Un artículo de la Confederación Española de Personas Sordas (FIAPAS)

Ha dejado de participar en conversaciones familiares, se siente aislado en cenas con amigos, le resulta difícil jugar con sus nietos y ya no puede disfrutar como antes del cine o del teatro, entre otras muchas cosas… Así comienza para muchas personas mayores la experiencia de perder audición.

La presbiacusia, o sordera sobrevenida por el envejecimiento del sistema auditivo, afecta aproximadamente al 30% de la población general entre los 65 y 70 años, y alcanza al 80% de los mayores de 75 años. Una realidad invisibilizada que requiere de atención inmediata.

Esta pérdida auditiva, lejos de ser un fenómeno aislado, se está viendo agravada por factores como la contaminación acústica y los hábitos de vida actuales, lo que provoca que aparezca cada vez más precozmente, en torno a los 50 años, según advierte la Sociedad Española de Otorrinolaringología.

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Aislamiento, soledad y deterioro cognitivo son algunas de las consecuencias más frecuentes de la pérdida de audición

Una mayoría invisible

Las personas mayores con sordera representan una parte significativa de la población con discapacidad auditiva: el 75% tiene 65 años o más, según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia del INE (2020). Sin embargo, esta realidad sigue siendo poco visible, a pesar del impacto que tiene en la calidad de vida, la autonomía y la participación social de quienes la viven.

Araceli Luque, de 79 años y usuaria de audífonos, es una de las muchas personas mayores que conviven con una pérdida auditiva. Resume con claridad el papel que las prótesis auditivas juegan en su vida: “Eran imprescindibles para poder continuar en mi trabajo y también en mi vida familiar y social. Me cambiaron la vida”.

Gracias a sus prótesis auditivas, esta psicóloga jubilada ha podido mantener su autonomía y seguir disfrutando de actividades como viajar, ir al teatro o al cine, de llevar una vida activa, en definitiva.

Consecuencias de una pérdida de audición no tratada

El aislamiento, la soledad y el deterioro cognitivo son algunas de las consecuencias más frecuentes, derivadas de la falta de información, de motivación para la interacción y de barreras en la comunicación.

Frente a ello, diversos estudios constatan una mejora significativa del estado cognitivo general —memoria, atención, lenguaje— y emocional cuando la sordera se detecta y se trata tempranamente, y se ponen a disposición de las personas que la tienen los productos de apoyo adecuados y medidas de accesibilidad auditiva, a la información y a la comunicación.

Por ello, desde la Confederación Española de Familias de Personas Sordas reivindicamos que en la planificación de las políticas públicas se debe incorporar el binomio audición-mayores como elemento básico de los protocolos de prevención y atención a este grupo de edad, dado el impacto que la pérdida de audición provoca en relación con el deterioro cognitivo, la movilidad, el estado emocional y la vida activa y autónoma de la persona mayor.

Consciente de esta realidad, FIAPAS pone en marcha en 2025 la Red de Personas Mayores con Sordera, una iniciativa que busca promover la participación y la defensa de derechos de este colectivo.