A escasas horas de celebrar esta atípica Navidad, marcada por la pandemia de Covid-19 y el riesgo de transmisión del virus, en muchas personas afloran dudas, incertidumbre e incluso temor ante la posibilidad de nuevos contagios, particularmente hacia aquellos familiares más vulnerables, como las personas mayores y, en especial, las que padecen alguna enfermedad causante de deterioro cognitivo.

Por ello, desde la Fundación Pasqual Maragall se ofrecen 6 consejos prácticos para pasar unas fiestas diferentes con un familiar con Alzheimer, aplicables también a quienes padecen otro tipo de demencia: 

  • Principal objetivo: evitar el contagio
    Hay que priorizar la salud de todas las personas y debe primar la responsabilidad individual, aceptando que esta Navidad es muy diferente, abriendo la mente, siendo flexibles y generando nuevas expectativas ante estas Fiestas.
  • Atender la normativa vigente
    Es importante estar al día de la normativa que rija en cada momento en nuestro lugar de residencia. Al margen de lo permitido y lo prohibido, las autoridades sanitarias piden evitar reuniones de cierto número de personas en un mismo espacio cerrado y pertenecientes a distintas unidades de convivencia. Podemos optar por alternativas como encontrarnos en la calle y dar un paseo, en un horario que favorezca las posibilidades de asistencia y disfrute de la persona con Alzheimer.
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Para las personas con Alzheimer u otro tipo de demencia y sus cuidadores el 2020 ha sido un año particularmente complicado
  • El pensamiento, guía clave de las emociones
    Es importante focalizar la mente en lo que «ganamos» y no en lo que «perdemos». Si renunciamos a ciertas cosas (reuniones familiares numerosas, asistencia a actos o eventos…) estaremos ganando otras cruciales (prevención del contagio, contribución a la progresión positiva de la pandemia…). Esta valoración nos ayudará a mantener el optimismo y la esperanza.
  • El camino recorrido, fuente de autoestima
    Si miramos hacia atrás, probablemente, veremos que, a pesar de las dificultades y el sufrimiento, hemos sido fuertes, tenaces, flexibles y resilientes. Esto aumentará nuestra confianza y nos ayudará a manejar mejor una Navidad que, no por diferente, debe ser emocionalmente negativa o vacía.
  • Hacer partícipe a la persona con Alzheimer
    Ante la probable dificultad para que comprenda estas situaciones tan atípicas, podemos hacer que nos ayude con los preparativos de las Fiestas para tratar de favorecer la vivencia de estas. Son diversas las actividades que puede llevar a cabo, desde dibujar o pintar tarjetas de felicitación, envolver regalos, decorar la casa, escuchar distintos tipos de música que despierten emociones positivas, etc.
    Todo ello ayudará a levantar el ánimo y promover el bienestar emocional, tanto de la persona afectada como de quien le cuida.
  • Aprovechar las nuevas tecnologías
    A lo largo de los últimos meses, la tecnología se ha convertido en una de nuestras mejores aliadas, así que estas Navidades podemos procurar disponer de algún dispositivo (móvil, tablet u ordenador) para mantener el contacto y vernos con familiares y amigos.
    Es importante prepararse con antelación, tanto para saber manejarlo, como para que la persona con Alzheimer se familiarice con esta forma de comunicación.
    En estos encuentros virtuales, además de charlar, podemos cantar villancicos, recitar algún poema, tomar un café o hacer un brindis en la distancia…, pero es importante organizar los turnos de palabra y limitar el tiempo de conexión para minimizar la posible confusión o desinterés de la persona con Alzheimer.

Tal y como apuntan desde la Fundación Pasqual Maragall, el año 2020 quedará en el recuerdo como el año del coronavirus. Pero también por el año en que se ha hecho manifiesta la capacidad de adaptación de las personas a una nueva realidad, superando adversidades y cultivando la resiliencia.

Para las personas con Alzheimer u otro tipo de demencia ha sido particularmente complicado, ya que al elevado riesgo de complicaciones ante un posible contagio del virus se sumaron serios retos derivados del confinamiento, como el cierre de los centros de día, las restricciones de contacto con familiares y amigos, las limitaciones de la ayuda domiciliaria, o la alteración de sus rutinas (tan importantes para el control de los síntomas de la enfermedad).

Tampoco ha sido fácil para las personas cuidadoras, con una dedicación aún más intensa a la atención de sus familiares con Alzheimer, 4 horas más al día de media, y por la complejidad de la situación, que impactó en su propio bienestar físico y emocional.