/p>>geriatricarea envejecimiento Rafi Valverde El Yate
Un artículo de Rafi Valverde Toledano
Técnico de animación sociocultural y directora de centro en
Grupo El Yate

A pesar de los avances tecnológicos tan feroces que se están produciendo, las personas mayores siguen siendo, ante todo, una fuente inefable de sabiduría y experiencia. La sociedad actual tiende a olvidar esta realidad y aleja del espacio que le corresponde al mayor, por eso las actividades intergeneracionales son cada vez más importantes.
En este sentido, el artículo 16 de la Declaración política de la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, organizada por Naciones Unidas dice: “Reconocemos la necesidad de fortalecer la solidaridad entre las generaciones y las asociaciones intergeneracionales, teniendo presentes las necesidades particulares de los más mayores y los más jóvenes y de alentar relaciones solidarias entre generaciones”.
Las actividades intergeneracionales brindan a nuestros mayores la oportunidad de relacionarse con los más jóvenes para intercambiar experiencias, anécdotas de vida y conocimientos. Este intercambio junto con la transmisión de tradiciones, cultura y valores contribuye a que nuestros mayores se sientan útiles y les posiciona en el lugar que tradicionalmente han tenido en nuestra sociedad como referencia y ejemplo.
Los beneficios de este tipo de actividades juegan un papel muy importante tanto en el plano emocional como físico de los mayores. Dentro del emocional experimentan un aumento de su vitalidad, autoestima y sensación de ser todavía útiles, así como la reducción de sentimientos de soledad. En el plano físico, destaca la mejora de la autonomía y la seguridad en la realización de actividades básicas gracias a la interacción y cooperación entre niños y mayores. En el caso de los jóvenes, se forman una idea más positiva y no estereotipada de las personas mayores. Además se beneficiaran del intercambio de experiencias y transmisión de tradiciones, cultura y valores.

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Las actividades intergeneracionales ofrecen a los mayores la oportunidad de relacionarse con los más jóvenes e intercambiar experiencias, anécdotas de vida y conocimientos

En cuanto a los tipos de programas que se desarrollan se busca ante todo crear relaciones de reciprocidad. Los adultos mayores sirven a niños y jóvenes de la misma forma que niños y jóvenes sirven a los mayores, contribuyendo así a crear sinergias. También se pueden comprometer conjuntamente para servir a la comunidad o prestarse apoyo en actividades informales de aprendizaje.
Un ejemplo de este tipo de actividades es el programa “Adopta un Abuelo” por el que se han incorporado 16 jóvenes de edades comprendidas entre 18/24 años de un instituto de la ciudad a nuestros centros. En una primera toma de contacto se impartió un curso de formación inicial y posteriormente se les presento a los mayores “adoptados”. Estos jóvenes visitarán al abuelo adoptado con el que desarrollan una serie de actividades: paseos, charlas, acompañamientos… La gestión de actividades las realiza la trabajadora social del centro o animadora sociocultural.
De cara a los centros sociosanitarios, tener en cuenta los distintos rangos de edad de los participantes es uno de los puntos clave a la hora de diseñar un plan de actividades que sea intergeneracional e inclusivo. Propuestas de ocio como los juegos tradicionales, cuentacuentos o globoflexia son una invitación a que participe todo el mundo independientemente de su edad y otras posibles condiciones de salud. Igualmente incluir actividades más dinámicas también divertirá a los participantes más activos, como puede ser el caso de una gymkana o de un circuito de ejercicios.
En cualquier caso, y como consecuencia de este cambio de mentalidad, el perfil de actividades que se ofrecen en los centros ha ido cambiando. Hemos pasado de programas meramente asistenciales a actividades de sensibilización de la sociedad en su conjunto, fomentando una visión del envejecimiento que rompa mitos sobre los mayores y visibilicen la riqueza de sus aportaciones a la sociedad.
En definitiva: envejecer en positivo, de forma activa y participando en la sociedad es bueno tanto para quien envejece como para la sociedad misma. Desde el sector sociosanitario debemos incorporar este enfoque a nuestro día a día y hacer posible el encuentro entre personas de distintas edades.