Un articulo de Sonia Terrón Pérez,
Terapeuta ocupacional en atención domiciliaria, responsable de Mas Terapia en Madrid

Las caídas son un auténtico problema de salud pública entre la población mayor de 65 años y causa importante de discapacidad.

Son los accidentes más habituales en las personas mayores. Constituyen uno de los problemas más frecuentes con la edad y pueden ocasionar importantes lesiones y graves consecuencias.

Las principales consecuencias son de carácter físico (lesiones, traumatismos, fracturas, úlceras por presión, atrofia…), psicológico (restricción de la actividad, ansiedad ante situaciones de movimiento, miedo a caerse, estados de ánimo depresivo, disminución de la autoestima…), ocupacional (deterioro en la realización de las actividades cotidianas, abandono de roles y actividades significativas y cambios de hábitos) y socioeconómico (aumento de la necesidad de cuidado, hospitalización e institucionalización).


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Las caídas constituyen uno de los problemas más frecuentes con la edad y pueden ocasionar importantes lesiones y graves consecuencias

La frecuencia de las caídas puede aumentar por diferentes factores. Unos son propios del envejecimiento, otros relacionados con enfermedades y otros por situaciones del entorno en el que nos movemos.

Para poder prevenir una caída hay que ser capaz de reconocer las posibles causas o factores de riesgo. No todas las personas presentan los mismos factores, ni éstos actúan de igual manera. Algunos factores que aumentan el riesgo de caídas son:

Factores intrínsecos, relacionados con la persona:

  • Cambios fisiológicos asociados al envejecimiento como déficits sensoriales (agudeza visual disminuida e hipoacusia), enlentecimiento de los reflejos, alteración postural, pérdida de masa muscular, etc.
  • Procesos patológicos que predisponen a las caídas como patologías sensoriales, (cataratas, degeneración macular, glaucoma, problemas vestibulares…), neurológicas (accidentes cerebrovasculares, neuropatías, demencia, enfermedad de Parkinson, etc.), musculoesqueléticas (artritis, artrosis, osteoporosis, etc.), cardiovasculares (cardiopatía isquémica, enfermedad del nódulo carotideo, arritmias cardiacas, alteraciones de la regulación de la presión arterial…), entre otras, que pueden provocar problemas de movilidad, inestabilidad, dificultad para mantener la marcha o el equilibrio.
  • La medicación, especialmente la sobre medicación. Cualquier fármaco que interfiera o altere el control postural, la perfusión cerebral o la función cognitiva puede inducir a una caída.

Factores extrínsecos o ambientales:

  • Las características del entorno (el acceso a la vivienda, el domicilio, la calle y los medios de transporte).
  • La existencia de barreras arquitectónicas.
  • El uso incorrecto de los productos de apoyo o muletas, bastones y andadores no adecuados.
  • Ropa o calzado inadecuado.

La mayoría de las caídas se producen en los domicilios y se pueden prevenir. Afortunadamente, hay medidas que se pueden llevar acabo para garantizar que el riesgo se reduzca significativamente. Algunas recomendaciones para evitar caídas en el domicilio son:

  • Realiza ejercicio físico. Los ejercicios para mantener o mejorar la movilidad, la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio son una manera eficaz de reducir el riesgo de caídas.
  • Conoce tus enfermedades y los medicamentos que tomas. Pregunta a tu médico si tienes riesgo de tener caídas.
  • Revisa la medicación para valorar si algún medicamento produce somnolencia, mareo, desorientación, inestabilidad, etc.
  • Realiza revisiones periódicas de la visión y audición.
  • Vigila las bajadas de azúcar si eres diabético.
  • Controla la tensión arterial.
  • Cuida la alimentación y la ingesta de líquidos. La dieta debe contener cantidades adecuadas de calcio (leche y derivados) y vitamina D (pescados, fundamentalmente, y carne).
  • Evita actividades con giros bruscos, cambios posturales rápidos o exagerados. También, las que requieren inclinación de la cabeza hacia atrás, las que impliquen perder el suelo como referencia o las que requieren una postura extrema.
  • Evita la urgencia miccional, programando con tiempo los pasos al baño.
  • Camina con algún producto de apoyo adecuado si tienes dificultad para andar o para mantener la estabilidad. Un/una terapeuta ocupacional puede ayudarte a elegir y a aprender a manejar el producto de apoyo que mejor se adapte a tu situación.
  • Camina con las manos lo más libres posible. No debes girarte bruscamente para darte la vuelta. Descansa si te fatigas o el trayecto te resulta largo. Cruza las calles siempre con el semáforo en verde o por los pasos de cebra. No corras.
  • En las escaleras agárrate al pasamano para subir o bajar. Si tienes dificultad en alguna pierna, es más seguro avanzar primero la pierna sana para subir y al revés para bajar. Si presentas inestabilidad o dificultad, baja y sube los escalones de uno en uno, poniendo los dos pies en el mismo escalón.
  • Utiliza calzado y ropa adecuada. Por ejemplo, zapatos ajustados, cerrados por detrás, con tacón bajo, suela antideslizantes y buen sistema de cierre.
  • En el entorno domiciliario se deben seguir algunos consejos que pueden ayudar a reducir el riesgo de sufrir una caída. No obstante, en caso de tener alguna duda, de necesitar alguna adaptación domiciliaria más específica o la eliminación de alguna barrera arquitectónica, un /una terapeuta ocupacional puede ayudarte:

