/p>>Un artículo de María de Jesús García Velázquez, Marketing Department Grupo Neat

La telemedicina cada vez da más de qué hablar. Para muchos, aferrados a los métodos tradicionalistas, la sociedad aún no está preparada para explotar la telemedicina y la conciben como una práctica incipiente que se aplicará en el futuro lejano. Sin embrago, la realidad es que la telemedicina no es un concepto futurista sino un medio diferente y actual de interacción entre el paciente y el médico.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación  (TIC) se han internado en la vida cotidiana y en el mundo de la salud con más fuerza que nunca y han conseguido que el ejercicio de la medicina sea más creativo y eficiente.
La telemedicina ahora se entiende como un sistema organizativo de la profesión médica que evita desplazamientos innecesarios, disminuye los tiempos de espera en la atención, posibilita el diagnóstico y tratamiento a distancia, hace posible la teleconsulta, la telecirugía, la teleasistencia y, por supuesto, la telemonitorización, al apoyar la vigilancia de forma remota de los parámetros fisiológicos y biométricos de un paciente. Además, la telemedicina promueve la igualdad al permitir que toda la población tenga acceso a los servicios de salud, sin importar su ubicación geográfica.

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Muchas residencias de personas mayores han adoptado la telemedicina como parte de su ejercicio cotidiano

En Europa existe un  debate entre las administraciones públicas y el sector empresarial respecto a una instauración definitiva y formalizada de estos recursos en la práctica médica cotidiana y en el reconocimiento de sus beneficios tanto en materia de optimización de costes como de aumento de calidad en la atención. Este debate, en buena medida se debe a la falta de apertura a la innovación y al miedo a romper esquemas y cambiar lo establecido.
Pero mientras estas instancias se ponen de acuerdo, la telemedicina no espera. Al margen de acuerdos, esta nueva forma de ejercer la medicina ya se ha colado en el sistema de salud y, además, son cada vez más las empresas dedicadas al diseño y producción de dispositivos electromédicos y aplicaciones que apoyan la telemedicina.
El campo de telemonitorización es un buen ejemplo de la innegable utilidad de la telemedicina. En Europa, diferentes  pilotos de telemonitorización de crónicos han puesto de manifiesto las bondades de la telemedicina, entre los que se destacan la reducción en hasta un 50% en visitas a atención primaria, la reducción de tiempos en la toma de decisiones de los profesionales y la fácil accesibilidad de los datos, al poder consultar de forma online desde cualquier punto y a cualquier hora los resultados de pruebas o medición de parámetros de sus pacientes y la posibilidad de tener conferencias telefónicas, estrechando así la relación médico-paciente, sin descuidar un factor primordial de la práctica médica: el factor humano.
También muchas residencias de personas mayores han adoptado la telemedicina como parte de su ejercicio cotidiano, en muchas de ellas, los pacientes, en vez de acudir a sus centros de salud a extracciones sanguíneas, radiografías u otras pruebas son atendidos en su misma residencia y los valores de sus parámetros médicos son enviados online a sus hospitales desde donde se valoran en remoto, de forma conjunta, el diagnóstico y la medicación, agilizando significativamente los procesos de atención, sin causarle mayores trastornos al paciente.
Según la última encuesta del Eurobarómetro del uso de herramientas de e‐Salud, el 66% de los profesionales europeos utilizan las herramientas para obtener resultados de las pruebas de los laboratorios por vía electrónica. El 17% de los profesionales lo utiliza para la prescripción médica electrónica, seguido por un 36% de los dispositivos de control, que monitorizan los signos vitales del paciente a través de Internet. El Eurobarómetro estima, además, que las aplicaciones de comunicación en la atención primaria y servicios de urgencia son uno de los campos con mayor potencial económico a nivel mundial, junto con el acceso a zonas remotas y aisladas.
Ya no hay marcha atrás, la medicina y la tecnología no avanzan de forma independiente, todo lo contrario, el desarrollo de la medicina y sus técnicas se valen de la tecnología y en ella se apoyan para garantizar un avance continuo que ofrezca más posibilidades de curar patologías y más oportunidades de elevar la calidad de vida de las personas, fin último de la medicina.
Ahora lo que toca es que las empresas dedicadas a la producción de equipos de telemedicina conozcan a fondo las necesidades reales de los pacientes crónicos y no crónicos y se dediquen al diseño de dispositivos y aplicaciones serios que respondan de forma óptima a dichas necesidades y contribuyan al seguimiento y prevención de enfermedades y por ende a la sostenibilidad del sistema de salud.