Un artículo de José Joaquín Roldán Larreta, Médico Fundación Hospitalarias Navarra
Las conductas sexuales inapropiadas (CSI) conductas surgen como consecuencia del deterioro cognitivo y tienen un rango de variabilidad amplio ya que incluyen desde lenguaje obsceno o insinuaciones inapropiadas hasta conductas más graves como la desinhibición sexual o demandas sexuales persistentes.
Las CSI se definen según Johnson et al. (2006) como actos verbales o físicos de naturaleza sexual explícita o percibida, que resultan inaceptables en el contexto social en el que se producen.

En relación a la prevalencia de los CSI, ésta es difícil de estimar al variar las definiciones en los diferentes estudios. Según podemos comprobar varían desde un 2% hasta un 25%.
Los motivos por los que una persona mayor modifica de esta manera su conducta sexual no están claros. Parece que la etiología pudiera ser multifactorial, pudiendo hablar por un lado de:
- Causas orgánicas
El deterioro de lóbulo frontal que provocaría alteración en control de los impulsos. La afectación de sistema límbico provocaría una disregulación de las emociones. Cambios neuroquímicos, sobretodos relacionados con la Dopamina y la Serotonina. Así mismo algunos medicamentos y enfermedades físicas pueden influir también en estas conductas. - Causas psicológicas
Aislamiento social con carencias afectivas que pueden provocar aproximaciones hacia personas equivocadas, dificultades en la interpretación de determinados estímulos como puede ocurrir en los momentos del aseo, confusión con alguna persona con la que se relaciona con su pareja.
La tipología de presentación de estas conductas es muy variada. Podríamos hablar:
- Conductas de hipersexualidad: Como las demandas sexuales frecuentes e impulsivas, lenguaje obsceno o comentarios inapropiados, masturbación pública.
- Conductas de desinhibición: Exhibicionismo, tocamientos indebidos, episodios de desnudez o semidesnudez a veces por no saber vestirse.
- Alteraciones del deseo: Pérdida de interés sexual, aversión al contacto.
Si de por sí la presencia de problemas de conducta en general en la progresión de la demencia ya provoca altos niveles de sobrecarga en los cuidadores, los problemas de conducta sexual pueden tener un impacto incluso mayor que otros tipos de alteraciones en la conducta. Las familias sienten ansiedad, angustia y vergüenza por ver cómo se comporta su familiar.
A veces puede haber un riesgo para el cuidador si el paciente quiere forzar las relaciones sexuales provocando un impacto psicológico para el cuidador. Este riesgo puede aumentar si la persona expuesta es un niño o alguien con menor capacidad para defenderse. El enfoque a la hora de afrontar estas situaciones suele generar conflictos y tensiones familiares ya que suele haber una falta de formación a la hora de enfocar el problema.
Las consecuencias también pueden afectar a la persona afectada de la demencia. Existe una probabilidad elevada de institucionalización así como de uso excesivo de psicofármacos en la persona. De la aparición de estas conductas también se pueden derivar muestras de rechazo y aislamiento social, agresiones así como disminución de autoestima y sentimientos de culpa. Otras complicaciones derivadas son las médicas con posibilidad de enfermedades de transmisión sexual y traumas genitales.
En cuanto al abordaje de estas conductas sexuales lo primero es intentar mantener la calma y comprender que dicha conducta es fruto de la enfermedad. Hay que intentar explicar de forma comprensible para la persona que las conductas que presenta no son adecuadas sin llegar a avergonzarle. Esto es más eficaz en las primeras fases del deterioro cognitivo.
Es importante respetar su intimidad pudiendo acompañarle a un lugar tranquilo como su habitación. También se debe realizar una valoración del entorno ambiental por si observamos que determinados contextos o situaciones están relacionados con estas conductas y de esa manera poder modificarlos. La participación en actividades que puedan ser de su interés o placenteras puede ser otra estrategia a utilizar.
Otro aspecto importante está relacionado con los programas de formación tanto para familiares como para personal de atención directa para mejorar las habilidades en el manejo de estas conductas para evitar llegar a la confrontación o a la vergüenza.
Entre los tratamientos farmacológicos que se han empleados están los antidepresivos, sobre todo la paroxetina, antipsicóticos atípicos, los estabilizadores del ánimo y los reguladores de la testosterona.
Las conductas sexuales inapropiadas en demencias son complejas y multifactoriales donde se combina el daño neurológico con necesidades afectivas no atendidas. Por esta razón debería adoptar un enfoque integral a la hora de abordarlas. Dicho enfoque combinará intervenciones médicas intentando descartar causas médicas subyacentes, conductuales, familiares y educativas con el fin de mejorar la calidad de vida del paciente y reducir la carga del entorno.
Aunque la evidencia científica es limitada, los enfoques no farmacológicos se consideran de primera línea. El uso de fármacos va a requerir una evaluación individualizada.