Un artículo de Domingo García, medico en Colisée Oviedo

Debemos fomentar un modelo de envejecimiento activo que permita disfrutar a las personas mayores de la mejor calidad de vida posible.

Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, un síndrome geriátrico es un cuadro habitualmente originado por un conjunto de enfermedades de alta prevalencia en las personas mayores y que generan incapacidades funcionales y/o sociales. Representan los efectos de varias patologías, pero también pueden ser el punto de partida para detectar el inicio de problemas de salud que tenemos que prevenir.

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Los síndromes geriátricos son cuadros habitualmente originadados por un conjunto de enfermedades de alta prevalencia en las personas mayores

Todos ellos se presentan a partir de los 65 años, pero se incrementan en mayores de 80. Los síndromes geriátricos provocan un deterioro significativo en la calidad de vida de las personas que los padecen e implican mayor dependencia y atención sociosanitaria, si bien en muchos casos pueden prevenirse e incluso existen tratamientos que pueden ser efectivos.

A continuación, analizamos cinco de los síndromes geriátricos más frecuentes y presentamos posibles estrategias para prevenirlos:

  • Inmovilidad: entendida como la incapacidad para desplazarse como consecuencia de problemas físicos, funcionales o psicosociales, padecido por cerca del 20% de los mayores de 65 años y del 50% en los mayores de 75. Está relacionado con las enfermedades osteoarticulares, patología cardiovascular, trastornos neurodegenerativos o por causas psicológicas e incluso por hospitalización o por efecto secundario de fármacos, como antidepresivos, ansiolíticos u opiáceos.
    El tratamiento idóneo es reforzar la prevención y también es fundamental abordar esta prevención dentro de equipos multiprofesionales que incluyan fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales. También es clave realizar ejercicio físico adaptado a las necesidades de la persona, controlar los cambios de posición y vigilar los efectos adversos de la medicación que esté tomando.

  • Inestabilidad y caídas: son una de las principales causas que provocan una mayor dependencia de las personas y que reducen la esperanza de vida en los mayores de 65 años, y pueden provocar lesiones en partes blandas, fracturas, limitaciones funcionales y miedo a perder la estabilidad en el caso de antecedentes de caída, que suelen provocarse por debilidad muscular, alteraciones de la marcha y del equilibrio y deterioro en las actividades diarias.
    En las personas mayores, se debe fomentar la movilidad y la autonomía, utilizar calzado adecuado, buena graduación de la vista e identificar aquellos medicamentos que pueden producir inestabilidad.

  • La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina. En España, tiene una prevalencia que oscila entre el 15% y el 50% de nuestros mayores. Provoca infecciones urinarias, ulceras cutáneas y problemas de autoestima, aislamiento social y depresión, entre otros. Muchas veces aparece por consumo de medicamentos diuréticos, anticolinérgicos, antidepresivos antipsicóticos, o narcóticos, entre otros.
    Para evitarlo, es muy importante iniciar la prevención en etapas anteriores y realizar actividad física. Actualmente, también se dispone de tratamientos muy efectivos e incluso sencillas intervenciones quirúrgicas que solucionan este problema de salud y que están a disposición de pacientes de edad avanzada.
  • El deterioro cognitivo es uno de los síndromes geriátricos más comunes y de mayor gravedad, que implica una reducción temporal o crónica de las funciones mentales superiores y de una presentación clínica muy variada, entre un síndrome confusional agudo a una demencia por enfermedad del Alzheimer, por ejemplo. Las consecuencias del deterioro cognitivo son muy diversas, desde la ansiedad o depresión, desnutrición, dependencia, incontinencia, aislamiento social, inmovilidad, caídas…
    Entre los factores de riesgo, que son muy variados, se describen desde las infecciones agudas a las enfermedades cardiovasculares, inmovilidad, consumo de fármacos, alteraciones neuropsiquiátricas, entre otras. Para prevenirlo, es fundamental la terapia ocupacional y las terapias no farmacológicas, evitando en la medida que sea posible el uso de psicofármacos, y en fases tempranas y de forma preventiva, es efectiva la realización de ejercicios de estimulación cognitiva que activen la memoria.
  • La fragilidad es un quinto síndrome geriátrico que es la antesala de la discapacidad, ya que es una disminución de la reserva fisiológica, lo que supone mayor vulnerabilidad, pérdida de resistencia y mayor riesgo de incapacidad. Aproximadamente, el 10% de la población mayor de 65 años es frágil, ascendiendo al 75% en los mayores de 85. Se describen dos causas fundamentales de fragilidad, la pérdida de masa muscular y la pérdida de masa ósea.
    Para valorar la fragilidad, se lleva a cabo una valoración geriátrica integral del paciente, y esta valoración debe conducir a un plan de cuidados individual. Como formas de prevención se indica la práctica de ejercicio físico y, en concreto, el entrenamiento multicomponente, que trabaja la fuerza, la resistencia, el equilibrio y la flexibilidad.

Considerados en conjunto, estos síndromes tienen una incidencia y prevalencia elevada entre la población mayor, y aumentan de frecuencia si se consideran determinados grupos, como los mayores de 80 años y las personas hospitalizadas. Tienen un carácter sindrómico, ya que cada uno de ellos constituye una forma de presentación de diferentes patologías, y cualquier enfermedad puede presentarse en el anciano como uno de estos síndromes.

Tras su aparición, todos ellos originan un importante deterioro en la calidad de vida de las personas que lo padecen y, a menudo, generan o incrementan la dependencia de otras personas, produciéndose un aumento de las necesidades de asistencia sanitaria y de apoyo social que, si no se cubren, favorecen el aislamiento social y de las personas mayores.

En muchos casos, su aparición, como se menciona anteriormente, es prevenible si se diagnostican adecuadamente e incluso pueden ser susceptibles de tratamiento. Es de suma importancia considerar que el abordaje diagnóstico y terapéutico requiere una valoración integral, abordaje interdisciplinario y correcto uso de los niveles asistenciales.

Conclusiones

El envejecimiento poblacional es uno de los grandes triunfos de la humanidad, pero es también uno de sus mayores retos. A medida que nos adentremos en el siglo XXI, el envejecimiento de la población implicará un aumento de las demandas sociosanitarias en todos los países.

En este contexto, debemos fomentar un modelo de envejecimiento activo que permita disfrutar a las personas mayores de la mejor calidad de vida posible, especialmente si tenemos en cuenta que los mayores de hoy, sobre todo los de mayor edad, sufren cuadros patológicos que disminuyen su salud y en consecuencia su calidad de vida, valorada en función de su nivel de independencia, factor que los síndromes geriátricos reducen o eliminan casi por completo.