persona, también puede afectar a su compromiso con el cuidado bucal.14
La depresión y la ansiedad, dos trastornos mentales prevalentes, pueden tener efectos adversos en la salud oral. Las personas deprimidas pueden tener menos motivación para seguir las prácticas de higiene bucodental, como cepillarse y usar hilo dental, lo que puede aumentar el riesgo de padecer caries, enfermedad periodontal y otros problemas bucales.
Adicionalmente, el uso de ciertos medicamentos para tratar estas patologías puede tener efectos secundarios que afectan al flujo salival, lo que puede provocar sequedad bucal (xerostomía); una alteración que contribuye a aumentar el riesgo, por ejemplo, de la caries dental.15 Asimismo, la ansiedad puede manifestarse en comportamientos que pueden ser perjudiciales como apretar o rechinar los dientes (bruxismo).16
Por otra parte, las personas que sufren de ansiedad, estrés y depresión, suelen ser más propensas al consumo de tabaco, alcohol, alimentos, ácidos y bebidas azucaradas, lo que puede aumentar el riesgo de padecer de caries, enfermedad periodontal y cáncer bucal. Es esencial que las personas que sufren afecciones mentales, sean conscientes de las posibles repercusiones en su salud bucal y trabajen con profesionales de esta área para desarrollar estrategias que mitiguen estos efectos.
La anhedonia o insatisfacción, los sentimientos de inutilidad, el agotamiento, el aislamiento social, la baja autoestima, son sólo algunos de los síntomas depresivos que pueden impactar en el mantenimiento de la higiene bucal de los adultos mayores y su capacidad para usar los servicios de atención odontológica; contribuyendo a disminuir su calidad de vida y su salud bucal.17,18
Conclusión
La conexión entre las enfermedades mentales y los problemas dentales es compleja. La depresión, la ansiedad y el estrés en los adultos mayores juegan un papel clave en su estado de salud bucal. Por lo tanto, es necesario para los responsables de la formulación de las políticas públicas de salud en el ámbito de los adultos mayores, prestar especial atención a su salud mental en la futura planificación de las mismas.
La creciente amenaza de las enfermedades mentales requiere esfuerzos nacionales e internacionales en materia de prevención, educación, tratamiento y sensibilización. Al reconocer y abordar las conexiones polifacéticas entre la salud bucodental y la salud mental, tanto los odontólogos como los médicos, deben trabajar unidos, en pro de enfoques globales e integrados que apoyen el bienestar de los adultos mayores en su totalidad; abarcando tanto el bienestar de la mente como el de la boca.
Bibliografía
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