Un artículo de Osvaldo J. Hernández Soto,
Catedrático del Programa de Educación y Educación Física
en la Universidad Interamericana de Puerto Rico

El movimiento es inherente a la vida del ser humano. Es necesario para la realización de actividades básicas del diario vivir y también en las instrumentales. La actividad y el movimiento humano son procesos dinámicos. Influyen de manera multidimensional (físico, biológico, mental, social, etc.) en la salud y la calidad de vida de las personas.

El envejecimiento activo es “el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad para mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”; (WHO, 2000)1. Por lo tanto, se puede asumir que mantenerse activo (integral, multidimensionalmente) durante el curso de la vida, repercutirá en un envejecimiento saludable y exitoso y participativo. Este asunto debe ser considerado por los profesionales que brindan atención y servicios a los adultos mayores como una meta; al igual, debe ser el sueño de todos.

El envejecimiento activo puede alcanzarse; sin embargo, es necesario cumplir con un sinnúmero de requisitos; se requiere:

1). Disponer de un estilo de vida activo; esta es la base. El mismo se sostiene mediante acciones físicas, mentales y sociales concertadas
2). Competencia profesional, conocimiento, creatividad en los diseñadores de los programas de intervención; se trata de transferir los saberes en acciones concretas
3). Compromiso, creatividad, motivación, innovación; es importante que los mayores puedan sugerir y seleccionar entre diversas alternativas terapéuticas que atiendan sus intereses y satisfagan sus necesidades

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La actividad y el movimiento humano son procesos dinámicos que influyen de manera multidimensional en la salud y la calidad de vida de las personas

Se reconoce que el uso de diferentes estrategias y técnicas fisioterapéuticas contribuyen a evitar alteraciones que tarde o temprano podrían llevar a la incapacidad física. La presencia de una discapacidad puede afectar la autonomía e integración del mayor. De igual forma, podría limitar la participación activa en su entorno (social, físico, psicológico, ambiental) y lo que implica.

Esta ampliamente documentado que la terapia de movilidad (actividad física, ejercicios de movilidad articular, flexibilidad, fuerza y resistencia) es beneficiosas en aquellos que la utilizan.  Desde la fisiatría se puede ayudar a que el adulto mayor mantenga la movilidad músculo esqueletal. Esta ciencia usa el movimiento músculo esqueletal (actividad, ejercicio) como su principal herramienta terapéutica. Su finalidad es promover la salud y la calidad de vida. Prevenir la discapacidad funcional y potenciar el envejecimiento activo.

Se sabe que el envejecimiento como proceso natural de cambio afecta las estructuras óseas, musculares, articulares. Se reconoce que la pérdida de masa ósea puede desencadenar en osteoporosis; reducción en el volumen del músculo (sarcopenia); puede haber inflación, entumecimiento y dolor que limiten el movimiento del adulto mayor. No obstante, es importante destacar que los cambios pueden atenuarse.

La terapia con movimientos articulares y ejercicios de flexibilidad y fuerza pueden beneficiar los sistemas músculo esqueléticos y a su vez, mejorar la calidad de vida del adulto mayor. Esto a su vez, le permitiría no solo mantenerse activo, más bien, ser participativo en asuntos inherentes a su estilo de vida (socio cultural, espiritual, laboral, educativo, recreativo, etc.).

Algunas observaciones de experiencias con adultos mayores utilizando movimientos articulares y estiramiento como forma de terapia; (actividades con el cuello (mover o girar) a la derecha e izquierda, al frente y atrás, acercarlo lateralmente a los hombros; movimiento en hombros: flexión y extensión, circunducción, abducción, aducción, rotar (hacia los lados y regresarlos); mover la columna vertebral (tronco) hacia el frente y atrás, lateralmente, rotar. Flexionar y extender los codos, muñecas y dedos. Con las caderas, flexionar, extender, abducir, aducir, rotar, rodillas flexionar y extender. En los tobillos dorsiflexión, flexión plantar, inversión y eversión) en los centros de servicio Esperanza para la Vejez (ESPAVE) de Puerto Rico, evidenciaron mejoras en la flexibilidad.2

Algunos cometarios de los participantes del centro ESPAVE respecto a la terapia con movimientos fueron:“gracias a ellos es que he llegado a la edad que tengo”; “disfruto de la salud y manteniendo un mejor estilo de vida”, “el mundo es mío, tengo un espacio y me siento libre”, “trato de mantenerme activa, me hace sentir bien” y “aunque me duela, siento que estoy haciendo algo bien”, “me relaciono con otras personas”, “se relaja la mente”, “el estrés”, “mantiene la mente más activa”,“me siento capaz de tener una conversación”, “interactúo con el prójimo y me entero de chismes”, “disfruto de la naturaleza viendo los pajaritos”. Los ejemplos presentados se relacionan con el envejecimiento activo en el entorno social, físico, psicológico y ambiental.

