Un artículo de Victoria Eugenia Criado Montoya, Odontólogo-Periodoncista,
Profesora de la Cátedra de Periodoncia de la Facultad de Odontología de la Universidad Central de Venezuela

El envejecimiento poblacional representa uno de los mayores triunfos y, a la vez, desafíos de la salud pública. En el adulto mayor, la salud bucal y periodontal es crucial, no sólo para la función masticatoria, sino como un pilar de la dignidad, la comunicación, la autoestima y la salud sistémica. La alta prevalencia de la xerostomía, la caries radicular, la periodontitis, y el edentulismo en este grupo poblacional se ve agravada por las comorbilidades, la polifarmacia y el declive funcional y cognitivo.

En este sentido, la senectud se ha convertido en uno de los retos de mayor envergadura y preocupación para las sociedades, ya que, el aumento de las personas mayores hace pensar en las formas de atención y alternativas terapéuticas que puedan responder a las demandas biopsicosociales de este grupo poblacional y de sus familias.1

Los adultos mayores conforman un colectivo de la población que en ocasiones puede sentir que sus capacidades físicas y cognitivas se ven alteradas o disminuidas. Las modificaciones estructurales de órganos y sistemas: disminución de la atención, la concentración, la memoria a corto plazo, la agudeza visual, auditiva, del equilibrio y la marcha, entre otros, más la suma de enfermedades crónicas como: (hipertensión arterial, diabetes, enfermedades cardiovasculares, renales, periodontales u otras), crean un escenario de miedos e incertidumbres especialmente en los familiares; sobre cómo abordarlas y más aún, de qué forma tratarlas, y es allí donde el consumo de medicamentos se hace impredecible y necesario, siendo muy probable el acudir a la terapia farmacológica.

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Una mala salud bucal puede generar desnutrición, aislamiento social y una significativa disminución de la calidad de vida


Ésta se define como: el tratamiento que emplea drogas y sustancias químicas administradas por vía exógena con efectos en los tejidos del organismo. Esto implica la aceleración e inhibición de los procesos fisiológicos y bioquímicos y otros mecanismos de acción farmacológicos.2

La terapia farmacológica se considera la primera alternativa de elección, ya que es la vía más efectiva, rápida y segura con la cual se obtienen resultados positivos y en el menor tiempo. Sin embargo, se observa que una de las mayores preocupaciones dentro del núcleo familiar es la incidencia con la cual los mayores enferman, condicionándolos a recibir dicha terapia.

Pero, realmente es necesario entender que, desde el punto de vista gerontológico, cada adulto mayor posee un código personal de características únicas, influenciado además por un proceso de cambios anatómicos, morfológicos, fisiológicos, psicológicos y físicos donde el organismo responde de manera distinta ante cualquier situación.

Lo que nos hace pensar que la viabilidad del método farmacológico es individual para cada paciente, debido a las múltiples complicaciones que se pudiesen desencadenar, por los efectos secundarios adversos o no esperados para la salud y vida de nuestros mayores.3

Con estas implicaciones se abre el abanico para la intervención gerontológica, con la fusión multidisciplinar desde distintas áreas de atención (neurología, psicología, terapia ocupacional u otras, ya sea el caso), planteando la inserción de nuevas técnicas, haciendo una aproximación a la terapia no farmacológica; cuya práctica se remonta a los orígenes de la medicina, siendo un pilar fundamental en el manejo de algunas enfermedades crónicas.3

La terapia no farmacológica (TNF) son intervenciones terapéuticas que, sin recurrir a los medicamentos, previenen o retrasan la aparición de determinadas patologías y mejoran la calidad de vida de las personas. Las TNF son especialmente recomendadas para los síntomas conductuales y psicológicos de las demencias.

Teniendo en cuenta sus beneficios, cada vez es más común que los profesionales que trabajan con personas mayores integren estas terapias en sus programas individuales de atención, con el objetivo de promover la autonomía personal y prevenir la aparición o agravamiento de situaciones de dependencia.

Las investigaciones han demostrado que las intervenciones psicosociales pueden ser tan efectivas y, en algunos casos más, que el uso de fármacos para mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y sus cuidadores.

En ocasiones, las TNF aplicadas a pacientes con alteraciones del comportamiento logran reducir el número de fármacos consumidos. Por tanto, la intervención perfecta será aquella que combine ambos tratamientos para que la mejoría clínica que aportan estas medicinas se vea incrementada.

Las TNF no tienen efectos secundarios, pero deben adaptarse a cada paciente y tener en cuenta su patología y poder así elaborar un manual de intervención personalizado.4,5

Básicamente, esta terapia desde el ámbito de la neuropsicología busca la ejecución de estrategias o actividades generadoras de mejores condiciones de vida para las personas mayores, en este caso, con algún deterioro cognitivo o físico-motor, que comprometa la integridad, la funcionalidad y la independencia del adulto mayor.

Dichas técnicas deben ser aplicadas de manera consecutiva y permanente, partiendo del conocimiento particular e individual y las características globales del paciente mayor, sus necesidades, gustos e intereses. Entre las más resaltantes se encuentran:

  • el entrenamiento y la rehabilitación cognitiva
  • la musicoterapia
  • la risoterapia
  • la terapia con animales
  • la estimulación sensorial
  • las intervenciones conductuales5

No se trata de sustituir o dejar a un lado el tratamiento farmacológico, pues como ya hemos planteado, éste es fundamental; más bien se trata de combinar alternativas que permitan a los adultos mayores seguir manteniendo la conexión con su historial de vida: lo que fueron, lo que son, lo que pueden hacer, su entorno y su realidad, ayudándolos desde la práctica de actividades estimuladoras hacer conciencia de sus reservas funcionales, y, en tal caso, la readaptación a las mismas de una manera menos invasiva, centrada, de carácter personal y, sobre todo, conservando la capacidad funcional, la autonomía y el bienestar en las personas mayores.5,6,7

El panorama complejo de la salud bucal en el adulto mayor

La salud periodontal en el adulto mayor está lejos de ser un tema meramente local. La periodontitis es altamente prevalente y actúa como foco de inflamación sistémica, exacerbando condiciones como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias, entre otras.8 Además, factores como la artritis que limitan la destreza manual, el deterioro cognitivo (demencia tipo Alzheimer), la depresión y la polifarmacia (que causan xerostomía) crean una tormenta perfecta que dificulta o impide una higiene bucal efectiva.

