Un artículo de Anna R., Sara V. y Vanessa B., Centro Residencial Torreblanca

El deterioro cognitivo es uno de los principales motivos de ingreso de personas de edad avanzada en los centros residenciales de tercera edad. La esperanza de vida está aumentando considerablemente y, en paralelo, los casos de trastornos como el Alzheimer, la demencia vascular y otras formas de deterioro cognitivo aumentan de manera preocupante.

Esta problemática cognitiva impacta de forma directa en los afectados, en su entorno más cercano (familiares, cuidadores…) y también en el sistema de salud en general (residencias, hospitales…). Por este motivo, profundizaremos en conocer qué es el deterioro cognitivo y cómo se aborda desde nuestra residencia.

El deterioro cognitivo en personas mayores es un desafío creciente para las residencias geriátricas

¿Qué es el deterioro cognitivo?

El deterioro cognitivo provoca una disminución de las capacidades mentales que afecta a la memoria, el pensamiento, la comprensión y la capacidad para realizar tareas cotidianas. En personas mayores, este deterioro puede estar causado por diversos factores, entre ellos, la enfermedad de Alzheimer, la demencia asociada a enfermedades cerebrovasculares u otros trastornos neurodegenerativos.


Factores de riesgo e impacto del deterioro cognitivo en las residencias

Los factores de riesgo para el deterioro cognitivo en personas mayores son múltiples, e incluyen:

  • Edad avanzada: a medida que avanza la edad, la probabilidad de sufrir un deterioro cognitivo es mayor.
  • Antecedentes patológicos: enfermedades como la hipertensión, la diabetes y los trastornos cardiovasculares pueden acelerar el deterioro cognitivo.
  • Estilo de vida sedentario: la falta de ejercicio físico y mental, junto con una alimentación poco equilibrada, puede afectar la salud cerebral.
  • Soledad y aislamiento social: la ausencia de una red social y de interacción regular puede acelerar la pérdida cognitiva.


Síntomas y diagnóstico

Los principales síntomas del deterioro cognitivo incluyen desorientación, problemas de memoria, dificultad de atención, problemas para reconocer a personas conocidas, dificultades con la comprensión y el lenguaje, y una disminución de la capacidad para gestionar actividades de la vida diaria.

Estas dificultades pueden ser leves o imperceptibles en un estadio inicial, pero a medida que la enfermedad avanza, los problemas se hacen cada vez más visibles.

El diagnóstico precoz es fundamental para poder programar un tratamiento adecuado y mejorar la calidad de vida y el bienestar general de los residentes. En los centros residenciales, la detección temprana del deterioro cognitivo suele basarse en pruebas psicológicas, historiales médicos detallados y observaciones directas de la persona en su día a día por parte de todo el equipo de profesionales.

Intervenciones y apoyo

Para paliar estos síntomas, desde el entorno residencial se ofrece un ambiente estimulante y adaptado a las capacidades, fortalezas e historia de vida de cada residente. También se habilitan espacios más tranquilos, con otro tipo de estímulos, para aquellos que requieran un ambiente más relajado y con menor sobreestimulación. Algunas de las actuaciones para mejorar el bienestar general de los residentes son:

  • Estimulación cognitiva: actividades destinadas a fomentar la reserva cognitiva; juegos de mesa, lecturas, música o manualidades. En nuestro centro residencial, la psicóloga, la educadora social y el personal gerocultor realizan semanalmente un programa de actividades de estimulación cognitiva al que se pueden adherir los residentes.
    Son actividades adaptadas al estado basal de cada persona, que también promueven el bienestar, la socialización y el sentimiento de pertenencia. Estos talleres se realizan siempre de manera voluntaria, respetando el deseo de participación de cada usuario.
  • Atención personalizada: se promueve un enfoque individualizado del tratamiento con el fin de gestionar y prevenir los síntomas derivados de la enfermedad. Para ello, resulta esencial la presencia del equipo interdisciplinar (enfermería, fisioterapeuta, psicólogo, educadora social, personal gerocultor…), que permite un abordaje integral.
    Desde el momento del ingreso se realizan entrevistas personalizadas con la persona usuaria y, cuando se considera necesario, también se invita a sus familiares o referentes. En estas entrevistas se trabaja la historia de vida, la situación actual, los gustos, las preferencias y las rutinas.
  • Estimulación física: el mantenimiento de la actividad física se lleva a cabo mediante salidas y paseos en el exterior del centro. También se realizan ejercicios tanto individuales como grupales, en los que además se trabaja la función cognitiva, ya sea a través de la memorización de secuencias o de la interacción con otros compañeros.
  • Apoyo emocional y social: mantener una buena conexión social es fundamental. Las actividades grupales, las visitas de familiares o tutores legales, y fomentar la buena relación entre los residentes pueden ayudar a combatir sentimientos de soledad, mejorar el estado de ánimo y el bienestar emocional de las personas afectadas.

Conclusiones

El deterioro cognitivo en personas mayores es un desafío creciente para las residencias geriátricas, pero las intervenciones adecuadas pueden mejorar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. Es esencial una atención personalizada, un entorno rico en estimulación cognitiva y física, y un sistema de apoyo emocional y social que ayude a gestionar este tipo de condiciones.

A medida que la esperanza de vida aumenta, es fundamental que las sociedades se preparen para las necesidades de este grupo demográfico y busquen formas de mejorar la calidad de vida de las personas mayores, en especial de aquellas que sufren deterioro cognitivo, con el objetivo de preservar su dignidad y autonomía el máximo tiempo posible.