geriatricarea Marta Larrea Dentaid


Un artículo de Marta Larrea,
Global Medical Lead en Dentaid

A medida que la esperanza de vida se prolonga y el porcentaje de población mayor de 65 años aumenta rápidamente, se hace necesario poner el foco en aspectos fundamentales para el bienestar integral de las personas. Uno de ellos es la salud bucal. A menudo relegada a un segundo plano, su deterioro puede tener un impacto profundo en la salud general y en la salud mental de las personas mayores. Por este motivo, es clave visibilizar la importancia de mejorar la salud bucal de las personas y promover soluciones que mejoren su calidad de vida.

Nuestra boca no solo afecta a la capacidad de comer, hablar o sonreír. También influye de forma directa en la autoestima, la imagen personal, provocando dolor, infecciones e incluso aislamiento social. Por tanto, la salud bucal es una pieza clave para una vida plena y saludable.

La pérdida total de dientes (edentulismo) afecta a más del 23% de los adultos mayores en el mundo y el 60% de la población mayor de 65 años sufre de enfermedades de las encías.i Cuando una persona sufre de dolor crónico, pérdida dental o tiene dificultades para masticar, es habitual que reduzca su vida social, modifique sus hábitos alimenticios e incluso se aísle. Este aislamiento puede actuar como desencadenante o agravante de cuadros de depresión, ansiedad o deterioro cognitivo​.

No se trata solo de una cuestión funcional, sino emocional. La boca es un órgano de expresión. Hablar, cantar, reír o besar son acciones que nos conectan con los demás y con nosotros mismos. Cuando estas funciones se ven limitadas por problemas bucales, se resiente nuestro bienestar psicológico.

La salud bucal en personas mayores es una cuestión de dignidad, autonomía y calidad de vida

La polimedicación: un factor silencioso

En paralelo, muchas personas viven con múltiples enfermedades crónicas que requieren medicación continuada. Hay más de 400 medicamentos que tienen efecto en nuestra salud bucal. La polimedicación, aun más frecuente a partir de los 65 años, tiene efectos colaterales importantes sobre la cavidad oral, siendo la sequedad bucal (xerostomía) uno de los más comunesii​.

La saliva no solo lubrica y protege, sino que ayuda a equilibrar el pH, cicatrizar heridas, y prevenir infecciones. Su reducción altera el biofilm bucal y agrava problemas como caries, infecciones o dificultad para tragar. Pero, además, la sensación permanente de boca seca genera incomodidad, afecta al sueño, al gusto, y al habla, impactando en la calidad de vida y en el estado anímico de quien lo sufre.

Desde Dentaid, consideramos la xerostomía una condición infravalorada en la agenda médica y mediática, pese a afectar a más de un tercio de la población mayor​. Es urgente posicionar la salud bucal como un problema de salud pública con implicaciones tanto físicas como emocionales.

La doble vulnerabilidad: salud bucal y mental

La dependencia funcional y la soledad no deseada son dos realidades que afectan a un porcentaje creciente de personas mayores provocando cuadros de depresión y deterioro cognitivo que tienen una relación con la salud bucal. Aquellos que requieren ayuda para actividades básicas, como la higiene personal o la alimentación, suelen presentar mayores dificultades para mantener una rutina de cuidado bucal adecuada. Por otro lado, la soledad puede traducirse en un menor interés por el autocuidado, una alimentación deficiente o incluso en la evitación de visitas al dentista.

Esta combinación de factores genera un caldo de cultivo para el deterioro bucodental, que a su vez puede intensificar el aislamiento social al limitar la capacidad de comunicarse o relacionarse. Tener dientes dañados, boca seca, mal aliento o pérdida dental puede generar vergüenza, estigma y ansiedadiii. Así, la salud de la boca no solo refleja el estado físico de la persona, sino también su contexto emocional y relacional.

Además, algunas enfermedades neurológicas como el Alzheimer o el Parkinson reducen la destreza manual, complicando acciones cotidianas como el cepillado. Esto exige adaptar las herramientas y rutinas de higiene oral a las capacidades reales de cada persona, algo que desde Dentaid trabajamos en colaboración con profesionales de la salud.

Frente a esta realidad, necesitamos un enfoque más amplio e integrador, donde la salud bucal sea considerada una prioridad dentro del cuidado global del adulto mayor. Esto implica:

  • Incluir el examen bucal en las revisiones periódicas geriátricas, especialmente en pacientes con enfermedades neurodegenerativas o en tratamiento con múltiples fármacos.
  • Empoderar a los cuidadores, formándoles e informándoles sobre hábitos de higiene oral adaptada.
  • Continuar diseñando materiales y rutinas accesibles, como cepillos de dientes ergonómicos, pastas dentales específicas y productos que prevengan patologías de las encías o la sequedad bucal (xerostomía).
  • Sensibilizar a los profesionales de la salud mental sobre el impacto de la salud bucal en sus pacientes, y viceversa.

Una cuestión de dignidad

La salud bucal en mayores no debe verse como un lujo ni como una cuestión estética. Es una cuestión de dignidad, autonomía y calidad de vida. Debemos garantizar que nuestros mayores conserven la capacidad de comer disfrutando, de comunicarse con claridad, y de sonreír con confianza.

Y, sobre todo, debemos romper el tabú que rodea al deterioro bucal en la etapa senior. Hablar de ello es el primer paso para actuar. En el contexto del envejecimiento activo y saludable, cuidar la boca es también cuidar la mente.

i Salud bucal a lo largo de la vida. European Federation of Periodontology, 2025

ii Dra. Yolanda Heredia Matos. Los medicamentos y su salud oral. Colegio de Cirujanos Dentistas de Puerto Rico, 29 març, 2012

iii Seerig L.M., Nascimento G.G., Peres M.A., Horta B.L., Demarco F.F. Tooth loss in adults and income: Systematic review and meta-analysis. J Dent. 2015;43:1051–1059