La Universitat Rovira i Virgili (URV) lidera un estudio que estudia como los receptores del gusto amargo en el intestino se asocian con cambios metabólicos debidos a la edad, lo que pueden tener relación con el desarrollo de estrategias enfocadas a un envejecimiento saludable.

Los receptores del gusto amargo son proteínas especializadas que permiten detectar sustancias con sabor amargo. Se encuentran principalmente en las papilas gustativas de la lengua, pero también en el intestino, los pulmones e incluso el cerebro. Su papel es muy importante en la salud humana, ya que funcionan como un sistema de alerta en caso de ingerir sustancias tóxicas o potencialmente peligrosas.

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Los receptores del gusto amargo del intestino pueden contribuir al desarrollo de estrategias enfocadas a un envejecimiento saludable

Pero en los últimos años se ha descubierto que estos receptores también influyen en cómo el organismo gestiona la energía, libera hormonas digestivas y responde a los compuestos de la dieta. Ahora, un equipo investigador liderado por la Universitat Rovira i Virgili (URV) y con la participación del IDIBAPs, el Hospital Clínic y la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la UB ha descubierto que dos de estos receptores podrían tener un papel clave en los procesos asociados al envejecimiento.

Par realizar este estudio se ha comparado la presencia de los receptores TAS2R5 y TAS2R38 en muestras de colon de dos grupos de mujeres y hombres sanos: uno joven (alrededor de 39 años) y otro de mayor edad (con una media de 64 años). En todos los participantes se analizó la abundancia de los principales receptores del gusto amargo y se relacionó con analíticas clínicas y de consumo de compuestos fenólicos en sangre a través de herramientas de análisis estadístico e inteligencia artificial.

Los resultados mostraron que, a medida que el organismo envejece, aumentan diversos biomarcadores metabólicos e inflamatorios en la sangre. Entre los factores más diferenciadores se encontraron ácidos grasos poliinsaturados como el conocido DHA (ácido docosahexaenoico), varios tipos de lipoproteínas y los dos receptores del gusto amargo TAS2R5 y TAS2R38. Esto sugiere, según el equipo investigador, que estos receptores podrían ser indicadores o incluso agentes activos en los cambios fisiológicos asociados a la edad.

Los resultados obtenidos apuntan a una función más amplia de los receptores del gusto amargo en la regulación del metabolismo y la inflamación, especialmente relevante en el envejecimiento.

Como apunta Anna Ardévol, directora del estudio y miembro del grupo MoBioFood (URV), “nuestro estudio pone de manifiesto que estos dos receptores pueden tener un papel clave para entender mejor cómo envejecemos. Y dado que se encuentran en el intestino grueso, a partir de su interacción con los alimentos y la microbiota del colon se pueden plantear aproximaciones para favorecer un envejecimiento más saludable.

El estudio ‘TAS2R5 and TAS2R38 are bitter taste receptors whose colonic expressions could play important roles in age-associated processes’, publicado en la revista Journal of Nutritional Biochemistry, puede consultarse aquí.