Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos se alerta sobre el riesgo que supone el uso de callicidas, que se distribuyen en farmacias, en Internet y en supermercados y que, en algunos casos, son incluso prescritos por otros profesionales sanitarios. 

Los callicidas incluyen en su composición un ácido, el más frecuente el ácido salicílico, que quema el heloma (o callo) pero, también, el tejido sano de alrededor del mismo. Tal y como advierte la doctora Rosario Morales, profesora titular de Quiropodología y Cirugía podológica de la Universidad Complutense, «cuando el paciente intenta eliminar un heloma con un callicida lo que puede provocar es otra lesión más severa: una quemadura«. Esta herida provocada por el producto químico es una vía de entrada de gérmenes y, por lo tanto, hay más probabilidad de que pueda ser contaminada o infectada por bacterias.

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En la imagen, callo tratado con un callicida, que ha provocado una quemadura extensa en todo el antepié. Además, el callo (zona amarilla) permanece intacto. El paciente terminó acudiendo a la clínica podológica por el dolor de la quemadura y la persistencia del callo y tuvo que afrontar un doble coste

«La lesión que puede provocar un callicida puede no ser preocupante en una persona sana, pero sí en pacientes de alto riesgo como diabéticos, pacientes tratados con anticoagulantes, personas con problemas vasculares o neuropatías», afirma la doctora Morales. Según esta experta, «el callicida no soluciona el problema, porque no se trata la causa que lo esta provocando. La solución definitiva es un tratamiento conservador (ortopodológico) y, en algunos casos, quirúrgico».

La doctora Morales recomienda que «lo que debe hacer un paciente que cree que tiene un callo o heloma es ir al podólogo para que diagnostique la causa por la que se está produciendo y dé una solución definitiva, pues el heloma se produce por que la piel en esa zona esta sometida a presión y roce continuo, provocando un proceso inflamatorio crónico que afecta a los queratinocitos, las células predominantes en la piel, y esto se debe, fundamentalmente, a factores extrínsecos, como el calzado inadecuado, o intrínsecos, como deformidades óseas, alteraciones biomecánicas, alteraciones estructurales del pie, deformidades en dedos…».

Existe, además, el riesgo de que el paciente confunda un heloma con otra dermatopatía como, por ejemplo, un papiloma. «Sea una u otra afección, lo que se debe hacer es ir al podólogo, para que puede tratar ambos problemas», asegura la doctora. Como indicador, hay que saber que el papiloma es poco frecuente en adultos, es más en niños, adolescentes y jóvenes, mientras que el heloma tiene una mayor prevalencia en adultos y personas mayores. Suele aparecer en adultos de más de 20 años y la prevalencia es mayor a partir de los 40 años.

El tratamiento paliativo pero, no definitivo del callo, consiste en eliminar esa acumulación de células muertas (queratinocitos) mediante la técnica de la quiropodia, que implica una deslaminación de la hiperqueratosis y enucleación del  heloma, indican desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos. Si no se actúa sobre la causa, en un plazo de 20 a 45 días volverá a aparecer y habrá que repetir el tratamiento.

El profesional de la Podología es el clínico capacitado para realizar un correcto diagnóstico de la causa que está provocando la aparición del heloma y aplicar el tratamiento adecuado definitivo. Así, el profesional de la Podología realizará recomendaciones relacionadas con el calzado, podrá proponer un tratamiento con plantillas o el abordaje quirúrgico que corresponda según la alteración biomecánica de que se trate.

Trastornos dermatológicos y podológicos más frecuentes

En España, el primer estudio realizado en 2004 por el doctor Lázaro, la doctora Novel y otros, sobre trastornos dermatológicos y podológicos en los pies de las personas mayores de 60 años, señalaba que el 90,7% de las personas mayores presentaba alguna deformidad en sus pies, un 71% alguna alteración dermatológica y un 71,7% ambas patologías. Un alto porcentaje de afecciones eran helomas.

Un estudio posterior, de 2006, sobre la prevalencia de patologías podológicas en personas mayores de 65 años en centros de mayores de Galicia revelaba que el 52% de las personas atendidas lo eran por helomas. De hecho, un 73,6% pacientes estudiados tenían patologías queratósicas (en la piel). El estudio (de los doctores Manuel Romero Soto, Fátima Santalla Borreiros, Pedro Gil Manso, Abián Mosquera Fernández, Mª del Carmen Suárez Cotelo y Mª Matilde Maceira Castiñeira) se realizó entre 805 pacientes y trataba de relacionar problemas podológicos y grado de dependencia.

El estudio más reciente data de 2013 y es la tesis del Dr. Javier Torralba, con el título «Patología podológica en pacientes geriátricos: prevalencia, factores de riesgo e implicaciones funcionales» que arrojó valores esclarecedores al respecto. Dentro del ranking que elaboró el Dr. Torralba, la patología más prevalente fue la hiperqueratosis, con un 67,8% de la muestra de 606 pacientes del estudio multicéntrico que llevó a cabo. En segundo lugar, figuraban las deformidades digitales con un 58,9% de la población estudiada y, en tercer lugar, las deformidades ungueales con un 46,7% de la muestra. En su tesis, el ranking refleja el porcentaje de prevalencia de las 18 patológicas más comunes, así como su correlación con la hidratación de la piel, estabilidad y riesgo de caída.