geriatricarea Sara González Blázquez Amavir



Un artículo de Sara González,
jefe médico del Grupo Amavir

El concepto de síndrome geriátrico es relativamente reciente. Empezó a utilizarse a finales de los años 60 y hacía referencia a las características que presentaban con más frecuencia las persona en edad geriática, a diferencia de otras edades.

En la actualidad, esta acepción se utiliza para referirse a un conjunto de cuadros, originados por la conjunción de una serie de enfermedades que alcanzan una alta prevalencia en el anciano y que son origen de incapacidad funcional o social.

Dada su elevada influencia en la autonomía y calidad de vida de las personas mayores, en el siguiente artículo vamos a explorar este concepto desde un punto de vista amplio, indicando su origen y evolución, así como los principales síndromes geriátricos de la actualidad.

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Los síndromes geriátricos se producen a partir de los 65 años y se incrementan en los mayores de 80 años

¿Qué son los síndromes geriátricos?

Un síndrome geriátrico es “un conjunto de cuadros habitualmente originado por la coexistencia de un grupo de enfermedades de alta prevalencia en personas mayores, y que pueden acabar generando incapacidad funcional y/o social en ellas”, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).

Son la manifestación insepecífica de algunas enfermedades, pero también son el principio de muchos otros problemas que debemos tener en cuenta desde su detección para establecer un buen tratamiento de unos y, prevención para otros.

Los grandes síndromes geriátricos que se describieron inicialmente fueron los conocidos como cuatro gigantes de la Geriatríaincluyen: inmovilidad, inestabilidad-caídas y trastorno de la marcha, incontinencia urinaria y deterioro cognitivo. A este listado se añadieron con la regla de la “Ies” por su inicial en inglés:

  • Inteligencia alterada: síndrome confusional agudo o delirium
  • Incontinencia (urinaria y/o fecal)
  • Integridad de la piel: úlceras relacionadas con la dependencia.
  • Introversión: depresión
  • Inanición: desnutrición
  • Iatrogenía: polifarmacia
  • Impactación fecal y estreñimiento
  • Insuficiencia sensorial: auditiva o visual.
  • Insomnio

A esta clasificación se ha añadido el deterioro cognitivo leve y la fragilidad, concebida como la antesala de la discapacidad. Su conocimiento resulta imprescindible para realizar una correcta valoración geriátrica.

Principales características de los síndromes geriátricos

Los SG. comparten ciertas características:

  • Se producen a partir de los 65 años y se incrementan en los mayores de 80 años
  • Provocan un deterioro significativo en la calidad de vida de las personas que los padecen. Además, pueden implicar una mayor dependencia y atención por parte de la asistencia sanitaria y social.
  • Muchas veces la presentación es atípica, es decir, los síntomas o signos no tienen que ver con el motivo que los causa.
  • En muchos casos, el desarrollo del síndrome geriátrico puede prevenirse y, si se diagnostica de forma precoz, su tratamiento resulta más efectivo
  • Su diagnóstico y abordaje terapeútico requiere valoración y colaboración interdisciplinar, así como un correcto uso de los niveles asistenciales.
  • Los SG pueden aparecer en cascada: un tratamiento determinado puede disminuir la alerta (iatrogenia) y aumentar el riesgo de caídas, la caída puede provocar una fractura que lleva a inmovilidad y uso de absorbente, facilitando la incontinencia. Por este motivo, los tratamientos son complejos y hay que valorarlos con frecuencia superior a otras edades.

Es importante resaltar que la frecuente pluripatología en la tercera y cuarta edad no sólo dificulta el diagnóstico, sino que a veces el tratamiento de una empeora el curso de otra. También puede suceder que una situación enmascare o atenúe otra patología. Ante esta situación, los profesionales debemos adoptar actitudes terapéuticas diferenciadas y medidas y soluciones adaptadas a las características del paciente y sus peculiaridades.

En busca de un modelo de envejecimiento activo y sostenible

Los poderes públicos y las instituciones sanitarias y sociosanitarias buscamos un modelo de envejecimiento activo que permita disfrutar a las personas mayores de una óptima calidad de vida, teniendo siempre presente las características propias de cada individuo.

Sin embargo, la realidad hoy en día es que cada vez es más preocupante el hecho de que los adultos mayores, especialmente los de avanzada edad, viven con situaciones de comorbilidad (varias enfermedades que conviven a la vez) afectando tanto a su salud como a su calidad de vida, que dependerá también de otros factores. 

En el contexto actual, es necesario un rápido reconocimiento y tratamiento de estos cuadros para conseguir la recuperación del paciente y no desarrollar una enorme cascada de efectos adversos que generan mayor morbi-mortalidad en este grupo poblacional.

Cómo han evolucionado los síndromes geriátricos

En la Medicina clásica, la acción del médico se reducía a diagnóstico y tratamiento. El objetivo principal era el hallazgo de la enfermedad que explicara los síntomas que se producían en el paciente.

Las personas mayores presentaban varias enfermedades diferentes, agudas o crónicas, relacionadas o no, y en ocasiones las interacciones entre ellas hacían que el manejo clínico del anciano no sólo fuera difícil, sino que llegara a constituir un verdadero reto para todo el personal sanitario (médicos de distintas especialidades médicas y quirúrgicas, así como enfermeras, terapeutas, etc.).

