Según el estudio de seguimiento a largo plazo ZOSTER-049, la vacuna Shingrix, de la farmacéutica GSK, puede ofrecer al menos una década de protección contra el dolor, el impacto debilitante y las complicaciones potencialmente graves que el herpes zóster puede causar en personas de 50 años o más.

Los últimos datos publicados por GSK en Open Forum Infectious Diseases (OFID), muestran resultados positivos provisionales del estudio de seguimiento a largo plazo ZOSTER-049. En concreto, reflejan que Shingrix, la vacuna recombinante adyuvada frente al herpes zóster, puede proporcionar hasta, al menos, una década de protección frente al herpes zóster después de la vacunación inicial.

Los datos se extraen del estudio ZOSTER-049 (ZOE-LTFU), que tiene una extensión de 2 ensayos clínicos de fase III, ZOE-50 y ZOE-70. En estos ensayos previos se arrojaron datos de un 97% de eficacia de la vacuna en adultos de 50 años o más y del 91% en adultos de 70 años o más en un periodo de seguimiento de, aproximadamente, 4 años.

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El beneficio clínico de Shingrix continúa hasta, al menos, 10 años después de la vacunación

El estudio ZOE-LTFU, que hace seguimiento a 6 años más de los participantes de los estudios ZOE-50 y ZOE-70, continúa en marcha y seguirá evaluando la eficacia a largo plazo, la inmunogenicidad y la seguridad de la vacuna.

Sobre el estudio, el Doctor Javier Díez-Domingo, investigador principal y miembro de FISABIO (Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana), destaca que que “el herpes zóster es una dolorosa enfermedad que padecen 1 de cada 3 adultos. Ahora, por primera vez, podemos confirmar que el beneficio clínico de Shingrix continúa hasta, al menos, 10 años después de la vacunación, lo que brinda tranquilidad a los pacientes y a sus profesionales sanitarios sobre la duración de la protección frente al herpes zóster”.

Por su parte, Eduardo de Gomensoro, director médico de vacunas de GSK en España, recalca “la continua duración de la protección de nuestra vacuna frente al herpes zóster. Los resultados de ZOE-LTFU demuestran que Shingrix puede brindar una década de protección contra el dolor, el impacto debilitante y las complicaciones potencialmente graves que el herpes zóster puede causar en personas de 50 años o más. Estos datos complementan, la existente evidencia que demuestra el beneficio a largo plazo de esta vacuna y esperamos ver resultados adicionales de este estudio en curso”.

El herpes zóster puede causar un dolor insoportable

El herpes zóster está causado por la reactivación del virus varicela zóster (VVZ), el mismo virus que provoca la varicela. A medida que las personas se hacen mayores, el sistema inmunitario se debilita y pierde la capacidad de generar una respuesta inmunitaria fuerte y eficaz, lo que aumenta el riesgo de padecer herpes zóster (culebrilla).

El herpes zóster o culebrilla generalmente se presenta como una erupción, con ampollas dolorosas en el pecho, el abdomen o la cara. El dolor a menudo se describe como agudo, con sensación de ardor, punzante o similar a una descarga eléctrica. Tras la erupción, la persona puede también experimentar neuralgia posherpética (NPH), un dolor que en algunos casos, el dolor continúa una vez desaparecido el sarpullido. Ese intenso dolor que afecta a los nervios sensoriales (llamado neuralgia posherpética [NPH]) puede durar desde al menos tres meses hasta varios años desde de inicio de la erupción. NPH es la complicación más común del herpes zóster, produciéndose en un 5-25% de todos los casos de herpes zóster, dependiendo de la edad del paciente.

Esta enfermedad puede causar un dolor insoportable y, en algunos casos, el dolor continúa una vez desaparecido el sarpullido. Ese intenso dolor que afecta a los nervios sensoriales (llamado neuralgia posherpética [NPH]) puede durar meses o incluso años.

La vacuna recombinante frente al herpes zóster Shingrix es la primera aprobada que combina un antígeno inactivado con un adyuvante de GSK y puede ayudar a superar la disminución natural de la inmunidad relacionada con la edad que contribuye al desafío de proteger a los adultos de 50 años en adelante, de esta enfermedad.