Pese a que los principios de no discriminación por razón de edad y de igualdad están plenamente reconocidos en España, en la práctica las personas mayores no pueden ejercer sus derechos en igualdad de condiciones con las demás personas, lo que influye negativamente a su proyecto de vida y su bienestar, tal y como denuncian la organizaciones que trabajan por los derechos y el bienestar de las personas mayores Grandes Amigos, Fundación Pilares para la autonomía personal, Envejecimiento en Red, HelpAge International España y Matia Fundazioa.

Tal y como se indica desde estas entidades, la esperanza de vida ha aumentado considerablemente gracias a los avances en los sistemas de salud, los avances tecnológicos y el desarrollo socioeconómico. Como consecuencia se debe hacer frente a una revolución demográfica donde el porcentaje de personas mayores está aumentando a un ritmo sin precedentes. Actualmente, Europa es la región con la población más envejecida donde un 24% de su población son personas mayores y para el año 2030 se prevé que esta cifra sea del 30%.

España es uno de los países más envejecidos del planeta y, según datos del INE, actualmente el 20% de su población son personas mayores, previéndose que en el año 2030, las personas mayores de 60 años sean el 34% de su población (por encima de la media europea y se estima que sea 7º país del mundo con la población más envejecida).

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Es necesario combatir la desigualdad que experimentan las personas de edad avanzada e incluirlas como agentes de cambio

En la actualidad, acompañadas de mejor salud y mejor formación que generaciones precedentes, las personas mayores son cada vez más conscientes de sus derechos, y exigen ser partícipes de todas y cada una de las decisiones que afectan a sus vidas. Esta nueva realidad tiene y tendrá gran repercusión en el desarrollo sostenible de sus países y del mundo entero.

«Hablamos de un segmento de población creciente y marcadamente diverso, decidido a derribar un imaginario social cargado de estereotipos, con el que no se identifica en absoluto, y que percibe como generador de situaciones y entornos que limitan su potencial y afectan a su salud y bienestar», indican estas organizaciones. 

En este sentido, los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental a la hora de brindar una narrativa más positiva y real de esta etapa vital. «Cuando no invisibles, meras comparsas, las personas mayores siguen copando las secciones de sucesos, y si bien, en los últimos años, se aprecia cierta evolución, persiste esa mirada paternalista y homogeneizadora tan habitual en el tratamiento de contenidos relacionados con la vejez», denuncian desde Grandes Amigos, Fundación Pilares para la autonomía personal, Envejecimiento en Red, HelpAge International España y Matia Fundazioa.

Elena del Barrio, investigadora de Matia Instituto y coordinadora del grupo de imagen de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, considera que “en los medios se continúa representando a las personas mayores bajo unos estándares muy estrictos de blancos y negros. La imagen de la vejez suele representarse como contraposición a todos los valores que representa la juventud aludiendo a la decadencia, desgaste, pasividad, enfermedad, etc. En el lado opuesto también es empleada, sobretodo en la publicidad, una imagen idealizada vinculada a valores de tradición, seguridad, sabiduría, o incluso imágenes más elitistas que muestran a personas mayores rompiendo records en los deportes… Estas dos maneras antagónicas de ver la realidad son reduccionistas y una representación simple y en blanco y negro, de una realidad con muchos matices y color.” 

Afortunadamente, hoy en día las cas canas parecen estar de moda y comienza a haber un movimiento reivindicativo a favor de la normalización de la vejez en el que las personas de edad reclaman su identidad propia como ciudadanos/as. «El cambio de imagen en los medios, la publicidad, la televisión o el cine no es más que un espejo de la manifestación de esta nueva realidad», indican estas organizaciones.

Principios de igualdad y no discriminación

Los principios de igualdad y no discriminación están reconocidos en nuestra legislación nacional y en los derechos humanos, pero la realidad es que las personas mayores se enfrentan a numerosas barreras que les impiden el ejercicio de sus derechos en igualdad de condiciones con las demás personas. Esta discriminación aumenta si a la edad se le suman otras circunstancias como el género, tener una situación de dependencia o discapacidad u otras menos visibles como señala Antonio Abellán, director de Envejecimiento en red. Según este experto “hablamos de despoblamiento, de la España rural que se vacía, pero nos olvidamos con frecuencia de que son las personas mayores quienes mantienen algo de vida y actividad en ese territorio.»

Para Abellán, el discurso de las políticas para el reto demográfico sigue centrado fundamentalmente en la despoblación. Desde Envejecimiento en red la prioridad es apoyar el diseño de estrategias “que eviten la discriminación que sufren las personas mayores en el medio rural, relacionada con la prestación de los servicios básicos a los que tienen derecho”.

Por su parte, Isabel Martínez Lozano, presidenta de HelpAge España pone de manifiesto que «desde HelpAge España reivindicamos una Convención de Naciones Unidas sobre los derechos humanos de las personas mayores, para que los estados y todas las instituciones aborden con políticas concretas el bienestar de las personas en todas las etapas de la vida, y existan mecanismos para prevenir la discriminación y los abusos que se producen en la vejez. Todo ello en aras de ir construyendo entornos amigables con la edad, que nos permitan envejecer de manera segura, con todos nuestros derechos garantizados. Desde las pensiones, a los derechos a la participación social y política, pasando por el derecho a decidir dónde y cómo queremos vivir, aun cuando podamos encontrarnos en alguna situación de dependencia.»

Por otra parte, más vinculada con el esfuerzo que deberían hacer las instituciones para favorecer y proteger los derechos de las personas mayores, Pilar Rodríguez, Presidenta de Fundación Pilares, afirma que “cuando las personas tienen una situación de dependencia se incrementa su desigualdad porque hay más riesgo de que se vulneren sus derechos y de que pierdan el control de su vida (otros deciden por ellas). Esto suele ocurrir sobre todo en las residencias, pero también en el entorno familiar debido a la falta de iniciativas y recursos para que las familias cuidadoras puedan formarse y tener apoyos para aprender a cuidar bien, autocuidarse y evitar su sufrimiento y claudicación.”

También resulta clave contar con las personas mayores y pensar en ellas en las decisiones que afectan al urbanismo, el transporte y la convivencia en las ciudades. «El proyecto de vida de una persona, sus rutinas, sus relaciones sociales y su salud se ven afectados en cuanto no puede salir a la calle por no tener ascensor en su casa o una simple rampa que le permita mantener una vida activa aun teniendo dificultades de movilidad. Son causas de soledad no deseada, aislamiento y exclusión socia, explica Mercedes Villegas, directora de la ONG Grandes Amigos, pero también lo es la ausencia de espacios públicos que faciliten la vida de las personas mayores fuera de su domicilio y que favorezcan la convivencia intergeneracional y vecinal, como zonas peatonales, parques, jardines, bancos para sentarse, descansar o charlar, acceso a baños… «Todos aspiramos a envejecer, así que deberíamos recordar que cuando se urbaniza, se construye o se rehabilita pensando en las personas mayores nos beneficiamos todos», recalca Villegas.

En definitiva, desde esta organizaciones se sigue considerando necesario combatir la desigualdad que experimentan las personas de edad avanzada e incluirlas como agentes de cambio para que se reconozcan sus contribuciones y puedan beneficiarse, también, de los logros.