La consecuencia va más allá de la pérdida dental; incluye desnutrición, aislamiento social y una significativa disminución de la calidad de vida.9,10 Un estudio reciente confirmó que el deterioro en la capacidad para realizar las actividades de la vida diaria (AVD), se asocia de forma independiente con una peor salud bucal auto-reportada y una mayor necesidad de tratamiento dental en los adultos mayores.11

Terapias innovadoras: la puerta de entrada a la cooperación

En los adultos mayores, especialmente aquellos con demencia o depresión, la resistencia al cuidado bucal es una barrera común. Es aquí donde las terapias como la musicoterapia, las intervenciones asistidas con animales, entre otras, demuestran un valor incalculable. La música familiar puede reducir la agitación y la ansiedad, creando un estado de calma que predispone al paciente a aceptar el cepillado dental. Un estudio mostró que la musicoterapia aplicada antes de las rutinas de cuidado oral en las residencias geriátricas, redujo significativamente los comportamientos resistentes.12

De forma similar, la presencia de un animal de terapia durante las sesiones de higiene bucal, puede disminuir los niveles de cortisol y aumentar los de oxitocina, no sólo en el paciente, sino también en el cuidador, facilitando una interacción más positiva.13,14

La risoterapia, por su parte, al estimular la liberación de endorfinas, no solo mejora el estado anímico, sino que también aumenta el umbral del dolor y fortalece la inmunidad local, creando un entorno menos proclive a la progresión de la periodontitis.15

A su vez, la roboterapia emerge con robots sociales que pueden guiar, recordar y motivar a los adultos mayores a realizar sus ejercicios de higiene bucal. Una investigación sobre el uso del robot PARO, una foca interactiva, mostró reducciones en el estrés y conductas disruptivas en los adultos mayores con demencia, estableciendo las bases para su uso como facilitador en los cuidados personales, como la higiene bucal.16

Rehabilitación funcional y cognitiva para la autonomía en el cuidado bucal

Mantener la autonomía es clave para la dignidad del adulto mayor. El entrenamiento de las actividades de la vida diaria (AVD) se enfoca directamente en desglosar y practicar la secuencia motora del cepillado dental, adaptando el entorno y los cepillo (cepillos eléctricos, adaptadores para mangos, etc.) a las limitaciones individuales.

La Wii terapia, el Nintendo Switch y otras plataformas similares de realidad virtual, son excelentes herramientas para la rehabilitación funcional de la motricidad fina, la coordinación ojo-mano y el equilibrio. Una revisión sistemática evidenció que el uso de exergames (videojuegos que exigen movimiento físico real) mejora significativamente la función física y el equilibrio de los adultos mayores, lo que indirectamente podría incrementar la capacidad para realizar el autocuidado oral.17,18

De igual forma el envejecimiento trae consigo una serie de transformaciones físicas y cognitivas que afectan los sentidos del adulto mayor como la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato, y estos cambios pueden reducir la capacidad de interactuar con el entorno y, en consecuencia, afectar la calidad de vida de las personas mayores.

Las alteraciones sensoriales contribuyen al aislamiento social y a una mayor dependencia. La disminución de la agudeza visual y auditiva, así como las dificultades motrices, son factores que hacen más vulnerables a los adultos mayores y aumentan el riesgo de caídas y accidentes.19

La estimulación sensorial tiene un papel crucial en el cuidado de los adultos mayores, ya que permite preservar y mejorar las capacidades cognitivas y físicas afectadas por el proceso de envejecimiento. Diversos estudios han demostrado que la estimulación multisensorial puede mejorar la marcha, el equilibrio, la memoria y la cognición, ayudando a mantener la independencia y reduciendo el riesgo de complicaciones físicas y emocionales.

Por consiguiente, el uso de programas terapéuticos que incluyan ejercicios sensoriales ha mostrado resultados prometedores en el fomento de la interacción con el entorno y la mejora del bienestar general.19,20

Conclusión

Cuidar la boca del adulto mayor es proteger su salud global y su humanidad. Afrontar este desafío requiere trascender el enfoque tradicional. Las terapias como las intervenciones con animales, la musicoterapia y otras, modulan el componente ansioso-depresivo, facilitando la cooperación de los pacientes adultos mayores en las actividades de la vida diaria y en el cuidado de su salud bucal.

Simultáneamente, la wii terapia, el uso del Nintendo Switch, el entrenamiento de las actividades de la vida diaria y la estimulación sensorial, abordan los déficits funcionales y cognitivos que comprometen la capacidad del autocuidado.

La integración de estos abordajes innovadores en la gerodontología y la geriatría no es un lujo sino una necesidad, para un enfoque compasivo, efectivo y verdaderamente integral, que garantice el derecho a una vejez con una sonrisa saludable.

Cicerón, en su “Tratado sobre la Vejez” (s. I a.C.), refiere: “no todos los ancianos se convierten en dementes, sino aquellos que no mantienen el interés por las actividades físicas y mentales”.