Las ciudades deben estar mejor preparadas para cuidar a las personas que afrontan una enfermedad avanzada o el final de su vida, tal y como destacaron los expertos en sanidad, atención y cuidados a personas mayores que participaron en la sesión ‘Atención al final de la vida: ciudades compasivas o cuidadoras delebrada en el marco del VII Congreso Internacional Dependencia y Calidad de Vida.

Y es que en la actualidad se están construyendo ciudades que no dan derecho a las personas mayores a vivir en buenas condiciones, por lo que los expertos abogan por crear comunidades compasivas, esto es, que “permitan el cuidado colectivo de las personas al final de su vida y la de sus familiares, personas cuidadoras y allegadas”

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Las ciudades deben estar mejor preparadas para cuidar a las personas que afrontan una enfermedad avanzada o el final de su vida

En este sentido, durante su intervención en esta jornada, el director del Instituto MAP (Música, Arte, Proceso), Patxi del Campo, presentó el proyecto ‘Vivir con Voz Propia’, que nació en 2013 para reflexionar sobre el final de la vida y promover el cumplimiento de un itinerario vital completo, personalizado y respetuoso con la persona, fomentando la participación y la capacidad de decisión en su proceso vital. Según explicó del Campo, “este proyecto engloba todos sus objetivos en un proyecto holístico denominado ‘Vitoria-Gasteiz, Vecindario Compasivo’, el cual pretende contribuir a crear una ciudad más sensibilizada y preparada para cuidar a las personas que afrontan una enfermedad avanzada o el final de su vida en soledad”.

Por su parte, Julio Gómez, médico y coordinador del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios de Santurce, apuntó que “las ciudades cuidadoras y compasivas solo se pueden construir sobre una importante implicación de la sociedad civil, con un liderazgo de la Administración Pública más cercana y con el soporte de instituciones o grupos referentes en el territorio”. Incidió también en la necesidad de humanizar la atención al final de la vida ya que “el 95% del tiempo del final de nuestras vidas lo pasaremos con familiares y allegados, mientras que solo un 5% de ese tiempo estaremos acompañados de profesionales”.

Gómez explicó el caso pionero de atención al final de la vida que han implantado en Santurce, cuyo foco no se encuentra en los servicios y los profesionales, sino en las comunidades y en las personas que las configuran, siendo la salud un bien relacional. En su opinión, “se trata de extender la responsabilidad del cuidado de la vida, volver a la comunidad, con la finalidad de que en ningún caso nadie muera con dolor, miedo o soledad”.

La ponencia de Libby Sallnow, profesora clínica superior de la Universidad College London (Reino Unido) y experta en medicina paliativa, se centró en el desarrollo de las comunidades compasivas o cuidadoras y en la atención paliativa como parte de la atención sanitaria universal. Durante su intervención, reflexionó sobre la perspectiva de salud pública en relación a los cuidados paliativos y abogó por tener en cuenta la “prevención, la intervención precoz y minimizar el daño de la enfermedad”.

Esta sesión fue presidida por Joan Berenguer, director de la Fundación Mémora y moderada por Xavier Gómez, director del Observatorio Qualy del ICO, director de la Cátedra de Cuidados Paliativos de la Universitat de Vic, director Científico del Programa para la atención integral de personas con enfermedades avanzadas de la Obra Social La Caixa y director de Atención Paliativa de DomusVi.