La mayoría de los conceptos básicos que dieron origen a la Geriatría se desarrollaron durante la segunda mitad del siglo XX, en Reino Unido. A partir de la Segunda Guerra Mundial, surgió una corriente de especialistas médicos que proponían una asistencia sanitaria para los ancianos con la misma calidad que para los jóvenes y adultos.

Por entonces, gran parte de los profesionales sanitarios consideraban que la vejez y la enfermedad eran conceptos sinónimos y que no existían expectativas preventivas ni terapéuticas para las personas mayores enfermas. Ante este contexto, aparecían complicaciones en la tercera edad, como pérdida de la movilidad, confusión mental e incontinencia, que se atribuían equivocadamente a la propia edad del paciente, y no a una falta de tratamientos adecuados en los momentos precisos.

Los primeros geriatras surgieron en los hospitales de larga estancia de los años 40. Allí se comprobaba que algunos pacientes considerados como “ancianos enfermos crónicos” eran capaces no sólo de mejorar sino también de recuperar la autonomía e incluso ser dados de alta tras el tratamiento adecuado.

Posteriormente, las unidades geriátricas llegaron a los hospitales ingleses, donde surgió un gran interés por conocer qué diferencias tenían los pacientes ingresados en Medicina Interna de aquellos que residían en Geriatría y a los que se denominaba como “pacientes geriátricos”. La primera geriatra, fue Marjory Warren, que en 1947 participó en la fundación de lo que luego sería la Sociedad Británica de Geriatría.

En los años 60, Bernand Isaacs, también geriatra británico, describió en un interesante artículo los factores médicos que caracterizaban a estos pacientes geriátricos. A estos problemas los denominó “síntomas” y se identificaban con los ictus, las caídas, la pérdida de la deambulación, la incontinencia y las alteraciones mentales. Esta fue, probablemente, la primera descripción científica de lo que hoy conocemos como síndromes geriátricos. Años más tarde, el mismo autor realizó una exposición más detallada y teórica sobre el tema, describiendo los “cuatro gigantes de la geriatría”, que como se ha mencionado anteriormente son: inmovilidad, inestabilidad, incontinencia y deterioro intelectual.

El abordaje de los síndromes geriátricos en la práctica clínica actual

Tras la descripción que realizó Isaacs y la gran evolución que han protagonizado en las últimas décadas, hoy podemos afirmar que los síndromes geriátricos constituyen un apartado obligatorio en los principales manuales y tratados de Geriatría. Además, forman parte de los programas de formación de pre y prostgrado en la especialidad, tanto nacionales como europeos y americanos; se incluyen entre los estándares que debe cumplir la atención sanitaria a los ancianos y figuran en la Carta de Derechos de las Personas Mayores.

Múltiples estudios indican que la población anciana es una de las grandes consumidoras de recursos sanitarios, dado que en este período se concentrar las patologías y por tanto la necesidad de asistencia interdisciplinar multinivel. La relación entre los grandes síndromes geriátricos y otros problemas comunes que se presentan en la tercera edad en la actualidad, por un lado, y la utilización de dichos recursos, por otros, es incuestionable.

Así, investigaciones recientes señalan que las personas mayores acuden al médico de Atención Primaria tres veces más que la media de la población, con un consumo de 1,5 y 2 veces más de medicamentos. Además, en la hospitalización, la tasa de ingresos en mayores de 65 años es el doble que en la población general, y dicha tasa se triplica en los mayores de 80 años. Asimismo, según el INE, en las últimas décadas, el 49% de las estancias hospitalarias corresponde a mayores de 65 años.

Por todo ello, el peso demográfico de los mayores de 65 años supone una importante evolución del panorama económico, social y sanitario que implica una serie de necesidades. Ante estas necesidades, se han elaborado una serie de recomendaciones para poder poner en práctica soluciones rápidas y, sobre todo, eficaces:

  • La necesidad de una formación en Geriatría a nivel de pre-grado y de formación especializada. La competencia profesional de un especialista en geriatría debe comprender una buena formación médica, una capacidad de gestión y organización de la asistencia geriátrica centrada en un servicio de geriatría hospitalario, el control de la calidad y la docencia en la especialidad, y la coordinación con el personal sanitario de las residencias, donde la prevalencia de síndromes geriátricos es muy alta.

  • La investigación. Las sociedades desarrolladas necesitan prevenir las consecuencias negativas y mejorar el bienestar de los adultos mayores, promoviendo la investigación científica del envejecimiento con el desarrollo de la Gerontología como disciplina básica y de la Geriatría como disciplina médica.

En definitiva, la comprensión del origen y evolución de los síndromes geriátricos resulta determinante para el abordaje del paciente geriátrico. El conocimiento de los principales retos y desafíos de la coyuntura económica, social, sanitaria y culturan en que nos desenvolvemos y un enfoque multidisciplinar nos ayudarán a aceptar y afrontar una formación geriátrica de calidad adecuada a las necesidades y particularidades de los pacientes.