El Hospital Universitario General de Villalba ha puesto en marcha talleres para informar y formar a los cuidadores de pacientes con enfermedad de Parkinson y trastornos del movimiento. Y es que para ayudar a tratar los síntomas y mejorar la calidad de vida de estos pacientes es imprescindible ponerse en manos de especialistas y contar con las familias como aliados clave en este abordaje de la enfermedad.

Con el envejecimiento de la población se estima un aumento de la incidencia de la enfermedad de Parkinson, una patología neurodegenerativa cuyo riesgo de aparición se incrementa a medida que cumplimos años. De hecho, suele presentarse en torno a los 70 años, aunque puede aparecer a partir de los 40. Dado que generalmente la población desconoce los síntomas que provoca -más allá de los temblores– y que su tratamiento precoz es importante.

El Hospital Universitario General de Villalba, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, ha celebrado recientemente un taller para informar a los cuidadores de estos enfermos, aliados clave en su abordaje, sobre las diferentes afectaciones -que suelen ser acumulativas- de esta patología.

La enfermedad de Parkinson es una patología neurodegenerativa cuyo riesgo de aparición se incrementa a medida que cumplimos años

Y es que, más allá de los temblores, la enfermedad de Parkinson puede afectar al ánimo y al olfato, provocar estreñimiento, alteraciones de sueño e incluso una escritura más pequeña (micrografía) o falta de expresión facial.

«La enfermedad de Parkinson consiste en alteraciones del movimiento fundamentalmente, como temblores involuntarios que aparecen en reposo (cuando uno se distrae), rigidez muscular y lentitud de movimientos, lo que conducen a dificultades al caminar. Sin embargo, con el tiempo se han confirmado más síntomas de esta patología, aparte de los motores y que afectan a otras esferas, como el ánimo y el olfato, el estreñimiento o las alteraciones de sueño… que incluso pueden aparecer años antes de los síntomas motores«, señala el Dr. Roberto López Blanco, especialista del Servicio de Neurología del centro villalbino, quien añade que estos factores no tienen por qué aparecer en su conjunto.

Los estados precoces de la enfermedad tienen menos interferencias en la vida diaria, ya que los síntomas son más leves. Sin embargo, con el paso del tiempo se incrementa el impacto negativo sobre la esfera más personal, individual, familiar y, a veces, laboral, ya que las personas pueden sentirse observadas cuando aparece uno de estos síntomas. «Para reducir las repercusiones sociales, se debe trabajar desde el minuto cero y ponerse en manos de especialistas a fin de tratar los síntomas y, aunque no haya cura, mejorar la calidad de vida y conseguir un alto nivel de funcionalidad«, comenta el especialista.

A este respecto, el Dr. López Blanco destaca que la causa más frecuente del temblor no es esta enfermedad, sino el trastorno del movimiento denominado temblor esencial o los efectos secundarios de diferentes fármacos. «Para distinguir los movimientos no controlados de la enfermedad de Parkinson, un detalle clave es la ‘asimetría’ en las extremidades, ya que empieza por un lado o por los dos, pero más en uno de ellos«.

En cuanto a los síntomas no motores, que producen cambios de ánimo y ansiedad, problemas del olfato o del sueño, e incluso hasta la escritura más pequeña (micrografía) o la voz bajita y falta de expresión facial, como indica el neurólogo, «pueden requerir tratamientos o terapias dirigidas». Por ejemplo, para facilitar la comunicación eficaz hay que trabajar con el logopeda. Asimismo, a veces puede aparecer depresión del estado anímico, que debe tratarse igual que los síntomas motores. En cualquier caso, aclara el especialista, «de forma aislada los síntomas no son diagnóstico de ningún trastorno, sino la conjunción de varios«.

La causa principal de esta enfermedad neurodegenerativa se desconoce

La enfermedad de Parkinson se caracteriza, en parte, por la falta de producción en el cerebro de una sustancia química llamada dopamina, lo que conduce a diversos problemas en la movilidad. Sin embargo, la causa principal de esta enfermedad neurodegenerativa no se conoce, existiendo varias teorías al respecto.

Así, las predisposiciones individuales podrían influir, como el factor genético, aunque, según afirma el Dr. López, «en un porcentaje muy bajo de la población existe una mutación genética responsable de la enfermedad«. También se baraja que diversos tóxicos o del ambiente pudieran estar influyendo en la aparición de la enfermedad, como los pesticidas que han manifestado en estudios de laboratorio ese poder degenerativo de las neuronas y se han constatado con estudios poblacionales, así como otros tóxicos ambientales (dióxido de nitrógeno, manganeso, cobre, plomo…etc.)

En cuanto a la prevención, aún no existe ninguna pauta clara: «Se recomienda llevar unos hábitos de vida saludable, como el consumo de la dieta mediterránea y la realización de ejercicio físico«, afirma el neurólogo, señalando que, incluso, se ha estudiado que con la ingesta de café y cafeína se padece menos riesgo de sufrir enfermedad de Parkinson. «Por otra parte, en la medida de lo posible, hay que evitar tóxicos, como la exposición directa a pesticidas sin protección individual y a otros compuestos químicos tóxicos que pudieran estar asociados con neurodegeneración«.

El tratamiento de la enfermedad de Parkinson

Hoy por hoy, no hay ninguna terapia que modifique la enfermedad y los tratamientos son sintomáticos. Las terapias existentes, como la levodopa, al menos en un inicio, son bastante eficaces y controlan la sintomatología. Aunque no funcionan de forma similar en todos los pacientes, en general, mejoran los síntomas y la funcionalidad.

Para tratar la enfermedad en un estadio avanzado, en el que aparecen fluctuaciones relacionadas con la ingesta de medicación oral, existe la cirugía de estimulación cerebral profunda, reservada para pacientes que responden a levodopa y buscan un mejor control de la enfermedad. Otras dos terapias avanzadas serían la estimulación dopaminérgica continua por medio de levodopa intraduodenal a través de una sonda directamente al estómago y la infusión de apomorfina subcutánea. También hay otros tratamientos tecnológicos que buscan, de una forma menos invasiva, crear una pequeña lesión en una zona del cerebro para mejorar los síntomas y reducir la medicación oral.

Por último, el Dr. López señala la problemática de padecer otra patología crónica como la diabetes u otras, además de la enfermedad de Parkinson, ya que resulta difícil manejar los diferentes fármacos con vías de transmisión dispares (insulinas, fármacos antidiabéticos…) y puede suponer una fuente de riesgos.

En el cuidado del paciente con enfermedad de Parkinson siempre es importante contar con el apoyo de familia o terceros, que ayudarán a controlar la medicación de esta enfermedad, así como del resto de patologías que sufra, ya que los desajustes de estas repercuten de forma notable en el estadio de movilidad de los pacientes con enfermedad de Parkinson.