Las actividades de movilidad músculo esqueletales referidas están ajustas a las necesidades de cada participante y se planifican en función a las posibilidades, necesidades e intereses del grupo. Estas pueden ser modificadas; incorporar una silla para brindar apoyo y estabilidad; incluir peso (bandas para muñeca, tobillo, chaleco para el pecho). De igual forma se sabe que deben complementarse incorporando estímulos cognitivos como, por ejemplo: dibujar con las extremidades (superiores e inferiores) las vocales, con la letra construir una palabra, con la palabra una oración. Lo mismo puede realizarse con números.

El trabajo en pares o tríos estimula el entorno social, fomentando la comunicación, el trabajo colectivo, imponiendo retos; sugiere asumir roles de liderado, entre otras destrezas vitales importantes. Se incluye la música como una forma de estimulación activa, pasiva, relajación, expresión corporal, etc.

Promover el envejecimiento activo desde la movilidad física es una tarea que compete a diferentes profesionales (Fisiatra, Terapista físico u ocupacional, Kinesiólogo, Educación Física, etc.), esto en lo que concierne a estimular la movilidad mediante el ejercicio. Pero igual, corresponde a gerontólogos, trabajadores sociales, enfermeros, educadores en salud reconocer la aportación de la movilidad en el envejecimiento activo.

Educar al respecto es una manera de potenciar a los mayores sobre este asunto. Incorporar experiencias de movilidad terapéutica en los diferentes programas e intervenciones para adultos mayores debe ser un requisito de cada programa de servicio en la atención gerontológica.

Es importante señalar que no todos los países gozan de programas adecuados (con servicio integrados de terapia ocupacional, física, fisiatría, o tan simple como incorporar solo ejercicios, etc.) para los mayores. En algunos países las carencias de este tipo de servicios se relacionan a los altos costos que tienen las coberturas de salud y a políticas públicas que no se ponen en práctica.

Por lo tanto, reconociendo que los mayores son el grupo de edad de mayor crecimiento poblacional a nivel mundial, es necesario que cada país comience a desarrollar campañas para concienciar y promover el tipo de envejecimiento que deberían aspirar todos los seres humanos, el envejecimiento activo. Los mayores debe ser las voces de esas campañas.

En fin, lo relevante es que se reconozca que el aporte de movimiento no se limita a físico (huesos, músculos, articulaciones); la movilidad trasciende la naturaleza multidimensional de lo mecánico y lo transfiere a la complejidad biopsicosocial en la que nace, crece y se desarrolla el ser humano.

Cierro este corto escrito dándole voz a la experiencia de un adulto mayor: “El cuerpo es una máquina que realiza su trabajo en forma organizada. Esto requiere combustible en nuestros alimentos balanceados. Todo exceso trae descontrol que se refleja en fallas de salud general. Creo que la actividad física es la que facilita realizar actividades diarias normales que se van demandando en el trabajo, la casa, la sociedad. Soy mujer de 76 años y creo que la mayoría de estos los he pasado a pie y en ejercicio continuo tanto mental, emocional como físico. Sí, acepto que he debido descansar más mis piernas, pero a veces se me hace imposible. Es una realidad que en la justicia divina se otorguen 24 horas diarias y se requieren 8 para trabajar, 8 para descansar y 8 para recrearse. Todos tenemos el mismo día. Es la planificación, disciplina prioridades y metas lo que hace la diferencia en las personas para sacarle provecho a ese regalo de Dios que es un día de 24 horas. A pesar de mis condiciones me mantengo activa. ¡Ya habrá tiempo para descansar de verdad!

Bibliografía:

1. World Health Organization (WHO), Active aging: a policy framework, WHO, Geneva, Switzerland, 2000

2. Hernández, O., & Ramírez, F. (2014). Programa de Ejercicio Estructurado es Viable y Mejora la Capacidad Funcional en Adultos Mayores en Puerto Rico. Pensar en Movimiento: Revista de Ciencias del Ejercicio y la Salud, 12(2),1-15.


Sobre el autor

Osvaldo J. Hernández Soto es Catedrático del Programa de Educación y Educación Física en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de San Germán. Posee: Doctorado en Educación de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metro (2002), Maestría en Salud Pública de la Escuela de Medicina Recinto de Ciencias Médicas en Puerto Rico (2003), Maestría en Gerontología Social de la Universidad de Barcelona, España (2016), Doctorado en Investigación Gerontológica de la Universidad Maimónides, Buenos Aires, Argentina (2019). Mantiene un Proyecto Comunitario en el Centro Esperanza para la Vejez de San Germán (1998-Presente)

Su línea de investigación es la Actividad física/Ejercicio/Tiempo Sentado en adultos mayores. Posee varias publicaciones en revistas profesionales sobre el tema.

osvaldo_hernandez@nullintersg.eduojhsui@nullgmail.com