Un artículo de Lourdes Martínez, directora de Enfermería,
y Lorena Delgado, DUE de la Unidad de Fragilidad del Hospital San Rafael

El objetivo más importante a tener en cuenta en una Unidad de Fragilidad, como la que alberga el Hospital San Rafael de Barcelona, de Hermanas Hospitalarias, es, por supuesto y, en primer lugar, la atención de todas las alteraciones orgánicas del paciente. Sin embargo, también es clave el trabajo que se lleva a cabo para fomentar la movilidad y la autonomía de la persona atendida.

Así, el papel de la Enfermería en una Unidad de Fragilidad es totalmente holístico. Es decir, no sólo se centra en sanar la enfermedad del paciente, sino que se tiene en cuenta todo su marco: quién es, cómo es, cómo vive, qué soporte familiar tiene, qué tipo de movilidad tiene y qué necesidades no tiene cubiertas.

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La Covid-19 ha tenido un claro efecto en las personas en estado de fragilidad, aumentando el número de pacientes que, además, presentan un empeoramiento más agudo de su patología basal

Cuando una persona mayor enferma, además de las causas orgánicas que pueda tener alteradas, el hecho de cambiarla de entorno, encamarla, separarla de su rutina habitual, de su familia, etc. provoca que esta persona entre en riesgo de desorientarse y de perder autonomía respecto a la movilización, alteraciones en el descanso, entre otros factores. Por este motivo, este recurso asistencial está muy enfocado a la prevención de caídas, delirium y disfagia.  

Para dar atención a este problemática, la Unidad cuenta con diferentes recursos, como camas que bajan muy cerca del suelo, luces nocturnas que favorecen el camino hacia el lavabo y la utilización de calzado que sujete correctamente el pie.

Asimismo, se ponen a disposición del paciente unos ejercicios diseñados por el Departamento de Rehabilitación del Hospital, que se adecuan a las necesidades individuales. Un fisioterapeuta es el que determina qué ejercicios debe realizar el paciente y un Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería es quien preparara el programa en la pantalla de TV que hay en la habitación y anima al paciente a que los realice. Esto supone un esfuerzo importante porque algunos pacientes son muy colaboradores, pero otros están faltos de voluntad y motivación para realizarlos y necesitan estimulación. También es importante potenciar la autonomía de la persona ingresada en aspectos cruciales de su día a día como la higiene, la alimentación, etc., siempre en la medida de lo posible.

Cabe destacar que la Unidad de Fragilidad del Hospital San Rafael está diseñada según un modelo acogedor. Esto se traduce en unas habitaciones de colores agradables, luminosas, que favorecen la orientación en el tiempo y espacio. Asimismo, se tiene muy en cuenta el hecho de mantener el volumen de voz de los profesionales y familiares, intentando dar confort a los pacientes ingresados. Para ello se dispone de un sonómetro que mide la intensidad del ruido y que emite una señal que indica a los profesionales que tienen que bajar el volumen.

Otro factor importante es el trabajo que se realiza para respetar el descanso nocturno de los pacientes, con la aplicación de diferentes medidas y con sesiones formativas sobre la importancia del descanso dirigidas a los profesionales y a los familiares. Entre estas medidas destacan la instalación de unas luces de intensidad regulable para poder disminuirla en los momentos en los que no sea necesario o la colocación de ruedas de goma en todos los carros para reducir el ruido.

La pandemia de Covid-19 ha tenido un claro efecto en las personas en estado de fragilidad. Por un lado, ha conllevado un aumento de este tipo de pacientes por el elevado número de personas que, debido a la situación de emergencia sanitaria, han pospuesto ir a centros hospitalarios y, cuando han tenido que ingresar, lo han hecho con un empeoramiento más agudo de su patología basal.

Por otro lado, el estado emocional de los pacientes se ha visto afectado. Se encuentran más decaídos, con más nerviosismo por la situación social y con expresiones de sensación de soledad. En este sentido, uno de los factores que más ha afectado a su estado anímico ha sido la disminución de la presencia de las familias. A fin de mantener la comunicación se llevan a cabo videollamadas, sin embargo, es en este contexto donde el apoyo emocional que aportan los profesionales sanitarios se convierte en una pieza aun más indispensable para la recuperación.