    – La casa debe estar bien iluminada con luz potente que no produzca reflejos. Los interruptores han de ser accesibles y luminosos para identificarlos. Deberán estar instalados al comienzo y al final del pasillo, escalera y salón, para poder ser iluminados antes de entrar. Coloca luces de noche y lámparas auxiliares con bases seguras. Utiliza testigos de presencia para el encendido automático de las luces, especialmente en pasillos y en escaleras. Hay que evitar cables por medio de zonas de paso. Es recomendable que estén fijos a la pared, sobre el zócalo…

    – Las ventanas deben estar protegidas con visillos o cortinas para evitar reflejos.

    – El suelo debe ser liso, nivelado, antideslizante y sin elementos que sobresalgan. Evita suelos mojados y encerados. Prescinde de alfombras, si las utilizas deben llevar un sistema de fijación. Despeja el camino de objetos y muebles para evitar tropiezos. No debe de haber cables por el suelo.
    – Las escaleras
    deberán estar bien señalizadas e iluminadas. Si es posible, utiliza cintas antideslizantes en los peldaños o en cada escalón. Coloca barandillas o pasamanos a ambos lados.

    – En casa debe haber los muebles necesarios. Nunca deben estar en lugares de paso, se debe mantener siempre el orden. No te apoyes en muebles que se puedan deslizar por llevar ruedas. Evita mesas inestables, las mesas bajas y las de superficie deslizante, de cristal o de espejo. No uses sillas con ruedas o giratorias. No te subas nunca a escaleras o taburetes para alcanzar ropa, utensilios o colgar cortinas, visillos, etc. Coloca los objetos más utilizados en estantes fácilmente accesibles. Los sillones y las sillas han de estar ajustados a tu tamaño y altura, con respaldo y reposabrazos. Utiliza sillones, manteles, etc., con colores llamativos para potenciar los contrastes.

    – Coloca asideros en el baño, cocina, pasillos, escaleras o en cualquier otra habitación, para darte apoyo a la hora de andar, alcanzar objetos, para facilitarte el paso de sentado a de pie y viceversa.

    – En el dormitorio deberá haber un interruptor de luz a la entrada y otro de fácil acceso junto a la cama. También se recomienda un piloto de luz nocturna. La altura de la cama debe ser la adecuada para poder acostarte y levantarte sin problemas. Si tiene ruedas, frénala y coloca barandillas o un soporte junto a la cama, para obtener más apoyo al levantarte. El colchón ha de ser firme, que te permita sentarte sin que te hundas. Debe haber espacio libre alrededor de la cama para circular y un armario con colgadores a una altura accesible. Evita el uso de alfombras. Las sillas y las mesillas han de ser estables, que permitan apoyarte sin problemas. Utiliza una silla para vestirte sentado, si es necesario.

    – En la cocina es preferible el uso de una cocina eléctrica, vitrocerámica o inducción, en lugar de una cocina de gas. Coloca los muebles a una altura adecuada. Utiliza utensilios fáciles de usar y accesibles, sobre todo aquellos que usas habitualmente. El suelo ha de estar limpio y seco para evitar resbalones y caídas. Es recomendable un suelo antideslizante.

    – En el baño utiliza plato de ducha a ras del suelo mejor que bañera. Si es posible, coloca un asiento en la ducha o en la bañera y un asidero en disposición diagonal, para proporcionar estabilidad y seguridad. Es preferible el uso de cortinas en lugar de mamparas de baño pues son menos peligrosas a la hora de sufrir una caída. Utiliza alfombrilla antideslizante en plato de ducha, bañera y suelo. El suelo debe ser antideslizante y ha de estar seco. No camines sin zapatillas. Utiliza asideros o barras de apoyo fijas, sujetas a la pared o al suelo junto a la ducha, bañera o inodoro. El inodoro ha de tener una altura adecuada para ayudarte a levantarte y sentarte. Si es necesario usa un elevador de W.C. Utiliza un asiento de retrete ajustable, bien fijado, con un color que haga contraste. Usa un dispensador para el gel, el champú y la crema. Se recomienda una puerta de baño sin cerrojo, que se pueda abrir desde el exterior y a ser posible, de apertura hacia fuera.

    – En el salón utiliza sofás, sillas y sillones con reposabrazos, con respaldo y asientos firmes, ajustados a tu tamaño y altura. Siempre coloca los objetos de uso frecuente a tu alcance para no tener que utilizar ni taburetes, ni escaleras que supongan un riesgo añadido.

A pesar de que algunas caídas tienen una causa obvia, la mayoría están producidas por muchos y diversos factores, casi todos ellos previsibles. Es importante conocer los factores de riesgo y saber cómo prevenirlos pues adoptando algunas medidas se pueden evitar caídas.