Un artículo de la Asociación Española de Enfermería en Neurociencias (AEEN)

La geriatría nace en el Reino Unido a finales de los años treinta del siglo XX y se oficializa su incorporación desde el primer momento al Natioen en mayo de 1948. En Madrid la constitución oficial de la que inicialmente se denominó Sociedad Española de Gerontología (SEG), queda constituido en 1948.

El proceso de envejecimiento se asocia a cambios físicos, mentales y sociales que pueden repercutir sobre la capacidad funcional de la persona mayor, ocasionando una pérdida de autonomía y la aparición de dependencia. En la persona mayor debido a la forma atípica de presentación de las enfermedades, su especial vulnerabilidad y la presencia de patologías propias de esta fase de la vida hay que hacer un enfoque diagnóstico, clínico y terapéutico especifico y de forma multidisciplinar e interdisciplinar para diseñar un plan terapéutico. que incluya objetivos, cuidados, recomendaciones e intervenciones de forma individualizada para dar respuesta a la situación de salud y fase de la vida del paciente.

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Cada vez es más imprescindible la figura de la enfermera especializada en los cuidados gerontológicos

Los pacientes mayores que son atendidos por los profesionales de las neurociencias por problemas neurológicos de diversas índoles (Ictus, Hematomas intraparenquimatosos, Hemorragia subaracnoidea, meningitis, encefalitis, Traumatismos craneoencefálicos, Tumores primarios o metastásicos…). Además, suelen tener varios problemas de salud con orígenes diferentes, pudiendo coexistir varias patologías agudas o crónicas además de poder presentar deterioro cognitivo, depresión, trastornos del sueño, malnutrición, estreñimiento, incontinencia, úlceras por presión, alteraciones de la marcha, déficits sensoriales, polimedicación, pérdidas funcionales, problemas sociales (económicos, falta de apoyo familiar, domicilios no adaptados), dependencias en actividades básicas y/ o instrumentales, etc.

Esta circunstancia hace necesaria una valoración integral y multidisciplinar (geriatra, enfermera especialista en gerontología (deseable) o con formación específica en este campo, trabajadores sociales, neurólogos, neurocirujanos, etc. de una forma personalizada, obteniendo unos mejores resultados en la calidad de vida, mejor estado afectivo, mejora la capacidad funcional y se reducen las estancias hospitalarias.

El incremento de la longevidad en los países desarrollados no es una utopía y los ancianos no son un grupo homogéneo, por lo que es necesaria una atención personalizada. En la población anciana nos encontramos con frecuencia una mala calidad asistencial relacionada con la búsqueda de una disminución de la mortalidad en vez de buscar el mantenimiento de la calidad de vida.

La complejidad de los servicios de salud y la participación en un equipo multidisciplinar nos obliga a las enfermeras a incidir y contribuir en aumentar/mantener la calidad de vida y el bienestar de los ancianos, para ello es necesario un modelo de cuidados en el que se defina la intervención de la enfermera en la prevención de la enfermedad y en la mejora del estado de salud.

Los cuidados tienen que ir orientados a detectar las necesidades del anciano para prevenir las complicaciones, coordinar las ayudas necesarias y proporcionar los cuidados para que la persona alcance su mayor grado de autonomía con la ayuda del entorno y los profesionales. Cuando no es posible la recuperación hay que contemplar los cuidados dirigidos a asegurar una muerte digna.

Cada vez más se hace imprescindible la figura de la enfermera especializada en los cuidados gerontológicos, siendo un profesional autónomo que coordine la atención compleja, dirigida a los ancianos y a sus familias por problemas relacionados con las actividades diarias y de cuidados. Este trabajo complejo requiere una formación especializada, que a menudo se cubre con profesionales no formados para tal efecto, bien por la escasez de especialidades en enfermería o por la poca sensibilización política del problema.

Para que una colaboración interdisciplinar sea dinámica y operativa se necesita que los roles de los diferentes integrantes del equipo estén bien definidos y que las competencias de cada miembro sean reconocidas por todos los demás. En la atención a las personas ancianas el equipo interdisciplinar con frecuencia no funciona como tal a no disponer de profesionales especializados en geriatría.