Con motivo de la próxima celebración del 62 Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y XXIII de la Sociedad Madrileña de Geriatría y Gerontología (SMGG) entrevistamos al Doctor Francisco Tarazona Santabalbina, vocal de la Junta directiva de la SEGG.

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Francisco Tarazona



Con este experto abordamos temas de gran relevancia, como el papel de las residencias durante la pandemia, el nuevo modelo en la atención a la persona mayor y el coste, en términos económicos, que supone envejecer. El 62 Congreso de la SEGG, que retoma su actividad presencial, se celebrará en el Hotel Meliá Castilla de Madrid los días 22, 23 y 24 de junio bajo el lema “Envejecer: un desafío”.





El Congreso de la SEGG recupera este año el formato presencial. ¿Qué otras novedades nos depara esta edición?

Además de la recuperación de la presencialidad después de tres años que has comentado en el enunciado, nos gustaría destacar la interdisciplinariedad de las sesiones plenarias y el diseño de controversias en el que contrastar diversas aproximaciones y abordajes con sus pros y contras asociados.

¿Cuáles serán las temáticas protagonistas del 62 Congreso de la SEGG?

Como dice el lema del congreso, y también el título de la primera Plenaria, el leit motiv es el desafío clínico, biológico y social que supone envejecer. De ahí que, desde una perspectiva interdisciplinar se aborde el proceso de envejecer desde la óptica de la resolución de problemas clínicos y sociales, al tiempo que comprendemos mejor las bases biológicas, genéticas y epigenéticas del proceso fisiológico de envejecimiento.

Dos años después de la declaración de la pandemia, el lema del Congreso, “Envejecer: un desafío” ¿es más real que nunca?

Creo que, en realidad, nunca ha dejado de ser un desafío real y candente. Asimismo, es un desafío que requiere un cambio de perspectiva gestora, olvidando el coste sanitario y social para centrar la inversión, término más preciso, que supone la prevención de síndromes geriátricos produce ahorros eficientes en las arcas públicas al tiempo que preserva la calidad de vida del mayor.

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El 62 Congreso de la SEGG se celebrará de forma presencial en el Hotel Meliá Castilla de Madrid los días 22, 23 y 24 de junio

Tras las carencias puestas de relieve por la pandemia, ¿cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta la salud y el bienestar de las personas mayores?

Las principales carencias siguen siendo la accesibilidad a los recursos sanitarios y sociales y la clara, e injustificada, asimetría en el desarrollo de servicios geriátricos en los distintos territorios autonómicos. Eso genera una disparidad, contraria a la Constitución que nos rige, en la atención sanitaria al adulto mayor.
Esta asimetría es más patente si cabe cuando abordamos el acceso específico a unidades de ortogeriatría u oncogeriatría que han demostrado grandes beneficios para el paciente y para el sistema sanitario pero que, desgraciadamente, presentan una distribución muy irregular en todo el territorio estatal.

Respecto a los centros geriátricos ¿cómo debe abordarse el tan debatido ‘cambio de sistema de atención’ en las residencias?

Debido a las diferentes trayectorias de envejecimiento, tenemos también diferentes situaciones funcionales y cognitivas. La mayor parte de ellas permiten al mayor seguir viviendo en el deseable ámbito comunitario. Y aquí, junto a la permanencia en el domicilio habitual, se están desarrollando diferentes estrategias, con menor o mayor supervisión y/o tutela, con la intención de preservar la autonomía.
No obstante, no debemos olvidar que un porcentaje afortunadamente bajo de los adultos mayores, se encuentra en situación de dependencia. En estos casos, diversas situaciones clínicas, o sociales, pueden requerir el ingreso del mayor en residencias. Todas las comunidades autónomas tienen regulaciones específicas para estos centros y, exceptuando los brotes pandémicos, estos centros no han tensionado sus estructuras.
Toda pandemia supone una crisis, y toda crisis y supone una oportunidad, por lo que es un buen momento para auditar los procesos, no solo los residenciales, y mejorar la atención en cada uno de los niveles asistenciales.

La crisis sanitaria y social provocada por la Covid-19 ha sido especialmente dura con el colectivo de las personas mayores. ¿Qué hemos aprendido? ¿se han tomado ya medidas reales para evitar que se produzcan situaciones similares en el futuro?

La pandemia nos ha obligado a mejorar una carencia crónica de nuestra atención sanitaria como era la descoordinación entre los distintos niveles sanitarios y sociales. No obstante, debemos reiterar los problemas de equidad asistencial al mayor, porque no en todos los territorios autonómicos ni en todas las áreas de salud pertenecientes a una misma provincia, esta coordinación se ha mejorado de forma equitativa.
En este sentido, la geriatría española ha desarrollado figuras novedosas como el geriatra de enlace que mejora la coordinación entre el medio residencial y los distintos niveles asistenciales sanitarios. Sería deseable que se dotara de suficientes geriatras al sistema público sanitario para poder ofrecer al mayor una atención de calidad independientemente del lugar de residencia.
No es casual que esta dificultad en el acceso según la localización se relacione con la carencia de geriatras en el modelo público de atención, pues una reciente auditoría señalaba la especialidad de geriatría como una de las cuatro que más déficit presentaba en nuestro sistema público.

¿Cómo deben evolucionar los cuidados de larga duración para responder al reto que supone el envejecimiento de nuestra sociedad?

Deben evolucionar de forma cohesionada y simétrica, sin presentar desigualdades territoriales. Es necesario el desarrollo de unidades de recuperación funcional, de plazas de larga estancia y también un modelo de hospitalización domiciliaria dinámica con una clara vocación funcional. Por último, es necesario enfatizar la coordinación con los servicios sociales y, en ese aspecto, la clave es seguir generando más equipos de geriatría de enlace con el medio residencial.