La disfagia es un trastorno de la deglución que dificulta que la persona pueda tragar correctamente alimentos o líquidos. Se calcula que más de dos millones de personas en España padecen disfagia. Pero a pesar de su alta prevalencia, el 90% de la población con disfagia no está diagnosticada ni correctamente tratada, advierte el Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM).

Por ello, desde el CPLCM re recalca la importancia de visibilizar este síntoma y sus implicaciones físicas, sociales y anímicas entre la población general, pero también entre los profesionales sanitarios, que no siempre le otorgan la importancia necesaria. De hecho, como explica Salvador Jiménez, logopeda experto en disfagia que trabaja en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro del CPLCM, “con frecuencia nos derivan para rehabilitación a personas que han sufrido un ictus o padecen otras patologías neurodegenerativas y tienen problemas del habla, del lenguaje, pero no siempre se estudia si sufren disfagia. Y es clave que trate también este síntoma”.

Tal y como apunta este especialista, la deglución o paso de los alimentos sólidos o líquidos desde la boca al estómago “es una de las acciones neuromusculares más complicadas del organismo. Involucra a 50 músculos en un breve espacio de tiempo y requiere de una coordinación minuciosa. Al cabo del día deglutimos alrededor de 2.000 veces, porque no solo deglutimos cuando nos alimentamos sino también, por ejemplo, cuando tragamos saliva, por lo que cualquier alteración en este mecanismo puede tener importantes repercusiones funcionales y psicosociales y puede comprometer la calidad de vida de la persona”.

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El 30% de las personas que sufren disfagia es mayor de 65 años

En este sentido, las consecuencias de la disfagia tienen que ver, sobre todo, con la eficacia y la seguridad en la alimentación. Una alteración de la deglución puede generar deshidratación y malnutrición. Debido a la dificultad para tragar ciertos alimentos, las personas dejan de tomarlos, lo que da lugar a una dieta insuficiente, generalmente en proteínas. Como consecuencia, en estas personas existe pérdida de fuerza y masa muscular y mayor riesgo de fragilidad, lo que le limitará en las actividades de la vida diaria y condicionará en estado cognitivo y anímico. De hecho, la fragilidad está relacionada con una mayor prevalencia de discapacidad y dependencia.

Además, la disfagia también pone en jaque la seguridad en la alimentación, ya que cuando existen problemas para deglutir a un ritmo adecuado y de manera coordinada existe mayor riesgo de aspiraciones, es decir, al tragar, algún resto de comida puede irse por otro lado, produciendo infecciones respiratorias e insuficiencias respiratorias.

Por tanto, un abordaje correcto de este síntoma con rehabilitación logopédica de los músculos implicados en la deglución, adaptación de la dieta, aplicación de técnicas posturales al comer, etc. favorece el bienestar físico, pero también anímico de los pacientes, advierte el Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid.

Enfoque multidisciplinar y una intervención coordinada de distintos profesionales cualificados

El abordaje de la disfagia, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento, exige un enfoque multidisciplinar y una intervención coordinada de distintos profesionales cualificados (médicos, enfermeras, nutricionistas, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos…), en el que no puede faltar el logopeda, señala el Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid.

En este sentido, Salvador Jiménez señala que “el logopeda es un profesional imprescindible en el diagnóstico y la rehabilitación de la disfagia, sobre todo en la disfagia orofaríngea. Nuestra intervención no puede ser suplida por otro profesional. Entre las funciones del logopeda en casos de disfagia están el cribado, evaluación, orientación terapéutica, estimulación, tratamiento específico, prevención en grupos de riesgo, etc.”.

Además, es fundamental la labor de la familia y en la necesidad de que se la involucre en la terapia. “La familia es el gran apoyo diario del paciente con disfagia. Muchas personas con disfagia son dependientes, por lo tanto, trabajar con la familia es fundamental. Debe ser una extensión de todas las técnicas e indicación que los logopedas pautemos a los pacientes para que puedan alimentarse con seguridad y eficacia”, indica el logopeda.

Por ello, es importante que se informe a los familiares y cuidadores sobre las implicaciones que tiene el trastorno deglutorio y lo que conlleva, sobre cómo les pueden ayudar y, sobre todo, lo que nunca deben hacer.

El 30% de las personas que sufren disfagia es mayor de 65 años

La disfagia puede estar provocada por diferentes trastornos o patologías, entre las más frecuentes están el ictus o enfermedades neurodegenerativas, como Parkinson, esclerosis múltiple o ELA, pero también el propio envejecimiento. “El envejecimiento puede provocar una disminución de fuerza muscular y una alteración de la coordinación necesaria para poder realizar los movimientos musculares que intervienen en la deglución con la precisión y rapidez que se precisa”, advierte Salvador Jiménez. Y esto puede dar lugar a problemas de disfagia.

Además, también existen otros trastornos que contribuyen a la peor deglución en las personas mayores como la pérdida de piezas dentales, las prótesis mal ajustadas, la medicación (algunos fármacos interfieren en la correcta deglución), etc.

De hecho, se trata de una alteración frecuente en esta población. Se estima que el 30% de las personas que sufre disfagia es mayor de 65 años. Por eso, el logopeda miembro del CPLCM insiste en que es prioritario que se tenga en cuenta esta problemática cuando se realicen valoraciones geriátricas. De este modo, se favorece el diagnóstico y correcto tratamiento de las alteraciones de la deglución, lo que mejorará la calidad de vida de las personas que la sufren.