El glaucoma, una enfermedad ocular que afecta al nervio óptico y puede provocar una pérdida gradual de la visión, constituye un importante problema de salud a nivel mundial, siendo la segunda causa de ceguera según la Organización Mundial de la Salud. Afecta a más del 3% de la población española y esta enfermedad es silenciosa en sus etapas tempranas.

El glaucoma, una enfermedad que afecta al nervio óptico y que conduce a una pérdida gradual de la visión, puede tener múltiples causas, siendo frecuentemente asociado con un aumento de la presión intraocular. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el glaucoma constituye la segunda causa de ceguera a nivel mundial y afecta a más del 3% de la población española. Es una enfermedad silenciosa, con síntomas mínimos en etapas tempranas y puede progresar sin ser detectada.

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El glaucoma constituye la segunda causa de ceguera a nivel mundial y afecta a más del 3% de la población española

La detección temprana mediante revisiones oftalmológicas anuales es fundamental para prevenir la pérdida irreversible de la visión. Los expertos enfatizan que, aunque el glaucoma puede controlarse si se diagnostica en sus etapas iniciales, es crucial realizar visitas periódicas con el especialista para evitar un deterioro funcional permanente.

En la forma más común de glaucoma, los pacientes pueden perder hasta un 40% de su visión sin percibir cambios significativos. Con la progresión de la enfermedad, es común experimentar pérdida de visión en los campos laterales, visión de túnel o la aparición de manchas en la vista.

Quién puede sufrir glaucoma

El glaucoma es una patología que puede afectar a toda la población. Sin embargo, tal y como indica la Sociedad Española de Glaucoma (SEG), existen determinados factores de riesgo frecuentes que aumentan las probabilidades de desarrollar esta enfermedad:

  • Mayores de 60 años y mayores de 40 con antecedentes familiares
  • Pacientes diabéticos, con migrañas o presión intraocular alta
  • Personas con miopía o hipermetropía alta
  • En concreto en las mujeres hipermétropes de más de 55 años el tipo de glaucoma de ángulo cerrado o glaucoma agudo, es especialmente prevalente
  • Un trauma severo, como es recibir un golpe en el ojo, puede causar daños en el canal de drenaje, lo que resultaría en un aumento inmediato o gradual de la presión intraocular
  • Antecedentes familiares con la enfermedad. Los hijos de personas con glaucoma pasan de un 2% a un 4% de riesgo de padecerlo, cifra que sigue siendo baja. También hay genes identificados como responsables de transmitir glaucoma de una generación a otra, pero esto no es lo habitual

El Dr. Amadeu Carceller, Responsable de la Unidad de Glaucoma de Hospital Quirónsalud Barcelona señala que “los pacientes que tienen familiares con glaucoma ya están alerta y están más sensibilizados con las revisiones periódicas. Es importante incidir en que todos somos susceptibles de padecer glaucoma, olvidémonos del factor hereditario porque sería un error”.

“Es determinante que tengamos presente la enfermedad y que realicemos una visita anual a nuestro oftalmólogo. Es la única manera de diagnosticarla a tiempo”, añade este experto, recalcando que “un tercio de los pacientes que llegan a consulta están en esta fase avanzada con afectación en mayor o menor grado en la visión, por ello es vital la detección precoz”.

La evaluación inicial se lleva a cabo mediante la tonometría, que consiste en la medición de la presión intraocular y la evaluación de la papila óptica. Si se identifica una hipertensión, signo distintivo del glaucoma o se sospecha lesión de la papila óptica, se procede con otras pruebas diagnósticas como la Tomografía de Coherencia óptica de la papila y la Campimetría Visual para determinar la etapa evolutiva de la enfermedad. A partir de ese punto, el médico especialista prescribe un tratamiento para reducir la presión ocular y detener la progresión de la enfermedad.