Un artículo de Grupo Los Nogales

¿Qué son las enfermedades crónicas y cómo afectan en la vejez?

Las enfermedades crónicas, definidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como afecciones de larga duración causadas por una combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y de comportamiento, representan uno de los grandes retos en el cuidado de la salud hoy en día. Aunque la edad puede agravar estas condiciones, el envejecimiento en sí mismo no debe considerarse una causa directa.

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En el contexto de la cronicidad, es esencial priorizar el bienestar emocional mediante la autonomía y la participación activa del paciente en los tratamientos

En España, el aumento constante de la esperanza de vida ha provocado un incremento significativo en el número de personas que conviven con enfermedades crónicas. Según datos recientes, mientras en 2020 el 54% de los adultos españoles padecía alguna enfermedad crónica, esta cifra ascendió a un 57,7% en 2023, de acuerdo con la Encuesta Europea de Salud y la Encuesta de Salud de España, respectivamente.

Este escenario plantea la urgente necesidad de replantear los modelos sociosanitarios para adaptarlos a las demandas específicas de cada paciente, poniendo el foco en un enfoque más personalizado y preventivo que responda eficazmente a la cronicidad en una población que envejece rápidamente.

Impacto integral de las enfermedades crónicas en la vejez

En la vejez, las enfermedades crónicas no sólo son más frecuentes, sino que suelen manifestarse de forma más compleja y con un mayor impacto en la calidad de vida. Más allá de las patologías crónicas más conocidas —como las cardiovasculares, la diabetes, el cáncer o las enfermedades respiratorias—, en las personas mayores también son comunes afecciones como la hipertensión, la artritis, la osteoporosis, la obesidad, el Alzheimer o la depresión.

Estas condiciones, muchas veces derivadas del deterioro progresivo de las funciones físicas y cognitivas, tienden a acumularse e interactuar entre sí, generando un estado de vulnerabilidad.

A ello se suman los efectos físicos y emocionales que acompañan al proceso de envejecimiento. El dolor crónico, la fatiga, la pérdida de movilidad o el aumento del riesgo de caídas limitan la autonomía funcional, mientras que la sensación de dependencia puede afectar gravemente al bienestar emocional, generando cuadros de ansiedad, aislamiento o depresión que retroalimentan el deterioro físico. Comprender esta interacción entre cuerpo y mente es clave para ofrecer un cuidado más humano, integral y preventivo.

Un nuevo modelo de salud basado en prevención, educación y participación activa

El modelo asistencial centrado en el rol activo del profesional frente a un paciente pasivo, está avanzando hacia un entendimiento relacional en el que el paciente también se responsabiliza de su cuidado.

Promover hábitos saludables como una alimentación equilibrada, ejercicio regular, control del estrés y buen descanso es esencial para reducir el riesgo de enfermedades crónicas. Sin embargo, en respuesta a la situación actual, es necesario fomentar la autorresponsabilidad con el fin de aliviar las consecuencias adyacentes del padecimiento de patologías crónicas.

El modelo de empoderamiento del paciente, descrito por Mesko et al., propone una atención sanitaria basada en la educación de la persona que convive con una enfermedad crónica, fundamentada en la gestión del conocimiento, las habilidades de autocuidado y el soporte social. Además, este modelo defiende la incorporación de herramientas tecnológicas que faciliten la comprensión, la autogestión y el acompañamiento emocional.

Los resultados muestran una mejor adherencia del paciente al tratamiento y un aumento del compromiso con la propia salud. De esta forma, la prevención da un paso más allá y actúa como herramienta clave para mejorar la calidad de vida, no solo la esperanza de vida.

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El aumento de la esperanza de vida y de la cronicidad obliga a implementar un modelo asistencial basado en la atención colaborativa y el acompañamiento interdisciplinar

Cuidar con sentido: el valor de la prevención y la atención personalizada

En Los Nogales, el cuidado de las personas mayores con enfermedades crónicas se basa en un modelo de atención integral centrado en la persona y fundamentado en un abordaje biopsicosocial completo. Este enfoque reconoce que el bienestar de la persona residente no depende únicamente de su diagnóstico clínico: también se tiene en cuenta la salud emocional y, por tanto, se fomenta su autonomía en todos los aspectos del proceso.

El trabajo diario en los centros combina la atención sanitaria con el acompañamiento psicológico, la estimulación cognitiva, el mantenimiento de la funcionalidad física y el mantenimiento de la participación en la vida social del centro. A través de la coordinación de nuestro equipo multidisciplinar, las personas mayores reciben un cuidado personalizado en el que se prioriza el diálogo y la comunicación activa con el fin de hacerle partícipe del tratamiento en todo momento.

El aumento de la esperanza de vida sólo cobra verdadero sentido si se acompaña de una mejora en la calidad de vida de las personas mayores. En el contexto de la cronicidad, es esencial priorizar el bienestar emocional mediante la autonomía y la participación activa en los tratamientos.

Para ello, resulta imprescindible evolucionar hacia un modelo asistencial basado en la atención colaborativa y un acompañamiento interdisciplinar que, mediante el autoconocimiento del paciente y de la propia enfermedad, ha demostrado mejores resultados clínicos de recuperación que enfoques tradicionales.

Cuidar no es solo tratar, es también escuchar, acompañar y respetar.