El ictus sigue siendo una de las principales amenazas para la salud pública: es la segunda causa de muerte en el mundo, la segunda causa deterioro cognitivo en la población adulta y la primera causa de discapacidad en Europa, tal y como advierte la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo del Día Mundial del Ictus.
Cada año se registran casi 12 millones de casos nuevos de ictus y más de 7 millones de fallecimientos en el mundo, cifras que han aumentado un 70% en las últimas tres décadas, según datos del estudio Global Burden of Disease (GBD).
En España, los datos que maneja la SEN son igualmente preocupantes. Cada año se producen unos 90.000 nuevos casos de ictus y más de 23.000 personas fallecen por esta causa. Además, más del 30% de los supervivientes vive con secuelas que les provocan algún grado de discapacidad o dependencia: el ictus es la primera causa de dependencia en España.

Por otra parte, actualmente, entre el 3 y el 4% del gasto total en atención médica en los países occidentales es debido a esta patología. Este año se estima que más de un 1,5 millones de personas sufrirán un ictus en Europa y, en los próximos años, los casos irán en aumento debido al progresivo envejecimiento de la población.
Como indica la Dra. Mª Mar Freijo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, “el ictus es una enfermedad cerebrovascular que se produce cuando el flujo de sangre que llega al cerebro se interrumpe o se reduce. Existen dos tipos principales de ictus: el isquémico, que representa aproximadamente el 80% de los casos, y el hemorrágico, que supone el 20% restante”.
“Mientras que el ictus isquémico se produce cuando un trombo impide u obstaculiza la llegada de sangre al cerebro, el ictus hemorrágico se genera por la rotura de alguno de los vasos sanguíneos del cerebro. Pero en ambos casos el tiempo de actuación es determinante. Por cada minuto que pasa sin que la sangre llegue al cerebro, se pierden casi dos millones de neuronas”, señala la Dra. Freijo.
Identificar los síntomas de un ictus para salvar vidas
Cuando se produce un ictus, las primeras horas desde el inicio de los síntomas son cruciales. Por ejemplo, actuar en las seis primeras horas reduce las complicaciones de esta enfermedad en más de un 25%. Por lo tanto, acudir a un hospital en cuanto se presentan los síntomas de esta enfermedad, lo que permite a los especialistas diagnosticar y comenzar tratamientos, es fundamental para minimizar el daño cerebral y las secuelas que puede provocar un ictus.
Sin embargo, la Sociedad Española de Neurología recuerda que solo la mitad de la población española sabe identificar los síntomas de un ictus, por lo que su desconocimiento puede provocar retrasos críticos en la atención. Ante cualquiera de los siguientes signos, se debe llamar inmediatamente a emergencias (112), incluso si los síntomas desaparecen al cabo de unos minutos:
- Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en cara, brazo o pierna, especialmente en un lado del cuerpo
- Dificultad repentina para hablar o entender
- Pérdida súbita de visión en uno o ambos ojos
- Problemas de coordinación o equilibrio
- Dolor de cabeza muy intenso y repentino, distinto al habitual
Hipertensión arterial, el principal factor de riesgo
Respecto a los factores de riesgo, padecer hipertensión arterial es el factor de riesgo más habitual entre los pacientes que padecen un ictus, está presente en aproximadamente el 64% de los casos y es responsable de más del 50% de las muertes por ictus. No obstante, su impacto se multiplica cuando se combina con otros factores de riesgo como el tabaquismo, la diabetes, el colesterol, la obesidad o la fibrilación auricular. Por ejemplo, en personas hipertensas que además fuman, el riesgo de ictus se multiplica por seis, y si además padecen diabetes, por más de treinta.
“El control de la presión arterial es una de las piedras angulares en la prevención del ictus. Los estudios demuestran que reducir la tensión arterial no solo disminuye el riesgo de un primer episodio o de recurrencia, sino también el riesgo de demencia y deterioro cognitivo”, señala la Dra. Mª Mar Freijo. “Pero es que también sabemos que casi el 90% de los casos de ictus se podrían evitar con un correcto control de los factores de riesgo vascular y con un estilo de vida saludable”, indica
Desde la SEN se recuerda que uno de cada cuatro españoles sufrirá un ictus a lo largo de su vida y que no es una enfermedad exclusiva de personas mayores: hasta un 20% de los casos se produce en menores de 50 años. Además, la incidencia del ictus está aumentando entre los adultos jóvenes precisamente por los hábitos de vida poco saludables.