Un artículo de Christian Serrano, Entrenador personal en ASPAYM Castilla y León

El ejercicio físico tiene una gran influencia en nuestra salud y contribuye de forma decisiva a mejorar la calidad de vida de todo el que lo practica. Con la actividad física tenemos una herramienta muy potente para evitar patologías que puedan desembocar en situaciones de dependencia y/o discapacidad.

Un buen entrenamiento mejora el funcionamiento cardiovascular y la capacidad de oxigenación de los tejidos, evita la disminución de densidad de los huesos (osteoporosis) y de la masa muscular (sarcopenia). También contribuye a mejorar la fuerza, la capacidad de segregar determinadas hormonas y la gestión de la insulina (diabetes). Así como a prevenir el daño y el dolor articular y a evitar lesiones musculoesqueléticas.

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El ejercicio físico es una herramienta muy potente para evitar patologías que puedan desembocar en situaciones de dependencia y/o discapacidad

En el caso de las personas con discapacidad los beneficios son tanto o más importantes que para el resto de la población porque también les ayuda a mejorar la capacidad de movimiento y la coordinación. De modo que les facilita la realización de actividades cotidianas, incrementando su independencia.

Otros de los aspectos en los que el ejercicio tiene una influencia positiva son la calidad del sueño, en el dolor, la fatiga o la mejora de la función cognitiva. Además, incrementa la autoestima y la confianza en uno mismo.

Claves para mejorar la salud a través del deporte

  1. Pide ayuda a un profesional en ciencias del deporte que te guíe y diseñe un programa de entrenamiento específico acorde a tus capacidades, buscando el estímulo perfecto para cada momento.
  2. Utiliza valoraciones para saber si realmente estás mejorando aquello para lo que entrenas. Es importante cuantificar esa mejoría. En caso de que no se esté produciendo, busca ayuda para encontrar las causas y modificar los estímulos.
  3. Complementa el ejercicio físico con una nutrición acorde a los objetivos. Lo ideal es que un nutricionista o endocrinólogo prescriba una dieta adaptada a tus necesidades.
  4. Acompaña el entrenamiento con un descanso suficiente, tanto en cantidad como en calidad, que permita a tu cuerpo asimilar la carga y producir adaptaciones.
  5. Mantén continuidad en el entrenamiento. Hacer ejercicio de vez en cuando no es útil para conseguir resultados.
  6. Repite el estímulo, no cambies completamente el entrenamiento cada vez que hagas ejercicio. Si lo haces, no notarás una la mejoría deseada en tu rendimiento.
  7. Hidrátate. El agua ayuda a regular la temperatura corporal, a eliminar desechos metabólicos, a lubricar mejor tus articulaciones y a absorber nutrientes. En definitiva, tu cuerpo necesita agua para funcionar mejor y optimizar las ganancias del entrenamiento.
  8. Integra el entrenamiento en tu rutina. No todos los días estamos igual de motivados para entrenar, por lo que es importante que contemples tu entrenamiento como parte de tu día a día para no perder continuidad. Si te cuesta encontrar un momento en el día para entrenar hazlo a primera hora. El día tiene sus imprevistos, pero, si entrenas temprano, no llegarás a la hora de acostarte sin haber dedicado el tiempo necesario a tu cuerpo.
  9. Se eficiente. Comienza tus entrenamientos con una idea clara de lo que vas a hacer. Es habitual procrastinar en las salas de entrenamiento. Tener clara tu rutina facilitará que tu mente esté centrada en entrenar.
  10. Aprende acerca del entrenamiento. Entender para qué haces cada ejercicio e intentar hacerlo cada vez mejor potenciará tu progresión.

Ejercicio físico a cualquier edad

La actividad que debe realizar cada persona dependerá de factores como las capacidades y limitaciones físicas, así como las necesidades individuales. No obstante, en términos generales todos, independientemente de nuestra edad, nos podemos beneficiar del entrenamiento cardiovascular, del entrenamiento de fuerza y del entrenamiento de “flexibilidad” (ganancia de rango articular).

Eso sí, es importante tener en cuenta la edad y las limitaciones personales para lograr unos resultados óptimos con el entrenamiento. Por ejemplo, a edades avanzadas los ejercicios pueden ir encaminados hacia objetivos como preservar la masa muscular, evitar la pérdida de masa ósea y de movilidad articular o mejorar el equilibrio para prevenir caídas.